MONS. OLIVERA | El sacerdote debe ser sobre todo un hombre de oración, el pueblo de Dios nos necesita orantes

7 junio, 2024

MONS. OLIVERA | El sacerdote debe ser sobre todo un hombre de oración, el pueblo de Dios nos necesita orantes, nos necesita santos, el mensaje fue compartido mediante una carta transcripta por el Obispo Castrense de Argentina, dirigida a los Sacerdotes Capellanes de nuestra Diócesis. Mons. Santiago Olivera hacía publicas sus palabras desde Asís, Italia, el último 6 de junio, donde recordando que el día del Sagrado Corazón, se celebra también la “Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes”, compartía su escrito.

Al respecto, decía el Obispo, que este, es, “un año que nos encuentra – con todo la Iglesia- dedicado a la oración y, a esto nos sumamos con un año diocesano dedicado a la fe. Ambas propuestas son preparación para sendos Años Jubilares, el del próximo año- por la rica tradición de la Iglesia- de celebrarlo cada 25 años y, más para nosotros, aunque compartido también con todos; el del 2027, con motivo de los 70 años de la presencia del Obispado Castrense en nuestra Patria, con sus matices de nombres, pero con el único anhelo: “Servir a los servidores de la Patria”.

Quiero agradecerles que sean presencia de Jesús, el Pastor Bueno, entre los hombres y mujeres de nuestras seis Fuerzas, entre las familias de estos, de los Retirados, hombres y mujeres todos que han servido a nuestra Patria ¡Cuántos ámbitos desafiantes para llevar el Evangelio y ahí están ustedes!”

Continuando, Mons. Santiago agregaba, “como regalo de Dios es nuestra vocación y el haber sido llamado, elegido y cuyo nombre- nuestro nombre- sonó en la voz de Corazón manso y humilde del Señor. Y tuvimos la libertad, la valentía y la gracia de decirle que sí. Les comparto esta carta desde Asís y me gustaría dedicarles unas palabras más, en la misma línea de la gratitud renovada por el ministerio sacerdotal de cada uno, dejándome iluminar por la figura de dos testigos grandes de la fe: San Francisco de Asís y el beato- próximo santo- Carlo Acutis. Ambos descansan- sus restos- en esta tierra de paz”.

En otro párrafo, el Obispo señalaba, “seguramente me verán- escucharán- agradecer siempre la presencia de ustedes, por ejemplo, en las celebraciones de “mucha importancia”, por decirlo de algún modo, las que son- en término castrense- “actos de servicio”, como aquellas que brotan de la gratuidad, del gesto de querer estar, aun cuando “en apariencia”, no parecerían ser importantes. Sabemos que la fe, ayuda a crear vínculos fuertes de fraternidad e Iglesia, que- como también suelo repetir- estos vínculos no se dan por “decreto”.

Que la intercesión y ejemplo de san Francisco, nos siga haciendo sacerdotes creyentes, hombres de fe firme, y testigos de ella que la contagian con palabras y gestos, en nuestra vida cotidiana. La oración en la vida del beato Carlo Acutis: “Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida”. Con estas pocas palabras Carlo Acutis, el chico que murió de leucemia, traza el rasgo distintivo de su breve existencia: vivir con Jesús, para Jesús, en Jesús. (…) “Estoy contento de morir porque he vivido mi vida sin malgastar ni un solo minuto de ella en cosas que no le gustan a Dios”.[1]

Avanzando, Mons. Olivera compartía, “a la luz de Carlo, y su oración desde la Eucaristía, podemos interrogarnos acerca de nuestras celebraciones y vida personal de oración. Cómo repercuten en nuestra vida y ministerio. Vuelvo a compartirles: “Quisiera que todos pongamos nuestra mirada en Jesús, nuestra mirada en Él. Mirada contemplativa y agradecida porque: Él es el que nos llamó. Él es el que nos amó hasta el Extremo (…) Mirada contemplativa, habla de mirada orante. El sacerdote debe ser sobre todo un hombre de oración. Lo necesitamos. Y el pueblo de Dios nos necesita orantes”.

Finalmente, Mons. Santiago decía a los Capellanes, “en esta Jornada de Oración por nuestra santificación, quisiera también que le pidamos- por intersección del Siervo de Dios Cnel. Argentino del Valle Larrabure- para que, a ejemplo suyo, podamos ser hombres de una profunda fe, y que toda nuestra vida sea entregada hasta el límite como la de él y ser testigos de lo absoluto, de lo eterno. Con renovada gratitud por la vida, ministerio y entrega de cada uno de ustedes, les dejo mi paternal bendición en el Señor Jesús Buen Pastor y en su Madre y Madre de todos y de cada uno, la Virgen María, Madre de los sacerdotes”.

