Antártida | Volver a navegar en el rompehielos ARA Alte. Irizar, Bitácora de un Capellán

6 febrero, 2019

Antártida | Volver a navegar en el rompehielos ARA Alte. Irizar, Bitácora de un Capellán; Parte II. Avanzando con nuestra entrevista al Padre Pablo Daniel Caballero Karanik, en esta nueva entrega avanzaremos con su experiencia en su quinta estancia en el continente blanco. La veranada 2018/2019, es la segunda temporada a bordo del rompehielos de nuestro Capellán de la Armada Argentina, hacía 7 meses había desembarcado de la nave, cuando en el final de la veranada anterior arribaba al puerto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

La vuelta a casa resulta siempre un plano de amplificación de sentimientos, de aquel arribo del año pasado nos recordaba, “llegamos a la Dársena E, del Puerto de Buenos Aires, las familias nos recibían con aplausos y emoción, la llegada del Buque insigne, el tifón se hizo escuchar, ese sonido a modo de sirena del ARA Alte. Irizar, saludando señalando nuestro arribo. Mientras los demás buques circundantes hacían tronar sus silbatos marinos dándonos la bienvenida, luego ya atracados en el puerto, llegó el saludo de las autoridades presentes, y con la interpretación de la banda de música de la Armada, la tripulación que permanecía formada a bordo, saludaba a sus familias desde las distintas cubiertas”.  

De aquella misión cumplida, a la nueva que iniciaba el 20 de diciembre de 2018, la escena en el puerto era casi idéntica, pero a la inversa, ese saludo era despedida, y mientras la ciudad capital de la República Argentina quedaba atrás, el ARA Alte. Irizar se hacía a la mar. Así lo describía el Capellán, Padre Pablo Daniel Caballero Karanik, “con la proa rumbo al mar el rompehielos avanzó rumbo a la nueva campaña, el objetivo, llegar a nuestras alejadas bases antárticas, para en nuestro caso, avanzar en el cumplimiento de las tareas de logística, abastecimiento y relevamiento de su personal, como así también, para la misión de investigación científica”.

Lejos del continente, donde el viento y el agua son soberanos, el Padre Pablo afirmaba, “la tranquilidad vino una vez cumplida la zarpada (…), las presiones por la ansiedad de partir comenzaban a mermar, ya estábamos navegando en esta nueva misión”. El calendario se agotaba para el año 2018, y la llegada de Navidad aceleraba los preparativos a bordo del buque, “el árbol de Navidad y la decoración del tiempo litúrgico, los pesebres se colocaban en los lugares de trabajo. Ya todo incitaba al nacimiento del Niño Dios, era el momento de recibirlo (…), el 24 de diciembre tuvimos la Misa de Noche buena a bordo, compartimos la cena de Navidad y en el momento que indicó el reloj la hora cero, llegó el brindis, abrazos de emoción de la alegría navideña, ese 25 de diciembre se celebró la Santa Misa y como gesto se hizo el beso de la imagen del Niño Dios”.

Para la Armada Argentina, el 2018 no fue un año más en su labor y compromiso, es que el 15 de noviembre se cumplió un año de la desaparición del Submarino ARA San Juan, y los marinos en plena navegación transitaban poco más de un mes de haber conocido su hallazgo en las profundidades del mar. El Padre Caballero Karanik, así describió el cruce por donde se encuentran nuestros héroes, “hubo un día en la navegación que fue silenció total (…), nos estábamos acercando al lugar donde estaban nuestros héroes del Submarino ARA San Juan. Le rendimos homenaje a nuestros 44 hermanos que se nos han anticipado en la singladura hacia el Puerto Celestial, gozando, ya, de la seguridad, la felicidad y la paz”.  

La navegación no se detiene, y el año se concluía, es por ello que mientras el ARA Alte. Irizar no cesaba su avance al Polo Sur, el Padre Pabló celebró la Santa Misa del Año Nuevo a bordo, “el tiempo de fraternidad, de compartir entre todos los festejos y los saludos, habíamos llegado al 2019, pero nuestro destino estaba puesto en llegar a la Base Belgrano II”.

A propósito, del destino, así nos contaba lo que les esperaba, “el continente Antártico tiene una enorme extensión, recubierta en su mayor parte de hielo, tiene una superficie aproximada de 14 millones de kilómetros cuadrados. El verano no da un respiro al frío, ni permite una recuperación que deshiele suficientemente y brinde condiciones de vida aceptables, los vientos contribuyen a hacer mucho más severo el clima”.

En la Antártida, mágica por donde se la vea, al mismo tiempo de exponer su belleza blanca, también es sinónimo de riesgo constante, el Padre Pablo Caballero Karanik nos cuenta, “un peligro tremendo para los expedicionarios son los “blizzards”, que son una suerte de tormentas de nieve y viento huracanado. El que es sorprendido por este fenómeno no ve nada a metros de distancia, por lo que uno se encuentra perdido casi al instante, azotado por la nieve pulverizada que los acosa permanentemente”.

Agregando, “el riesgo es mortal, hielo y nieve son los elementos constantes en este rudo continente, en ese mar helado, atravesado por las profundas grietas, o en la zona liquida, deambulan los témpanos inmensos, que allí, navegan a la deriva”. Pese a las dificultades que circundan tanto el clima como la geografía que envuelve a la Base Belgrano II, dice el Padre Pablo, “esta es la base del paisaje antártico por excelencia, como si se trátese de un cuadro pintado por el pincel puro de la nieve y con un silencio de fondo quebrado sólo por el crujido de los hielos, el viento o el grito de aves o focas son los únicos que cortan el mutismo austral”.

El ARA Alte. Irizar arremete entre el hielo, después de haber atravesado el mar de Weddel, acercándose lo más posible a la Base Belgrano II, quedan solo 27 kilómetros, pero hasta allí llegó la navegación entre el hielo, el Buque debió anclar, así se iniciaban las maniobras de abastecimiento. En la base, sucedió algo providencial, que tuvo como protagonista a nuestro Capellán, Padre Pablo Daniel Karacnik, la naturaleza, las características extremas del clima y la fe de nuestros fieles que desde hace más de 60 años mantienen la devoción a Dios en la Capilla más austral del mundo.-

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1 Comentario

  1. Mario Fretes

    Padre Pablo, mi nombre es Mario
    Fretes. Fuimos compañeros en el Seminario de la Plata un tiempo. Me encantaría volver a contactarme con Ud. muchas gracias. Yo vivo en el Chaco ahora. Muchas Gracias.

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