Mons. Olivera | Debemos comprometernos a seguir construyendo la civilización del Amor y una Patria para todos

16 agosto, 2018

Mons. Olivera | Debemos comprometernos a seguir construyendo la civilización del Amor y una Patria para todos, es parte del mensaje vertido en la Homilía de en la Santa Misa, en la fiesta Patronal de la Catedral Castrense, Stella Maris. La Santísima Virgen Stella Maris, es Patrona de la Armada Argentina y Prefectura Naval Argentina, motivo por el cual también se contó con la presencia del Jefe del Estado Mayor General de la Armada (interino), Vicealmirante I.M., José Luis Villán, del director de Protección Ambiental de PNA P.G. Miguel Bartorelli.

Concelebraron, Vicario General Castrense, Mons. Gustavo Acuña, Capellán Mayor Armada, Padre Eduardo Castellanos, el Capellán Mayor de Prefectura Naval Argentina, Padre, Diego Julio Tibaldo, el Rector de la Catedral Castrense, Stella Maris, Padre Diego Pereyra y Capellanes.

El Obispo Castrense de Argentina, Mons. Olivera hizo referencia a la fecha, con mucha alegría nos reunimos hoy para Alabar y Bendecir al Señor en la memoria de la Santísima Virgen María, su Madre, en la Advocación de Stella Maris, “Estrella del Mar”, Así se llama este templo Catedral y ella es Patrona de la Armada Argentina desde del 18 de agosto de 1937, decreto firmado por el entonces Presidente Agustín P. Justo y de la Prefectura desde el 1 de octubre de 1948.

Mons. Santiago Olivera, también recordó el cumplimiento de las 3 décadas de la creación del Círculo Goyena, y los 208 años de la Creación del Escalafón Intendencia Naval y de la Marina Mercante. En referencia al libro de Reyes, se refirió a la narración de una pequeña nube que, elevándose sobre el mar, anunció a Elías mientras oraba en el monte Carmelo, la venida de la lluvia.

En su explicación, habló sobre la sequía en la que surcamos como sociedad en nuestros tiempos, recordando que, Elías nos enseña que tenemos que confiar en el Señor y que debemos mantener una actitud vigilante. Elías nos enseña sobre la oración. Lo principal para él era que se cumpliera la voluntad de su Padre celestial.

Mons. Olivera, hace un especial llamado sobre el tiempo en que vivimos, donde si bien no vivimos la sequía que pasaron los israelitas, la sequedad de valores humanos hace que hayamos transitado senderos de aridez extremas, como lo fue el tiempo del debate del aborto. Para nuestro Obispo, el drama del aborto que quiso ser ley e instaurarse como la cultura de la muerte, es una prueba y señal de lo que puede hacer un pueblo que se despierta, reza y actúa. La mejor y sincera oración nos dispone el corazón para decir Hágase, que se cumpla lo que has dicho.

Volviendo a la enseñanza de Elías, aquel que rezó y pidió 7 veces confirmar lo que veía su discípulo, el cual en su última observación confirmó que veía una pequeña nube, aquella que terminó con la sequía de años. Mons. Olivera nos cuenta que, a María se la ha relacionado desde los primeros tiempos, como esa nube y por tanto como signo del fin de la sequía.

Sin dudas atravesamos momentos difíciles como sociedad, pero también vivimos o podemos advertir sequía en nuestros corazones, y es allí, donde Mons. Olivera nos alienta a cambiar.

Dice nuestro Obispo sobre este tipo de desolación, “la sequía en nuestra Patria que se traduce o manifiesta en grietas dolorosas y enfrentamientos entre hermanos, adicciones, violencia, discusiones que enfrentan ante leyes de muerte, corrupción generalizada y escandalosa, pobreza que no son meras cifras sino rostros concretos que pasan hambre y padecen menores posibilidades y heridas irremediables. Sequias del corazón que nos desaniman.

