La puerta de Dios está siempre abierta para nosotros, somos nosotros los que debemos hacer un paso y abrir nuestro corazón a Él

30 diciembre, 2024

La puerta de Dios está siempre abierta para nosotros, somos nosotros los que debemos hacer un paso y abrir nuestro corazón a Él, así lo expresó el Sr. Nuncio Apostólico, Mons. Miroslaw Adamczyk al compartir la Homilía en la Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, en la Solmene Apertura del Año Jubilar del Obispado Castrense y para las Fuerzas Federales de Seguridad de Argentina. La celebración fue presidida por Mons. Miroslaw Adamczyk, quien estuvo acompañado por Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, Capellanes de las distintas Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad, el Sr. Secretario de Culto de la Nación, Nahuel Sotelo, el Sr. Ministro de Defensa de la Nación, Dr. Luis Petri, autoridades de Fuerzas Armadas, Agregados Militares en Argentina, Religiosas y fieles castrenses, entre quienes destacamos a esposas de detenidos.

El Santo Padre Francisco, en la Bula Spes non confundit, ha establecido que el Año Jubilar se abra el 24 de diciembre de 2024 en vísperas Solemnidad de la Natividad del Señor, con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro del Vaticano. Asimismo, el domingo siguiente, 29 de diciembre de 2024, en la fiesta de la Sagrada Familia, el Pontífice dispuso, se celebre la apertura del Jubileo en las Iglesias particulares del mundo.

Reunidos en una de las puertas de ingreso al predio de la sede de la Armada Argentina donde se encuentra nuestra Iglesia Catedral Castrense, Stella Maris, distante poco más de 200 metros, iniciaba la solemne apertura del Año Jubilar en peregrinación con la entrada procesional de la Iglesia Diocesana tras la Cruz para ingresar luego a nuestra Catedral., Mons. Miroslaw Adamczyk, Nuncio Apostólico, luego de saludar a los presentes decía en la Homilía, “el Santo Padre, Papa Francisco en la vigilia de Navidad ha abierto en la Basílica de San Pedro la Puerta Santa y de esta manera hemos empezado el Año Santo. Hoy día la Iglesia Castrense celebra la apertura del Jubileo.

¿Qué puerta debemos abrir? Evidentemente debemos abrir con toda nuestra libertad, la puerta de nuestra fe y ¿a quién debemos abrir la puerta? Al Rey de la Gloria, a Cristo Jesús nuestro Señor y Salvador.

No puedo aquí no recordar las palabras del Santo Juan Pablo II que, al comienzo de su pontificado, en octubre de 1978, gritó: <<¡Hermanos y hermanas! ¡No tengan miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!

/…/ ¡No teman! ¡Abran más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo!>>”

Continuando, el Nuncio Apostólico compartió, “(…) el Santo Padre Papa Francisco nos invita a reflexionar en manera especial sobre la esperanza cristiana. Como el lema de este año santo, el Papa escogió “Peregrinos de la Esperanza”.

El Santo Padre afirma que “Hay esperanza para cada uno de nosotros”. No podemos olvidar “que Dios lo perdona todo, Dios perdona siempre”.

Para acoger el regalo del Nacimiento del Señor, el Papa recordó que estamos llamados a ponernos en camino con el asombro de los pastores de Belén, y retoma el relato del Evangelio que fue proclamado en la sagrada Eucaristía de Nochebuena. <<Esta es la señal para recuperar la esperanza perdida: renovarla dentro de nosotros, sembrarla en las desolaciones de nuestro tiempo y de nuestro mundo rápidamente>>”.

En otro párrafo, Mons. Miroslaw Adamczyk, señaló, “(…) hoy celebramos la apertura del Jubileo, en el Domingo de la Sagrada Familia. Las personas más queridas en nuestras vidas son papá y mamá. No importa cuantos años tengamos, sino que, recordando a nuestros padres, sentimos siempre muchas bellas emociones en nuestro corazón”.

