Mons. Olivera | El corazón de un Diácono que los obispos y sacerdotes, aunque seamos ordenados nunca dejamos de serlo, debe vibrar siempre en el corazón de aquellos de que más nos necesitan

18 junio, 2023

Mons. Olivera | El corazón de un Diácono que los obispos y sacerdotes, aunque seamos ordenados nunca dejamos de serlo, debe vibrar siempre en el corazón de aquellos de que más nos necesitan, así lo expresó el Obispo Castrense de Argentina al compartir la Homilía en la celebración de la Santa Misa donde ordenó por imposición de manos Diácono al Seminarista, Luis Alfredo Villafañe. Celebrada en la Parroquia Ntra. Sra. de Luján Castrense, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el último viernes 16 de junio.

Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, concelebraron los Capellanes Castrense de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad. En la Homilía, Mons. Santiago decía, “estamos celebrando en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y lo hacemos unidos también en esta fiesta que es para la Iglesia, la ordenación diaconal de Luis, la cual nos llena sin duda de gozo”. Agregando, “la Iglesia ha querido que luego de la celebración del Corpus Christi, el viernes siguiente se celebre solemnemente esta fiesta del Sagrado Corazón de Jesús en unidad con la Eucaristía, porque la Eucaristía es la entrega sin medida de Jesús por amor a todos, para redimirnos, para salvarnos. Y en esa entrega de la Cruz donde brotó sangre y agua, justamente los sacramentos de la Iglesia donde brota del corazón misericordioso el perdón, el alimento para todos sus hijos”.

Profundizando, el Obispo señalaba, “podríamos decir que, por excelencia, esta fiesta es la fiesta de la paz, es la fiesta de la confianza, aquel a quien le decimos, Sagrado Corazón de Jesús en voz confió. Ponemos nuestro corazón, ponemos nuestra vida, ponemos nuestras situaciones difíciles en el Corazón de Jesús, en este corazón que nos amó sin límites. Que maravilloso es Dios que se nos revela en su Hijo Jesús diciendo que, <<Dios es amor>>”.

En otro párrafo, Mons. Olivera refiriéndose a la ordenación diaconal del Seminarista, Luis Villafañe, decía, “recién escuchamos, <elegimos a este hermano nuestro> y quiero remarcar que elijo a este hermano nuestro, con mucho gusto. En realidad, es una elección de Jesús primeramente sin lugar a dudas, Luis, es Jesús quién te elige y lo sabes, lo has rezado.

No sos vos, no soy yo, no somos nosotros, es Jesús quién te ha elegido y te ha invitado a seguir. Es Jesús quién te llamó, el que te tocó el corazón y lo ha hecho en el contexto de una familia, ha llamado a tus padres y tus hermanos también, a todos los ha tocado en el corazón”.

Siguiendo, Mons. Santiago recordaba, “ayer fuimos testigos en Luján, del regalo que la Providencia nos ha hecho, regalo de Dios, en el cual Luis renovó, manifestó públicamente su compromiso con el celibato. Esto es de un amor con el Señor sin división, porque no solo eligió a Luis y él respondió, sino que también le dio la gracia, el carisma de ser un corazón enamorado de Dios, de estar dispuesto a dejarlo todo”.

Prosiguiendo, preguntó: “¿Para qué fuiste elegido? Sin duda podemos decir, para servir. ¿Y cómo y en qué? Para servir a los hermanos, para servirlos con esa mirada atenta de las necesidades.

El diaconado está en la entraña de la vida de los más pobres, el corazón de un Diácono que los obispos y sacerdotes, aunque seamos ordenados nunca dejamos de serlo, debe vibrar siempre en el corazón de aquellos de que más nos necesitan. Las distintas pobrezas que no solo son materiales, pobrezas psicológicas, pobrezas morales, allí donde hay pobreza un Diácono debe estar presente, acompañando, como la presencia de Jesús que acompaña, que sostiene, que contiene y para ello hay que tener una sensibilidad especial”.

Profundizando, Mons. Olivera se refirió a la misión de un Diácono, “(…) es anunciar el Evangelio, es formar a los cristianos, anunciando la Buena Noticia, explicitando la doctrina cristiana. En este mundo en que vivimos la primera predicación a los que no creen, es nuestra propia vida, quienes nos ven deben descubrir, qué es lo que nos lleva a vivir de esta manera.

