CABA | Mons. Santiago Olivera dio Gracias a Dios por el año transcurrido y por lo que nos queda aún por desarrollar en este tiempo de Adviento, esperando la Navidad

7 diciembre, 2020

CABA | Mons. Santiago Olivera dio Gracias a Dios por el año transcurrido y por lo que nos queda aún por desarrollar en este tiempo de Adviento, esperando la Navidad, fue en la mañana del viernes 4 de diciembre, en la Catedral Castrense, Stella Maris, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, concelebraron, el Vicario General, Mons. Gustavo Acuña, el Canciller y Capellán Mayor de la Armada, Padre Francisco Rostom Maderna, el Capellán Mayor del Ejército, Padre Eduardo Castellanos, el Capellán Mayor de la Fuerza Aérea Argentina, Padre César Tauro.

También, el Capellán Mayor de GNA, Padre Jorge Massut, el Capellán Mayor de PNA, Padre Diego Tibaldo, el Capellán Mayor de PSA, Padre Rubén Bonacina, el Rector de la Catedral Castrense, Stella Maris, Padre Diego Pereyra. Asistieron a la celebración, los integrantes de la Curia Castrense, Sacerdotes de las distintas Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad y laicos que colaboran con la Misión Pastoral de nuestro Obispo.

En celebración Eucarística, Mons. Santiago Olivera agradeció a cada uno de los integrantes de la Curia, resaltando que, pese a las dificultades de este año particular por estar aislados por el COVID-19, hemos de agradecer todo lo alcanzado. Además, recordó y valoró, aquel mensaje de Su Santidad Francisco, que en el comienzo de pandemia nos decía, “nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa.

Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos”. En la celebración, el Sr. Obispo le solicitaba al Vicario General y moderador de la Curia, Mons. Acuña que predicara, donde pidió, “que hoy nuestro buen Jesús nos cure, nos abra los ojos. Que aprovechemos este tiempo de Adviento, que podamos ver lo que haya de tinieblas en nuestra vida y por la penitencia y el perdón divino podamos caminar a la luz, al sol que nace de lo alto”.

A continuación, compartimos la Homilía de Mons. Gustavo Acuña, Vicario General Castrense:    

Viernes 4 de diciembre de 2020

Catedral Castrense, Stella Maris

Misa Adviento, Acción de Gracia

En esta Misa que preside nuestro Obispo Santiago queremos dar gracias a Dios por este año, aún nos queda parte de él, de este tiempo de Adviento y la Navidad que anhelamos. Pero darle gracias por este año y por este servicio, que nos honra ayudando en la misión propia de la curia y sus organismos, a nuestro Obispo, en su Misión de ser el Pastor de esta Diócesis. Por ello, agradecemos a todos, miembros de la Curia, Capellanes Mayores, Sacerdotes y laicos que colaboran para que la Misión del Obispo pueda llevarse a cabo.

Damos gracias a Dios. Y por ahí, si miramos solo con ojos mundanos podríamos pensar. ¿Dar gracias? Sí, realmente fue un año difícil, y aún nos queda bastante de esta pandemia. Aún son muy cercanas las palabras del Papa Francisco: “Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos”.

Es decir, que ahí mismo, en la primera etapa de la tormenta ya el Papa nos hacía ver que de este tiempo de prueba también habría frutos. Los cristianos siempre, aleccionados especialmente por los mártires, damos gracias a Dios por todo, porque todo será para nuestra salvación.

Estamos transitando este hermoso tiempo de Adviento, con los signos y símbolos que nos van ayudando, con la Palabra que nos va iluminando. Y en este tiempo litúrgico aparece el Profeta Isaías para traernos esperanza, en la Misa de la Noche de Navidad lo vamos a escuchar diciéndonos: “el pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz”. Pero ya desde ahora, como lo escuchábamos en la primera Lectura, el mismo profeta nos anuncia aquel día: libres de tinieblas y de oscuridad.

Y la dinámica en este Adviento, es ir pasando de las tinieblas, de la oscuridad, del pecado a la luz, a la vida nueva, a la gracia. Tiene este tiempo su carácter penitencial. Vamos siguiendo día a día con la Palabra, con nuestra conversión, para que la Venida del Señor sea una realidad en nuestras vidas.

El Evangelio de hoy, nos cuenta la realidad de algunos que estaban en la oscuridad. Dos ciegos. Que podemos imaginarnos la situación del no vidente. Desde esa condición, es que suplican, gritan, dice el Evangelio: Ten piedad de nosotros Hijo de David. Que hermosa oración, de súplica, de audacia, no les importa nada, como en otros pasajes, gritan para ser atendidos, como nuestras suplicas frente al peligro, frente a la cruz, suplicas de confianza.

Y la pregunta de Jesús: ¿Creen que yo puedo hacer lo que me piden? Es una pregunta que quiere suscitar la fe en los dos ciegos para obrar luego el milagro. Pero, pensamos en tantas preguntas que Jesús nos podría hacer hoy a cada uno de nosotros. Cuántas veces, cada día cuando estamos a solas con Jesús salen de nuestro corazón alabanzas, agradecimientos, silencios para que él pueda hablar, respuestas a su palabra y súplicas: y en esas súplicas, principalmente las personales, por nosotros mismos, donde le vamos pidiendo, poder seguir creciendo en nuestra amistad con Él, cuántas veces queremos que Jesús lo haga todo, también nuestra parte.

Y en esa pregunta de Jesús a cada uno de nosotros, también está la interpelación de Jesús: ¿Crees que puedo hacerlo? ¿Estás dispuesto a algo nuevo, a soltar, a dejar, a perdonar, a crecer …? Porque en este pedido y en esa fe, también va incluido lo que me toca a mí. Por eso es audaz ese pedido, porque voy pidiendo y asumo que sucederá si dejo actuar a Dios, si me pongo en sus manos y si estoy dispuesto a colaborar en la obra de salvación en mi y de mi para ser testimonio y anuncio para los demás.

En esta celebración, como en cada Misa, Jesús actúa, obra. Hoy el mayor milagro de Jesús no es el de curar ciegos de los ojos, sino el de hacer que los que vemos con los ojos del cuerpo, nos demos cuenta de que muchas veces no vemos nada con los ojos del alma. Que necesitamos de Él.

Que hoy nuestro buen Jesús nos cure, nos abra los ojos. Que aprovechemos este tiempo de Adviento, que podamos ver lo que haya de tinieblas en nuestra vida y por la penitencia y el perdón divino podamos caminar a la luz, al sol que nace de lo alto.

María nos ayuda, le estamos rezando en esta novena de la Inmaculada, como dice la canción a la Virgen, le pedimos hoy: “Santa María de la Esperanza mantén el ritmo de nuestra espera”.

Termino con la oración que estamos rezando en este tiempo de Adviento para que sea provechoso:

Señor Jesús, Maestro de la luz, envía tu Espíritu Santo sobre nuestra preparación a la Navidad. Nosotros, que tenemos tanto que hacer, buscamos espacios de calma donde escuchar tu voz cada día. Nosotros, que nos inquietamos por tantas cosas, ansiamos tu venida entre nosotros.

Bendecidos de tantas formas, anhelamos la felicidad completa de tu Reino. Nosotros, cuyos corazones, muchas veces están angustiados y fatigados, buscamos la dicha de tu presencia y tu paz. Somos tu pueblo, que anda en tinieblas, pero busca la luz. A ti te decimos: “¡Ven, Señor Jesús!”-

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