Seguidamente, agregó, “(…) ser madre y padre no es fácil, sino una de las más altas y dignas misiones que Dios ha confiado a los seres humanos. Todos nosotros debemos tanto a nuestros padres. No hay modo de la suficientemente la deuda hacia nuestros padres, les debemos tanto, tanto. Hay un único modo de mostrar agradecimiento a nuestros padres: ser nosotros mismos, una buena madre, un buen padre y, a quien, como yo o los demás que han escogido el camino de la vocación o del celibato, ser buena religiosa, buen sacerdote, buen hombre o buena mujer”.

Profundizando, Mons. Miroslaw Adamczyk nos dijo, “no se aprecia suficientemente a la familia. Los amigos van y vienen, mientras solo la familia es un apoyo que dura por toda la vida. Cuando hay dificultades y problemas, ¿dónde volver sino a donde están los padres? ¿Quiénes nos comprenden y nos ayudan sin ningún interés? Solo nuestros padres, nuestros hermanos y hermanas. La fiesta de hoy nos sirve para poner de relieve todos los valores de la familia. No hay mejor lugar para nacer, para crecer que en familia”.

Finalmente, compartió, “regresamos al inicio, a la Puerta Santa, a la Puerta que debemos abrir a Cristo. El Santo Padre terminada su prédica del 24 de diciembre concluyó con la certeza de que en esta noche “la puerta santa” del corazón de Dios se abre para cada persona. “Jesús, Dios con nosotros, nace para ti, para nosotros, para todo hombre y mujer. Y con Él florece la alegría, con Él la vida cambia, con Él la esperanza no defrauda”.

Y así es la puerta de Dios, está siempre abierta para nosotros, somos nosotros los que debemos hacer un paso y abrir nuestro corazón a Él”.

Mons. Santiago Olivera en su mensaje compartido durante la celebración, luego de saludar y agradecer la presencia de todos, dijo, “es una alegría muy grande poder juntos, iniciar este año de gracia y quiero manifestarlo en esta alegría que supone encontramos para celebrar juntos este tiempo presidido por el Sr. Nuncio Apostólico en Argentina, ustedes saben que es él, el representante del Santo Padre aquí en nuestra tierra. Gracias por su presencia Mons. Miroslaw Adamczyk, nos llena de orgullo que pueda estar junto a todos nosotros, presidiendo la Eucaristía y acompañándonos en este tiempo. Tengo mucha esperanza en este Jubileo, al respecto quisiera compartir con ustedes un fragmento de la convocatoria del Jubileo de la Esperanza donde el Santo Padre nos dice:

<<10. En el Año jubilar estamos llamados a ser signos tangibles de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de penuria. Pienso en los presos que, privados de la libertad, experimentan cada día —además de la dureza de la reclusión— el vacío afectivo, las restricciones impuestas y, en bastantes casos, la falta de respeto. Propongo a los gobiernos del mundo que en el Año del Jubileo se asuman iniciativas que devuelvan la esperanza; formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad; itinerarios de reinserción en la comunidad a los que corresponda un compromiso concreto en la observancia de las leyes>>. 

Pedimos verdaderamente al Señor por este don. Ustedes saben que el primer Jubileo es con Jesucristo, cuando en la Sinagoga dice- haciendo alusión a Isaías-, <<he venido a dar un año de gracia del Señor …, libertad a los presos, dar la vista los ciegos, la liberación>>; le pedimos al Señor esta gracia para nuestra Iglesia Castrense; los invito a rezar en este tiempo por todo esto (…)”. 

Antes de concluir la celebración, Mons. Miroslaw Adamczyk bendijo la imagen de San Juan Pablo II y descubrió una placa recordatoria donde se lee:

La asistencia espiritual de los militares es algo que la Iglesia ha querido cuidar siempre con extraordinaria solicitud … (Spirituali militum curae)

Culminando el Año Diocesano de la Fe- Camino al Año Jubilar Diocesano 2027- en sentido homenaje a San Juan Pablo II, y su Constitución Apostólica «Spirituali militum curae», nuestro Obispo Diocesano, Mons. Santiago Olivera ofrenda esta imagen del Papa Santo, a la Iglesia Catedral «Stella Maris» y en el día de la fecha bendijo, el Nuncio Apostólico en Argentina, S.E.R. Mons. Miroslaw Adamczyk.

