PAPA FRANCISCO | Pidamos al Señor la gracia de escuchar más de lo que hablamos, la gracia de soñar los sueños de Dios y de acoger responsablemente a Cristo, así lo pidió el Santo Padre en su mensaje compartido durante la Audiencia General. Celebrada en el Aula Pablo VI, Su Santidad Francisco reanudó el nuevo ciclo de catequesis que se desarrollará a lo largo del Año Jubilar, «Jesucristo, nuestra esperanza», y centró su meditación en el tema «Le llamaréis Jesús» (Mt 1,21). El anuncio a José (Lectura: Mt 1,18-21).
El Papa nos decía, “Jesús, en efecto, es la esperanza de Israel que se cumple: es el descendiente prometido a David (cf. 2Sam 7,12; 1Cr 17,11), que hace su casa «bendita para siempre» (2Sam 7,29); es el retoño que brota del tronco de José (cf. Is 11,1), el «retoño justo» destinado a reinar como verdadero rey, que sabe ejercer el derecho y la justicia (cf. Jr 23,5; 33,15). José entra en escena en el Evangelio de Mateo como prometido de María. Para los judíos, los esponsales eran un verdadero vínculo jurídico, que preparaba para lo que sucedería aproximadamente un año después, la celebración del matrimonio”.
Continuando, el Santo Padre agregó, “fue durante este tiempo cuando José descubrió el embarazo de María y su amor fue puesto a dura prueba. Ante tal situación, que habría llevado a la ruptura del compromiso, la Ley sugería dos posibles soluciones: o bien un acto jurídico público, como citar a la mujer ante los tribunales, o bien un acto privado, como entregar a la mujer una carta de repudio”.
En otro párrafo, el Pontífice decía, “en su sueño, José oye estas palabras: «José, hijo de David, no temas llevar contigo a María, tu mujer. Porque el niño que ha sido engendrado en ella viene del Espíritu Santo; dará a luz un hijo, y llamarás por su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,20-21). Ante esta revelación, José no pide más pruebas, se fía. José confía en Dios, acepta el sueño de Dios sobre su vida y la de su prometida. Así entra en la gracia de quien sabe vivir la promesa divina con fe, esperanza y amor”.
Finalmente, el Papa señaló, “José se fía de Dios y obedece: «Su vigilancia interior por Dios… se convierte espontáneamente en obediencia» (Benedicto XVI, La infancia de Jesús, Milán-Ciudad del Vaticano 2012, 57). (…), pidamos también nosotros al Señor la gracia de escuchar más de lo que hablamos, la gracia de soñar los sueños de Dios y de acoger responsablemente a Cristo que, desde el momento de nuestro bautismo, vive y crece en nuestras vidas”.
A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:
Ciclo de catequesis – Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. 3. «Le llamarás Jesús» (Mt 1,21). El anuncio a José
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Continuemos hoy contemplando a Jesús en el misterio de sus orígenes narrado en los Evangelios de la infancia.
Si Lucas nos permite hacerlo desde la perspectiva de su madre, la Virgen María, Mateo, en cambio, se sitúa en la perspectiva de José, el hombre que asume la paternidad legal de Jesús, injertándolo en el tronco de Jesé y vinculándolo a la promesa hecha a David.
Jesús, en efecto, es la esperanza de Israel que se cumple: es el descendiente prometido a David (cf. 2Sam 7,12; 1Cr 17,11), que hace su casa «bendita para siempre» (2Sam 7,29); es el retoño que brota del tronco de José (cf. Is 11,1), el «retoño justo» destinado a reinar como verdadero rey, que sabe ejercer el derecho y la justicia (cf. Jr 23,5; 33,15).
José entra en escena en el Evangelio de Mateo como prometido de María. Para los judíos, los esponsales eran un verdadero vínculo jurídico, que preparaba para lo que sucedería aproximadamente un año después, la celebración del matrimonio. Era entonces cuando la mujer pasaba de la custodia de su padre a la de su marido, mudándose con él y poniéndose a su disposición para el don de la maternidad.
Fue durante este tiempo cuando José descubrió el embarazo de María y su amor fue puesto a dura prueba. Ante tal situación, que habría llevado a la ruptura del compromiso, la Ley sugería dos posibles soluciones: o bien un acto jurídico público, como citar a la mujer ante los tribunales, o bien un acto privado, como entregar a la mujer una carta de repudio.