Recordándonos que, María, Stella Maris, nos invita a ir a Jesús, nos invita a contemplarla para que, como fiel y mejor discípula, hagamos en nuestra vida la Voluntad de Dios. Que la lluvia de la Gracia de Dios fecunde nuestros corazones para no ser indiferentes ante el tiempo que nos toca, para comprometernos a seguir construyendo la civilización del Amor y una Patria para todos.

A continuación, transcribimos textual la Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

Misa de Stella Maris

Catedral Castrense, 16 de agosto de 2018

1 Reyes 18, 41-45

San Lucas 1,26-38

 Con mucha alegría nos reunimos hoy para Alabar y Bendecir al Señor en la memoria de la Santísima Virgen María, su Madre, en la Advocación de Stella Maris, “Estrella del Mar”, Así se llama este templo Catedral y ella es Patrona de la Armada Argentina desde del 18 de agosto de 1937, decreto firmado por el entonces Presidente Agustín P. Justo y de la Prefectura desde el 1 de octubre de 1948, Estamos cumpliendo 70 años. El decreto del Presidente Justo, expresaba que la “Advocación de Nuestra Señora Stella Maris, tiene singular significado para los hombres de mar y que su culto es particular y profundamente grato al personal de nuestra Marina. Estamos aquí con la misma certeza de aquellos años y los hombres y mujeres de la Armada y de la Prefectura renuevan hoy esta Iglesia Catedral los sentimientos de gozo y Amor a la Virgen, Madre Común de todos.

También nos unimos en esta Eucaristía con nuestros hermanos del Círculo Goyena a 30 años de la Creación del mismo y especialmente por el aniversario 208 de la Creación del Escalafón Intendencia Naval y de la Marina Mercante.

El libro de Reyes, que hemos escuchado, describe una pequeña nube que, elevándose sobre el mar, anunció a Elías mientras oraba en el monte Carmelo, la venida de la lluvia.

Esta era una gran noticia pues anunciaba el fin de la grave sequía que padecía el pueblo de Israel por más de tres años.

 

 “En cuanto a Elías, subió a la cima del Carmelo y empezó a agazaparse a tierra y a mantener su rostro puesto entre las rodillas.” Mientras que Ajab se preocupaba de llenar su estómago, Elías aprovechó la oportunidad para orar a su Padre.  arrodillado con la cabeza tan agachada que el rostro quedaba cerca de las rodillas. Elias rezó para que se acabara la sequía,

 

Elías sabía que Dios había dicho: “Estoy resuelto a dar lluvia sobre la superficie del suelo” Por lo tanto, lo que pidió fue que se efectuara la voluntad de su Padre, lo mismo que Jesús enseñaría a sus discípulos a pedir en la oración unos mil años más tarde. “Hágase tu Voluntad”

 

Si bien Elías estaba seguro de que Dios terminaría con la sequía, de lo que no estaba seguro era de cuándo lo haría. ¿Qué hizo el profeta mientras tanto? [Elías le] dijo a su servidor: ‘Sube, por favor. Mira en dirección al mar’. Él subió, pues, y miró, y entonces dijo: ‘No hay nada absolutamente’. Y él pasó a decir: ‘Vuelve’, siete veces”. El ejemplo de Elías nos enseña que tenemos que confiar en el Señor y que debemos mantener una actitud vigilante.

Elías anhelaba ver cualquier evidencia de que Dios iba a actuar, así que mandó a su ayudante a un lugar alto para buscar en el horizonte alguna señal de lluvia inminente. Cada vez que regresaba, su siervo le repetía sin entusiasmo: “No hay nada absolutamente”. El horizonte se veía claro, y el cielo, despejado, pero   Elías le acababa de decir al rey: “Hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero”. ¿cómo podía afirmar tal cosa cuando no se veía ni una sola nube?

Elías sabía lo que Dios había prometido. Y como su profeta y representante, tenía la seguridad de que cumpliría su palabra. Tanta confianza tenía en él, que era como si ya escuchara el aguacero.