A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

Jornada Mundial de Oración

por la Santificación de los Sacerdotes

Asís, 6 de junio de 2024

Prot. 79/2024

Querido hijo, hermano, amigo sacerdote:

En el día del Sagrado Corazón, celebramos también, como cada año: “La Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los sacerdotes”.

Un año que nos encuentra – con todo la Iglesia- dedicado a la oración y, a esto nos sumamos con un año diocesano dedicado a la fe. Ambas propuestas son preparación para sendos Años Jubilares, el del próximo año- por la rica tradición de la Iglesia- de celebrarlo cada 25 años y, más para nosotros, aunque compartido también con todos; el del 2027, con motivo de los 70 años de la presencia del Obispado Castrense en nuestra Patria, con sus matices de nombres, pero con el único anhelo: “Servir a los servidores de la Patria”.

Quiero agradecerles que sean presencia de Jesús, el Pastor Bueno, entre los hombres y mujeres de nuestras seis Fuerzas, entre las familias de estos, de los Retirados, hombres y mujeres todos que han servido a nuestra Patria ¡Cuántos ámbitos desafiantes para llevar el Evangelio y ahí están ustedes! La Casa Rosada, como otras dependencias de Presidencia, etc. Desafíos apasionantes y, saber que cuento con la colaboración de cada uno de ustedes, es un regalo de Dios. Como regalo de Dios es nuestra vocación y el haber sido llamado, elegido y cuyo nombre- nuestro nombre- sonó en la voz de Corazón manso y humilde del Señor. Y tuvimos la libertad, la valentía y la gracia de decirle que sí. Se me viene pedir que esa respuesta, a la Voz del Señor que sigue llamando- con nombres concretos entre nuestros jóvenes y adultos- sea de parte de ellos, también generosa, pronta, alegre y confiada. Aprovecho para pedirles por nuestros seminaristas y por sus iniciativas en favor de nuevas vocaciones.

Les comparto esta carta desde Asís y me gustaría dedicarles unas palabras más, en la misma línea de la gratitud renovada por el ministerio sacerdotal de cada uno, dejándome iluminar por la figura de dos testigos grandes de la fe: San Francisco de Asís y el beato- próximo santo- Carlo Acutis. Ambos descansan- sus restos- en esta tierra de paz.

La fe de san Francisco

Una pequeña anécdota de su vida, unida a una breve reflexión

Francisco se vio, en sueños, en la casa paterna, repleta de las armas de que se servían los caballeros. En el centro de la visión, una bella dama que él consideró de buenas a primeras como su novia. Una voz le anunció que estas armas eran para él y para sus soldados (2 Cel 6). Francisco, por su parte, asiente a esta voz que, a su vez, se conforma a sus proyectos para el futuro. Esta conformidad recíproca no impide al futuro caballero partir a la conquista de sus ascensos bajo las órdenes de Gauthier de Brienne (1 Cel 4; 2 Cel 6). Pero en Espoleto un nuevo sueño viene a refrenar la fuga del joven guerrero. Una voz más personal se hace oír: ¡la voz de Cristo! Sigue el diálogo esencial (2 Cel 6):

— «¿De quién puedes esperar más, del señor o del siervo?»

 — «Del señor», responde Francisco.

— «¿Por qué, entonces, correr tras el siervo en lugar de buscar al señor?»

Este segundo sueño viene a explicar y precisar el primero. El interlocutor misterioso, en quien Francisco reconoce a Cristo, no viene a quebrar el sueño adolescente de vida y de grandeza. Como amigo, corrige lo que tal ensueño entraña de ilusión y desviación, pero lo hace sin imponer nada, aun cuando los términos de la elección sean claros: ¡el señor o el siervo![2]

Francisco cree en esos “planes de Dios” y los asume con aquella pregunta tan clara- al estilo de San Pablo, al estilo de los destinatarios de la primera predicación de los Apóstoles: ¿Señor que quieres que haga? Querer meterse de lleno y con todo el corazón en un proyecto, cuya única certeza es la fidelidad de quien nos llama, reclama un corazón creyente, al estilo de Francisco que ve- como mejores ojos- el sueño de grandeza de Dios por encima de los suyos propios.

¡Cuántas veces el Señor tiene designios así para nosotros! Un cambio de destino, una misión o encargo pastoral en algún ámbito de nuestro Obispado, el trabajo en conjunto, encuentros de Formación, convocaciones del obispo, celebraciones presbiterales, ordenación de nuevos hermanos para el sacerdocio… parecen cosas de “pedregullo”, pero en esas cosas sencillas y cotidianas entra en juego nuestra actitud de fe.