Mateo define a José como un hombre «justo» (zaddiq), un hombre que vive según la Ley del Señor, que se inspira en ella en todas las ocasiones de su vida. Siguiendo así la Palabra de Dios, José actúa reflexivamente: no se deja vencer por sentimientos instintivos y teme llevarse a María, sino que prefiere dejarse guiar por la sabiduría divina. Opta por separarse de María en silencio, en privado (cf. Mt 1,19). Y ésta es la sabiduría de José que le permite no equivocarse y hacerse abierto y dócil a la voz del Señor.
De este modo, José de Nazaret recuerda a otro José, hijo de Jacob, apodado «señor de los sueños» (cf. Gn 37,19), tan amado por su padre y tan odiado por sus hermanos, a quien Dios resucitó sentándolo en la corte del Faraón.
Ahora bien, ¿qué sueña José de Nazaret? Sueña con el milagro que Dios realiza en la vida de María, y también con el milagro que él realiza en su propia vida: asumir una paternidad capaz de custodiar, proteger y transmitir una herencia material y espiritual. El vientre de su esposa está preñado de la promesa de Dios, una promesa que lleva un nombre en el que se da a todos la certeza de la salvación (cf. Hch 4,12).
En su sueño, José oye estas palabras: «José, hijo de David, no temas llevar contigo a María, tu mujer. Porque el niño que ha sido engendrado en ella viene del Espíritu Santo; dará a luz un hijo, y llamarás por su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,20-21). Ante esta revelación, José no pide más pruebas, se fía. José confía en Dios, acepta el sueño de Dios sobre su vida y la de su prometida. Así entra en la gracia de quien sabe vivir la promesa divina con fe, esperanza y amor.
José, en todo esto, no pronuncia una palabra, sino que cree, espera y ama. No habla con «palabras al viento», sino con hechos concretos. Pertenece a la raza de los que el apóstol Santiago llama los que «ponen en práctica la Palabra» (cf. St 1,22), traduciéndola en obras, en carne, en vida. José se fía de Dios y obedece: «Su vigilancia interior por Dios… se convierte espontáneamente en obediencia» (Benedicto XVI, La infancia de Jesús, Milán-Ciudad del Vaticano 2012, 57).
Hermanas, hermanos, pidamos también nosotros al Señor la gracia de escuchar más de lo que hablamos, la gracia de soñar los sueños de Dios y de acoger responsablemente a Cristo que, desde el momento de nuestro bautismo, vive y crece en nuestras vidas. Gracias.
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Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, que son muchos hoy. Pidamos al Señor, por intercesión de san José, que nos ayude a ser valientes y creativos para irradiar al Cristo que, desde nuestro bautismo, vive y crece en nosotros. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
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LLAMAMIENTO
Expreso mi preocupación por el empeoramiento de la situación de seguridad en la República Democrática del Congo. Insto a todas las partes en conflicto a que se comprometan a cesar las hostilidades y a proteger a la población civil de Goma y otras zonas afectadas por operaciones militares. También sigo con aprensión lo que está ocurriendo en la capital, Kinshasa, esperando que cesen cuanto antes todas las formas de violencia contra las personas y sus bienes. Al tiempo que rezo por el pronto restablecimiento de la paz y la seguridad, hago un llamamiento a las autoridades locales y a la comunidad internacional para que hagan todo lo posible por resolver la situación de conflicto por medios pacíficos.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua italiana. Saludo, en particular, a la parroquia de San Michele Arcangelo de Manfredonia, a la que animo a testimoniar con alegría el Evangelio en su vida cotidiana. Saludo también a la Asociación de los Caballeros Italianos de la Soberana Orden Militar de Malta y a la Aldea educativa de Polizzi Generosa.
Y no olvidemos rezar por la paz: Palestina, Israel, Myanmar y tantos países que están en guerra. ¡La guerra es siempre una derrota! Recemos por la paz.
Por último, mi pensamiento está con los jóvenes, los enfermos, los ancianos y los recién casados. Pasado mañana es la memoria litúrgica de san Juan Bosco, sacerdote y educador. Miradle como maestro de vida y aprended de su experiencia espiritual a confiar en Dios, Padre misericordioso, en todas las circunstancias.
Mi bendición para todos.
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