MONS. OLIVERA | Francisco, murió hasta el extremo, dando todo, se lo recordará como un argentino que ha llegado a ser el Sumo Pontífice, uno de los hombres más importantes de la historia, de nuestra patria y de América, así describía al Santo Padre el Obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad en entrevista con Víctor Balseiro, para MDZ. Mons. Santiago Olivera, visitó la redacción del diario Digital mendocino y en diálogo con el Periodista Balseiro, pudo compartir una extensa conversación donde nos habló de querido Papa Francisco.
El artículo, titulado como, «Vamos a extrañar más de lo que creemos a Francisco»,el Obispo compartía, “la vida de Francisco muchas veces no se conocía. Creo que se va a reivindicar mucho su figura en nuestra patria y vamos a valorar y extrañar más de lo que creemos”.
Entre los temas abordados en la entrevista, Mons. Santiago se refirió sobre, el legado que deja el Santo Padre Francisco, sus recuerdos y cómo se lo recordará. Respecto de la última consulta, el Obispo decía que se lo recordará, “como un argentino que ha llegado a ser el Sumo Pontífice, uno de los hombres más importantes de la historia, de nuestra patria y de América. Se lo va a recordar por una Iglesia pobre para los pobres, por una Iglesia que puso su mirada en los inmigrantes de los más débiles. Fue a la isla de Lampedusa. Iba a lugares a las periferias en su primer viaje. Ponía la mirada y nos invitaba a mirar a donde él miraba. Y se lo va a recordar por el Papa, que hizo una opción por la austeridad y pobreza”.
A continuación, compartimos en forma completa la entrevista de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad en MDZ:
ENTREVISTAS MDZ
Santiago Olivera: «Vamos a extrañar más de lo que creemos a Francisco»
Transitando los primeros días luego de la partida del papa Francisco, el obispo castrense relató sus vivencias junto al Santo Padre.
Víctor Balseiro
Con el fallecimiento del Papa Francisco, termina un Pontificado de 12 años donde Jorge Bergoglio realizó innumerables, audiencias y encuentros en los que marcó la cercanía con el prójimo a través de sus acciones. Un Papa que demostraba gestos en cada pueblo que visitaba.
El obispo castrense y de las Fuerzas Federales, Monseñor Santiago Olivera, tuvo la oportunidad de visitarlo en el mes de febrero con motivo del Jubileo de las Fuerzas Armadas de todo el mundo y precisamente fue la última actividad del Santo Padre, ya que al poco tiempo fue internado en el Policlínico Gemelli, nos visita en la redacción de MDZ.
– ¿Empieza la etapa de recordar y redescubrir a Francisco, desde su legado, desde sus acciones?
– La vida de Francisco muchas veces no se conocía. Creo que se va a reivindicar mucho su figura en nuestra patria y vamos a valorar y extrañar más de lo que creemos. Tuve la alegría de verlo por última vez el 9 de febrero, hace tan solo 2 meses, fue su última actividad. Francisco pudo estar todo el tiempo y fue el Jubileo de los militares y de las fuerzas de seguridad por las fuerzas policiales y cuerpos de seguridad o cuerpos policiales, como llamaban allí. Nosotros estamos felices porque eso estuvo presente. Fue ahí cuando no pudo terminar la homilía y le pidió a su colaborador y que la plaza de San Pedro estalló de un aplauso y fue muy edificante. Ya le costaba hablar como se manifestó allí. Pero nos empezó a hablar con sus gestos más que con sus palabras. Pero esta imposibilidad nos marcó gestos hasta el fin.
– ¿Monseñor en ese viaje de regreso, en el avión, pensó que debido a la dificultad para hablar y ya con sus 88 años, sintió que podía ser la última vez?
– La verdad que no, ni pensé que iba a ser lo último. Cuando estuvo internado tenía mucha esperanza y mucha fe que iba a salir. El Santo Padre entregó todo, y ese día nos fuimos con cierta admiración, justamente porque ese día hacía frío, veíamos que lo cuidaban mucho, lo habían trasladado en un auto pequeño y además no pudo terminar de hablar. Ese día fue el 9 de febrero y el 14 fue su internación. No suponíamos que iba a ser la última vez, ni en el grupo nuestro que habíamos viajado, teníamos la sensación que se moría. De hecho, salió de su internación y pudo volver a su lugar, a su ambiente, a su trabajo, que de incansable a mí me hace acordar mucho al Padre José Gabriel del Rosario Brochero, porque este santo decía que «Deseaba morir confesando, o predicando el Evangelio, o en el fondo morir con el ministerio en acto, te diría como Obispo Castrense, con las botas puestas Y así pasó con Francisco. El viernes Santo fue a ver a los presos y hacer ese gesto que no quiso interrumpir. No mirarse a sí mismo porque era un riesgo para su salud. El domingo de Pascua verlo estar así, paseando por la plaza de San Pedro con su pueblo, con su gente, recibiendo a una pequeña con un tratamiento por una enfermedad y ya se lo veía distinto al Santo Padre, pero murió trabajando.
– ¿Qué legado le deja al mundo?
– Murió hasta el extremo, dando todo. Fue un signo de Francisco. Tuve la oportunidad de verlo en varias ocasiones a lo largo de estos 12 años de Pontificado y siempre me traía esos signos que marcó Francisco, los mismos que marcó aquí, cuando era Jorge Bergoglio acá en Buenos Aires. Se agudizó en el tiempo, justamente del pontificado. El Papa tenía esos gestos y varios de los que no se conocían de él, que, también en esa ley evangélica él guardaba muchas cosas. Recuerdo charlas o comentarios con él de hondura y sencillez, porque tenía ejemplos muy cotidianos.