Seguramente me verán- escucharán- agradecer siempre la presencia de ustedes, por ejemplo, en las celebraciones de “mucha importancia”, por decirlo de algún modo, las que son- en término castrense- “actos de servicio”, como aquellas que brotan de la gratuidad, del gesto de querer estar, aun cuando “en apariencia”, no parecerían ser importantes. Sabemos que la fe, ayuda a crear vínculos fuertes de fraternidad e Iglesia, que- como también suelo repetir- estos vínculos no se dan por “decreto”.

Que la intercesión y ejemplo de san Francisco, nos siga haciendo sacerdotes creyentes, hombres de fe firme, y testigos de ella que la contagian con palabras y gestos, en nuestra vida cotidiana.

La oración en la vida del beato Carlo Acutis

“Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida”. Con estas pocas palabras Carlo Acutis, el chico que murió de leucemia, traza el rasgo distintivo de su breve existencia: vivir con Jesús, para Jesús, en Jesús. (…) “Estoy contento de morir porque he vivido mi vida sin malgastar ni un solo minuto de ella en cosas que no le gustan a Dios”.[3]

Estas expresiones suyas marcan el itinerario espiritual de este jovencito santo, la oración nos une a Jesús y nos ayuda a descubrir, con mayor claridad, las “cosas que gustan a Dios”, que también implica distanciarnos de aquellas que no le son queridas. “O rezamos y dejamos de pecar o pecamos y dejamos de rezar”. Sentencia clara y cierta.

Es un jovencito que hizo “oración con y desde la Eucaristía”, a la cual la consideraba su “autopista al Cielo”, pero no se quedó en una relación intimista, individualista sino que gustó compartir esa convicción suya con los demás. De ahí la difusión de los Milagros Eucarísticos, a través de la Página Web que creó dando a conocer esos milagros eucarísticas, que se dieron en muchas partes del mundo.

Es una linda ocasión para que nuestro corazón sacerdotal se deje interpelar por este joven- casi niño- que, con su frescura, normalidad y espontaneidad, es un faro para la vida de todo católico que quiera vivir según la belleza, la bondad y la verdad del Evangelio.

A la luz de Carlo, y su oración desde la Eucaristía, podemos interrogarnos acerca de nuestras celebraciones y vida personal de oración. Cómo repercuten en nuestra vida y ministerio.

Vuelvo a compartirles: “Quisiera que todos pongamos nuestra mirada en Jesús, nuestra mirada en Él. Mirada contemplativa y agradecida porque: Él es el que nos llamó. Él es el que nos amó hasta el Extremo (…) Mirada contemplativa, habla de mirada orante. El sacerdote debe ser sobre todo un hombre de oración. Lo necesitamos. Y el pueblo de Dios nos necesita orantes. Nos necesita santos. La oración nos ayudará a discernir y andar por los caminos del Evangelio sin ambigüedades, firmes y seguros, frágiles pero fuertes”.[4]

Esta estrecha relación entre la Eucaristía y la oración, nos dice el Papa Francisco:

Convertidos en instrumentos para que arda en la tierra el fuego de su amor, custodiados en las entrañas de María, Virgen hecha Iglesia (como cantaba san Francisco), los presbíteros se dejan modelar por el Espíritu que quiere llevar a término la obra que comenzó en su ordenación. La acción del Espíritu les ofrece la posibilidad de ejercer la presidencia de la asamblea eucarística con el temor de Pedro, consciente de su condición de pecador (cfr. Lc 5,1-11), con la humildad fuerte del siervo sufriente (cfr. Is 42 ss), con el deseo de “ser comido” por el pueblo que se les confía en el ejercicio diario de su ministerio.[5]

En esta Jornada de Oración por nuestra santificación, quisiera también que le pidamos- por intersección del Siervo de Dios Cnel. Argentino del Valle Larrabure- para que, a ejemplo suyo, podamos ser hombres de una profunda fe, y que toda nuestra vida sea entregada hasta el límite como la de él y ser testigos de lo absoluto, de lo eterno.

Con renovada gratitud por la vida, ministerio y entrega de cada uno de ustedes, les dejo mi paternal bendición en el Señor Jesús Buen Pastor y en su Madre y Madre de todos y de cada uno, la Virgen María, Madre de los sacerdotes.

Un fuerte abrazo a cada uno

+Santiago Olivera

Obispo Castrense de Argentina


[1] DIRECTORIO FRANCISCANO San Francisco de Asís

[2] Ídem 1

3 Santa Misa Crismal, Buenos Aires, 17 de abril de 2019.

4 Ídem 3

5 Desiderio desideravi 59

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