Hungría | El Evangelio nos une y es volviendo allí, a la fuente, como continuará el camino entre los cristianos según la voluntad de Jesús, el Buen Pastor, que nos quiere unidos en un solo rebaño, así lo expresó el Santo Padre al compartir su mensaje antes de recitar la oración de Regina Coeli. Desde la plaza Kossuth Lajos en la ciudad de Budapest, el Santo Padre rezó a la Virgen encomendándole al pueblo húngaro, el futuro de todo el continente europeo y, en especial, a los pueblos ucraniano y ruso «consagrados a Ti».

A continuación, compartimos el mensaje de Su Santidad Francisco:

VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD FRANCISCO

en HUNGRÍA

(28 – 30 abril 2023)

REINA COELI

  Budapest, Plaza Kossuth Lajos

Domingo, 30 de abril de 2023

Agradezco al cardenal Erdő sus palabras. Saludo a la Señora Presidenta, al Primer Ministro y a las Autoridades presentes. A punto de regresar a Roma, deseo expresar mi gratitud a ellos, a mis hermanos Obispos, a los sacerdotes, a los consagrados y consagradas y a todo el querido pueblo húngaro por la acogida y el afecto que he experimentado durante estos días. Y expreso mi gratitud a los que han venido desde lejos y a los que han trabajado tanto, y tan bien, para esta visita. A todos les digo: ¡köszönöm, Isten fizesse! [Un recuerdo especial para los enfermos y los ancianos, para los que no han podido estar aquí, para los que se sienten solos y para los que han perdido la fe en Dios y la esperanza en la vida. Estoy cerca de vosotros, rezo por vosotros y os bendigo.

Saludo a los Diplomáticos y a los hermanos y hermanas de otras confesiones cristianas. Gracias por vuestra presencia y gracias porque en este país diferentes confesiones y religiones se encuentran y se apoyan mutuamente. El cardenal Erdő dijo que aquí vivimos «en la frontera oriental del cristianismo occidental desde hace mil años». Es hermoso que las fronteras no representen fronteras que separan, sino zonas de contacto; y que los creyentes en Cristo pongan en primer lugar la caridad que une y no las diferencias históricas, culturales y religiosas que dividen. El Evangelio nos une y es volviendo allí, a la fuente, como continuará el camino entre los cristianos según la voluntad de Jesús, el Buen Pastor, que nos quiere unidos en un solo rebaño.

Nos dirigimos ahora a Nuestra Señora. A Ella, Magna Domina Hungarorum, a quien invocáis como Reina y Patrona, encomiendo a todos los húngaros. Y desde esta gran ciudad y este noble país, quisiera poner en su corazón la fe y el futuro de todo el Continente europeo, en el que he pensado estos días, y especialmente la causa de la paz. Virgen Santa, mira a los pueblos que más sufren. Mira especialmente al vecino y atormentado pueblo ucraniano y al pueblo ruso, consagrados a ti. Tú que eres la Reina de la Paz, infunde en el corazón de los hombres y de los responsables de las naciones el deseo de construir la paz, de dar a las jóvenes generaciones un futuro de esperanza, no de guerra; un futuro lleno de cunas, no de tumbas; un mundo de hermanos, no de muros.

Te miramos a ti, Santa Madre de Dios: después de la resurrección de Jesús, acompañaste los primeros pasos de la comunidad cristiana, haciéndola perseverante y unida en la oración (cf. Hch 1, 14). Así mantuviste unidos a los creyentes, custodiando la unidad con tu ejemplo dócil y servicial. Te pedimos por la Iglesia en Europa, para que encuentre la fuerza de la oración, para que redescubra en ti la humildad y la obediencia, el ardor del testimonio y la belleza del anuncio. A ti confiamos esta Iglesia y este país. Tú, que te alegraste con tu Hijo resucitado, llena nuestros corazones con su alegría. Queridos hermanos y hermanas, esto os deseo, que difundáis la alegría de Cristo: ¡Isten éltessen! [¡Mis mejores deseos!] Agradecido por estos días, os llevo en mi corazón y os pido que recéis por mí. ¡Isten áld meg a magyart! [¡Que Dios bendiga a los húngaros!]