– ¿Sobre qué temas conversaban?
– Él hablaba de sus preocupaciones, de la pobreza, de la generosidad. «Nunca vi en un cortejo fúnebre, un camión de mudanza». Imágenes y palabras que quedaron grabadas o cuando conversábamos con él. La cantidad de gente que pedía ayuda y limosna y siempre los ayudaba. «Porque hay chicos que piden, pero también los usan a través de la droga. Francisco nos decía, «¿Qué pide el Evangelio? Que seamos generosos, que demos a que nos pide o que hagamos un estudio hacia dónde va lo que damos». Cuando había una reunión de Obispos, de todo el mundo, e identificaba un argentino, lo miraba y lo llamaba por el nombre. Era como que lo hacía como un código, mostraba cercanía.
– ¿Preguntaba por los problemas de Argentina?
– Era muy inquieto por Argentina y no solo preguntaba, sino que me comentaba, tenía mucho conocimiento e interés, él sacaba los temas. Era admirable su sabiduría y su conocimiento, no estaba ausente de él. Argentina siempre lo preocupaba.
– Al otro día que Francisco partió, se celebró el día de la Tierra, un gran capítulo de su Pontificado.
– Escribió la Encíclica «Laudato Si» dentro de su Pontificado. A la Iglesia le interesa todo lo humano y de algún modo esa con «Laudato Si» recuperó esta amistad con la casa común. No preservar, cuidarnos, custodiarla, dejarle lo mejor posible la casa a las generaciones futuras. Esta osadía de un Papa que descubre que habla de valores que son de la tierra. Son de nuestro mundo, pero que son imagen de los cielos y tierras nuevas que esperamos.
Mi recuerdo sobre Francisco
– La imagen de Francisco subiendo esa escalera en Plaza San Pedro en la pandemia totalmente solo, cuando dijo «Nadie se salva solo, todos estamos en el mismo barco».
– Él siempre habló de unidad, de todos juntos. Esa imagen tremenda caminando así hacia la cruz. Descubrir que él fue el impulsor y que repetía todo el tema de la cultura del encuentro y el Sínodo, que es caminar juntos. Otro legado es el diálogo interreligioso, porque tuvo contactos y tratos muy estrechos. Tuve la gracia de recibir mensajes de rabinos, pastores evangélicos, de solidaridad y de cariño, porque él suscitó eso del diálogo como punto de encuentro y respeto por el pensamiento distinto. Se puede pensar distinto y sin embargo ser amigos y tener lazos de fraternidad. Mencionando a Juan Pablo II en Asís con todas las religiones y la valoración. La verdad que nosotros somos un país complicado, el mismo Papa decía que Argentina es maravilloso, pero estamos nosotros.
– ¿Cómo fue ese llamado de Francisco a ser Obispo de las Fuerzas Armadas y Federales?
– Cuando el Nuncio Apostólico me avisa en 12 de marzo del 2017 que el Papa me había nombrado Obispo Castrense, una sede que venía de 12 años sin una autoridad, y espontáneamente le pregunto al Nuncio «¿Pero el Papa lo sabe?». El Papa es quien designa a los obispos. Me pregunta si acepto el cargo, y acepté. No tenía ni idea del mundo que me metían, solo confié en Francisco. Pensé en una frase del Beato Eduardo Pironio que dijo: «Solo una vez pude elegir mi vida, fue cuando entré al seminario, después ya no elegí más». Me encantó, un poco pasó eso. Al poco tiempo me llama el teléfono del Santo Padre y lo que primero me dice: «Buen día, mi general». Todavía me acuerdo, pero fue simpático.
– Tenía mucho de Padre, pero padre en serio, no padre como sacerdote, sino papá con acento.
– Cuando era Obispo en Cruz del Eje más de una vez he venido a conversar con Jorge Bergoglio en Buenos Aires para consultarle, para hablar, y era un referente. Es un hombre de poder, de gobierno, de consulta. Fue un sabio, un Jesuita que sabía discernir y ayudar a discernir y se lo extraña. Siempre encontré luz y siempre encontré la palabra justa y cercana.
– Durante algunos años fue Obispo de Cruz del Eje luego Obispo Castrense, pero durante muchos años también delegado por la Causa de los Santos. ¿Podemos pensar en un Francisco santo?
– Todo es posible, pasará el tiempo. De mis 17 años de Obispo, estuve 3 años al frente de la Comisión Episcopal de Comunicación y 14 restante delegado para la Casa de los Santos y tuve la gracia de leer y de conocer, y ninguno de los santos son impecables, ni San Agustín, ni San Pablo, San Brochero también era un hombre y tenía una fortaleza muy grande. Lo podemos decir en nombre de Dios, porque un nombre que bueno da su ejemplo, esas confesiones que él no era, todos nos confesamos y quiera Dios que todos reconozcamos con humildad nuestros pecados.
– ¿Cómo se lo va a recordar a Francisco dentro de unos años?
– Como un argentino que ha llegado a ser el Sumo Pontífice, uno de los hombres más importantes de la historia, de nuestra patria y de América. Se lo va a recordar por una Iglesia pobre para los pobres, por una Iglesia que puso su mirada en los inmigrantes de los más débiles. Fue a la isla de Lampedusa. Iba a lugares a las periferias en su primer viaje. Ponía la mirada y nos invitaba a mirar a donde él miraba. Y se lo va a recordar por el Papa, que hizo una opción por la austeridad y pobreza.
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