HOMILÍA.-

PALABRAS DE MONS. SANTIAGO OLIVERA, OBISPO CASTRENSE Y PARA LAS FUERZAS FEDERALES DE SEGURIDAD.-

CELEBRACIÓN.-

A continuación, compartimos en forma completa la Homilía del Nuncio Apostólico en Argentina:

Sagrada Familia -2024

IGLESIA CATEDRAL CASTRENSE, STELLA MARIS

OBISPADO CASTRENSE Y PARA LAS

FUERZAS FEDERALES DE SEGURIDAD

REPÚBLICA ARGENTINA

Homilía del Sr. Nuncio Apostólico, Mons. Miroslaw Adamczyk

Excelencia Reverendísima, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense y para las Fuerzas Federales de Seguridad;

Reverendos Presbíteros Capellanes;

Reverendo Diácono;

Honorables Autoridades del Ejército Argentino;

Miembros de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad;

Sr. Secretario de Culto de la Nación;

Sr. Ministro de Defensa de la Nación;

Hermanas Religiosas;

Hermanos y Hermanas en Cristo.

El Santo Padre, Papa Francisco en la vigilia de Navidad ha abierto en la Basílica de San Pedro la Puerta Santa y de esta manera hemos empezado el Año Santo. Hoy día la Iglesia Castrense celebra la apertura del Jubileo.

Abrir una puerta significa entrar en un espacio nuevo; celebrar el Jubileo significa celebrar el tiempo de gracia; el Año Santo significa que ha llegado el tiempo de renovar nuestra fe.

En el Salmo 24 leemos: ¡Portones, alcen los dinteles! Levantase puertas eternales y que entre el Rey de la gloria (7). ¿Quién es el Rey de la Gloria? El Señor Todopoderoso, Él es el Rey de la gloria (10).

¿Qué puerta debemos abrir? Evidentemente debemos abrir con toda nuestra libertad, la puerta de nuestra fe y ¿a quién debemos abrir la puerta? Al Rey de la Gloria, a Cristo Jesús nuestro Señor y Salvador.

No puedo aquí no recordar las palabras del Santo Juan Pablo II que, al comienzo de su pontificado, en octubre de 1978, gritó: “¡Hermanos y hermanas! ¡No tengan miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!

/…/ ¡No teman! ¡Abran más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo!”

El Papa Benedicto XVI en la carta encíclica Spe Salvi anuncia que La fe es esperanza. En efecto, <<esperanza>> es una palabra central de la fe bíblica, hasta el punto de que en muchos pasajes las palabras <<fe>> y <<esperanza>> parecen intercambiables. Así, la Carta a los Hebreos une estrechamente la <<plenitud de la fe>> (10,22) con la <<firme confesión de la esperanza>> (10,23), afirmaba el gran Papa teólogo.

Y justamente el Santo Padre Papa Francisco nos invita a reflexionar en manera especial sobre la esperanza cristiana. Como el lema de este año santo, el Papa escogió “Peregrinos de la Esperanza”.

El Santo Padre afirma que “Hay esperanza para cada uno de nosotros”. No podemos olvidar “que Dios lo perdona todo, Dios perdona siempre”.

Para acoger el regalo del Nacimiento del Señor, el Papa recordó que estamos llamados a ponernos en camino con el asombro de los pastores de Belén, y retoma el relato del Evangelio que fue proclamado en la sagrada Eucaristía de Nochebuena. “Esta es la señal para recuperar la esperanza perdida: renovarla dentro de nosotros, sembrarla en las desolaciones de nuestro tiempo y de nuestro mundo rápidamente”.

“Y hay tantas desolaciones en este tiempo. Pensemos en las guerras, en los niños ametrallados, en las bombas sobre las escuelas y los hospitales”, agregó el Pontífice y aconsejó a “disponerse rápidamente, sin aminorar el paso, dejándose atraer por la buena noticia”.

