CABA | Mons. Olivera tomó Juramento de Fidelidad, al nuevo Vicario Judicial y Presidente del Tribunal del Obispado Castrense de Argentina, fue durante el transcurso de la mañana del 2 de febrero en la Catedral Castrense, Stella Maris, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Acompañaron al Obispo Castrense de Argentina, Mons. Santiago Olivera, el Vicario General, Mons. Gustavo Acuña, el Canciller y Capellán Mayor de la Armada Argentina, Padre, Francisco Rostom Maderna el Capellán Mayor, Padre Eduardo Castellanos, el Capellán Mayor de FAA, Padre César Tauro, el Capellán Mayor de GNA, Padre Jorge Massut, el Capellán Mayor de PNA, Padre Diego Tibaldo, el Capellán Mayor de PSA, Padre Rubén Bonacina y el Rector de la Catedral Castrense, Padre Diego Pereyra.
De esta forma, asumía en su cargo el Vicario Judicial y Presidente del Tribunal de la Diócesis Castrense de Argentina, el Pbro. Daniel Alfredo Cirrincione. Cabe mensionar, que el anterior Vicario, el Pbro. Juan Lisandro Scarabino concluyó su servicio puesto que su Superior lo trasladó a España.
Por su parte, Mons. Santiago compartía, “es una alegría poder estar junto con los Capellanes Mayores, al Rector de la Iglesia Catedral y al personal de nuestro Obispado en el Juramento de Fidelidad, porque nos renueva en nuestro servicio pastoral. Lo que significa realmente un servicio como Vicario de Justicia y Presidente del Tribunal para ayudar a los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas a regularizar situaciones y acompañar la vida judicial de nuestro Obispado”.
A continuación, compartimos el Juramento de Fidelidad:
Obispado Castrense de Argentina
JURAMENTO DE FIDELIDAD
Yo, Pbro. Daniel Alfredo Cirrincione, al asumir el oficio de Vicario Judicial y Presidente del Tribunal del Obispado Castrense de Argentina, prometo mantenerme siempre en comunión con la Iglesia Católica, tanto en lo que exprese de palabra, como en mi manera de obrar. Soy plenamente consciente de que mi consagración a Dios y servicio a los demás conlleven que el ejercicio de mi ministerio en cumplimiento del deber, implique -a ejemplo de Jesús- dar la vida.
Cumpliré con gran diligencia y fidelidad las obligaciones a las que estoy comprometido con la Iglesia tanto universal como particular, en la que he sido llamado a ejercer mi sirvicio, ayudando a los fieles a mi confiados a identificar aquellos elementos que puedan llegar a ser un puente y una plataforma para el encuentro con Cristo Principe de la paz y con todos, destacando particularmente el valor de la vida, el valor de la persona y el valor de la paz, a fin de que puedan vivir en plenitud la vocación bautismal y su pertenencia eclesial, según lo establecido por el Derecho.
En ejercicio del ministerio que me ha sido confiado en nombre de la Iglesia, conservaré íntegro el depósito de la fe y lo transmitiré y explicaré fielmente, evitando, por tanto, cualquier doctrina que le sea contraria para que nuestro «Servicio de paz entre las armas» sea un «nuevo anuncio del Evangelio en el mundo militar y policial, del que los militares y policías cristianos y sus comunidades no pueden por menos de ser los primeros heraldos».
Seguiré y promoveré la disciplina común a toda la Iglesia y observaré todas las leyes eclesiástica, ante todo aquellas contenidas en el Código de Derecho Canónico.
Con obediencia cristiana acataré lo que enseñen los sagrados Pastores, como doctores y maestros auténticos de la fe, y lo que establezcan como guías de la Iglesia, para que pueda ser de veras el amor que une a las gentes de este mundo, su corazón, su voz que adora y ruega, que goza y que llora, su expiación su mensajero de esperanza y ayudaré fielmente a los Obispos diocesanos, para que la acción apostólica que hede ejercer en nombre y por mandato de la Iglesia, se realice siempre en comunión con ella.
Que así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mis manos.
En la Catedral Castrense Stella Maris, a 2 días del mes de febrero del año del Señor 2022.
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