 El profeta envió a su servidor, no una vez ni dos, sino siete veces. Podemos imaginarnos que el siervo se iría cansando de tanto ir y venir. Pero Elías siguió esperando con anhelo una señal sin darse por vencido. Por fin, después del séptimo viaje, el ayudante le informó: “¡Mira! Hay una nubecilla como la palma de la mano de un hombre, que viene ascendiendo del mar”

 Después de tres años y medio, por fin llovió sobre el suelo de Israel.

La nación entera estaba viviendo un momento crítico porque al ser un país agrícola y ganadero dependía de las lluvias para su subsistencia. Experimentaban la sequía como un signo del Señor por haber equivocado el camino y a la vez como una invitación a volver a él.

El retorno de las lluvias al país de Israel, es una buena noticia. A María se la ha relacionado desde los primeros tiempos, como esa nube y por tanto como signo del fin de la sequía.

Ella supo desear y buscar la Voluntad de Dios y supo decir en este diálogo con el Ángel enviado por Dios: Yo Soy la Servidora del Señor, que se cumpla en mi lo que has dicho.

Dicha nube, María es por tanto símbolo de esperanza prefigurando la inminente venida de Jesús.

Jesús es la fuente que nos sacia la sed de Dios.

El ejemplo de Elías nos enseña sobre la oración. Lo principal para él era que se cumpliera la voluntad de su Padre celestial.

El terrible drama del aborto que quiso ser legal, es una prueba y señal de lo que puede hacer un pueblo que se despierta, reza y actúa.

 

La mejor y sincera oración nos dispone el corazón para decir Hágase, que se cumpla lo que has dicho.

La sequía que pasaron los israelitas por haber transitado caminos equivocados, la podemos actualizar nosotros.

Podríamos decir, sin temor a equivocarnos que hay sequía en nuestro tiempo.

Experimentamos o podemos experimentar “sequía “en nuestro corazón, en nuestras vidas, desorientación, fe superficial y en algunos casos olvidada o enferma. Sequía en nuestras relaciones personales e institucionales.

 La sequía en nuestra Patria que se traduce o manifiesta en grietas dolorosas y enfrentamientos entre hermanos, adicciones, violencia, discusiones que enfrentan ante leyes de muerte, corrupción generalizada y escandalosa, pobreza que no son meras cifras sino rostros concretos que pasan hambre y padecen menores posibilidades y heridas irremediables. Sequias del corazón que nos desaniman.

María, Stella Maris, nos invita a ir a Jesús, nos invita a contemplarla para que, como fiel y mejor discípula, hagamos en nuestra vida la Voluntad de Dios. Que la lluvia de la Gracia de Dios fecunde nuestros corazones para no ser indiferentes ante el tiempo que nos toca, para comprometernos a seguir construyendo la civilización del Amor y una Patria para todos, Renovando en nuestras fuerzas Armadas y de Seguridad el compromiso de servir a los hermanos con pasión y con justicia. Viendo siempre en cada uno, un hermano.

 

Y esto lo vemos claramente en María, Estrella del Mar, Stella Maris.

 

 

Rezando con San Bernardo podemos decir:

 

“Si se levantan los vientos de la tentación: si te arrastran hacia los acantilados de la desesperación… mira la estrella; invoca a María.

Si están a punto de ahogarte las olas de la soberbia, la ambición, la envidia, la rivalidad…mira a la Estrella; Invoca a María”.

 

María, Estrella del Mar, ponemos bajo tu amparo y bajo tu manto a cada hombre y mujer de la Armada Argentina y a sus familias, especialmente volvemos confiados a pedir por el consuelo de los familiares del ARA San Juan, dando gracias por aquellos hombres y mujeres que a lo largo de nuestra historia entregaron su vida.

Ponemos bajo tu amparo Madre a cada

Hombre y mujer de la Prefectura Nacional Argentina en estos difíciles tiempos que se transitan, a cada familia especialmente a los que más sufren. Que frente a las dificultades nadie equivoque caminos y que siempre se cuide, respete y defienda la vida.

 

+Mons. Santiago Olivera

Obispo Castrense de Argentina

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