El Papa precisó que la esperanza cristiana es ese “algo más” que nos impulsa a movernos rápidamente, y especifico que el Jubileo nos invita a redescubrir la alegría del encuentro con el Señor, nos llama a la renovación espiritual y nos compromete a la transformación del mundo, para que este llegue a ser realmente un mundo jubila.

*****

Queridos hermanos y hermanas, en efecto, hoy celebramos la apertura del Jubileo, en el Domingo de la Sagrada Familia. Las personas más queridas en nuestras vidas son papá y mamá. No importa cuantos años tengamos, sino que, recordando a nuestros padres, sentimos siempre muchas bellas emociones en nuestro corazón.

Ser madre o padre, es un gran honor, pero también es una gran responsabilidad. Lo vemos perfectamente en el Evangelio de hoy, cuando María y José se preocupan de Jesús que se perdió en Jerusalén, al menos así han pensado ellos.

Queridos hermanos y hermanas, hablando a Ustedes, en su mayoría padres y madres, seguramente ustedes podrían hablar de los sufrimientos y sacrificios que han hecho por sus hijos. El enorme esfuerzo de criar a los niños, temblando ante las enfermedades y después trabajar duro para ofrecerles una educación.

Finalmente, los niños se hacen adultos, pero la preocupación de los padres no termina allí.

En Polonia, mi país, se dice: “niños pequeños, pequeños problemas, niños grandes, grandes problemas”. En efecto, los padres se preocupan de cómo va el matrimonio de sus hijos, piensan con angustia si el hijo tiene trabajo, si le falta dinero, se angustian cuando el hijo toma o lamentablemente consuma drogas.

Cuando los padres se convierten en abuelos, aman con inmenso amor a sus nietos, y al mismo tiempo, comienzan a preocuparse por ellos.

Queridos hermanos y hermanas, ser madre y padre no es fácil, sino una de las más altas y dignas misiones que Dios ha confiado a los seres humanos. Todos nosotros debemos tanto a nuestros padres. No hay modo de la suficientemente la deuda hacia nuestros padres, les debemos tanto, tanto. Hay un único modo de mostrar agradecimiento a nuestros padres: ser nosotros mismos, una buena madre, un buen padre y, a quien, como yo o los demás que han escogido el camino de la vocación o del celibato, ser buena religiosa, buen sacerdote, buen hombre o buena mujer.

Estamos obligados a decir que la familia de hoy atraviesa grandes dificultades. La lista de los problemas de nuestras familias es bien larga. La primera cosa, que los jóvenes de hoy no aprecian el sacramento del matrimonio. Algunos ven en ello, solo una ceremonia o un documento que no necesitan. Hay también tantas madres con hijos y abandonadas por los padres.

No se aprecia suficientemente a la familia. Los amigos van y vienen, mientras solo la familia es un apoyo que dura por toda la vida. Cuando hay dificultades y problemas, ¿dónde volver sino a donde están los padres? ¿Quiénes nos comprenden y nos ayudan sin ningún interés? Solo nuestros padres, nuestros hermanos y hermanas.

La fiesta de hoy nos sirve para poner de relieve todos los valores de la familia. No hay mejor lugar para nacer, para crecer que en familia. Lo saben mejor sobre todo aquellos que no han tenido la fortuna de tener una familia. Han sentido o sienten esa gran ausencia de un hogar, donde falta una madre y un padre.

Antes de todo, agradecemos a Dios por nuestras familias y, después debemos hacer un pequeño examen de conciencia: ¿estamos construyendo la paz y la armonía en nuestras familias? El amor es vínculo de la familia buena, y el amor debe reinar en todas nuestras familias.

Regresamos al inicio, a la Puerta Santa, a la Puerta que debemos abrir a Cristo. El Santo Padre terminada su prédica del 24 de diciembre concluyó con la certeza de que en esta noche “la puerta santa” del corazón de Dios se abre para cada persona. “Jesús, Dios con nosotros, nace para ti, para nosotros, para todo hombre y mujer. Y con Él florece la alegría, con Él la vida cambia, con Él la esperanza no defrauda”.

Y así es la puerta de Dios, está siempre abierta para nosotros, somos nosotros los que debemos hacer un paso y abrir nuestro corazón a Él.

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