La predicación primera de todos nosotros los cristianos, queramos o no, son nuestras actitudes, son nuestros criterios, son nuestros gestos, predicamos a Dios con nuestra vida. Pero también el Diácono está llamado a explicitar la vida cristiana y anunciar la grandeza de Dios, un Dios que es Padre, un Dios que es cercano, esto también Luis te confía la Iglesia”.

Completando, señaló, “en nombre de la Iglesia presidirás los responsos, los momentos difíciles de nuestra vida, asistirás a ser testigo oficiando los matrimonios. Seguramente sentirás pequeñes y temor frente ante tanta responsabilidad, sin embargo, sabemos que nuestra mirada y confianza debe estar siempre en Jesús, cuando nos ordenamos, nos postramos consientes de nuestra pobreza, pero hoy en día en el día del Sagrado Corazón, podrás decir, Jesús en voz confío.

Con mucha alegría te incardinas a esta Iglesia particular, que no solo es un vínculo jurídico es también una actitud espiritual, de hijo, de miembro de esta familia, de esta familia que te vio crecer en la Armada y que ahora ve con agrado también tu ordenación diaconal. De esta Iglesia particular, bien particular y personal que peregrina en cada hombre y mujer de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad, en esta Iglesia Castrense, que es toda la Iglesia Santa Católica Apostólica. No es una sucursal del Iglesia de Roma, es la Iglesia Católica toda, presente en esta Iglesia Castrense, particular con un Obispo concreto en comunión con Francisco, con el Papa y que seguimos esta misión de Jesús, ir por todo el mundo anunciando el Evangelio a los hermanos”.

Siguiendo, en la Homilía, Mons. Santiago recordó, “en estos días se cumplieron 15 años del anuncio de mi nombramiento de Obispo, y el lema de mi Episcopado que elegía es, «Los amó hasta el extremo». Quién diría que la Providencia, con el paso del tiempo, haya sido enviado a servir a mi pueblo, el que está dispuesto a entregar la vida hasta el extremo, día a día, para servir y servir a los que nos sirven”.

En el final, Mons. Olivera, resaltando su lema Episcopal se refirió al lema elegido por Luis Villafañe, al respecto decía, “quisiera compartir con ustedes algo que Luis escribió y rezó y me hizo parte, que me pareció muy lindo compartirlo con todos. Primero porque valoro y agradezco que Luis me haya hecho parte de la elección de su lema, cuando nosotros elegimos un lema, de algún modo marca nuestro corazón, por donde va.

Omitiendo la introducción, dice Luis en su escrito, voy a enumerarle algunos lemas que me interpelan”.

El primero: “Estoy en medio de Ustedes como el que sirve” (Lc 22,27)

Esta es una que me gusta en esta etapa configurativa donde se supone que intento configurarme con el Señor, particularmente en este ámbito del servicio, veo que no es algo que me cueste, al contrario, en ocasiones me da mucha alegría poder servir. Un ejemplo concreto tiene que ver con atender las mesas, ser buen anfitrión, me gusta hacer sentir cómodas a las personas que se sientan a mi mesa. Por supuesto esta actitud de servicio no se limita a un servicio de mesa, humildemente, creo que al servir es parte de mi vida cotidiana.  

Dice el segundo, “No he venido a ser servido, sino a servir” (Mt 20,28)

Este fragmento tiene un contexto: “El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes y el que quiera ser primero, que se haga su esclavo: como el hijo del hombre que no vino a ser servido sino a servir”. Nuevamente me veo interpelado por Jesús en esta vocación de servicio.

El tercero, “No tengan miedo de ser servidores de Cristo”

Este fragmento pertenece a la conclusión de una homilía que el Papa Francisco dirige a los Diáconos en Roma, donde deja claro que hay una unidad entre el apóstol y el que sirve, es decir: El que anuncia a Jesús está llamado a servir y el que sirve anuncia a Jesús.

Y el cuarto y último, “Los apóstoles, después de orar, les impusieron las manos” (Hech 6,6)

Este fragmento de los Hechos, es muy iluminador. Pues cuando los apóstoles se vieron desbordados de tanto apostolado y servicio, comenzaron a descuidar el ministerio de la Palabra, por eso después de orar impusieron las manos a siete varones y les encargaron la tarea de servir las mesas. El Catecismo de la Iglesia Católica, hace referencia a que esta perícopa fundamenta que la tarea del Diácono está estrechamente vinculado al Obispo en las tareas de su diaconía. Es por eso que en Hech 6,6 es muy elocuente ya que con el primer grado del orden me desempeñare como colaborador suyo en el servicio de la palabra del altar y de la caridad.

Gracias Luis.

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