Mons. Olivera | Estamos llamados a ser en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro trabajo, presencia de la Palabra de Dios

18 noviembre, 2022

Mons. Olivera | Estamos llamados a ser en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro trabajo, presencia de la Palabra de Dios, así lo señalaba el Obispo Castrense de Argentina al compartir la Homilía en la Santa Misa, donde también celebró sacramento de Confirmación. Fue en la tarde del miércoles 16 de noviembre, en la sede del Hogar Naval, Stella Maris, perteneciente a la Armada Argentina (ARA) y ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

Presidió la Santa Misa, Mons. Santiago Olivera, concelebraron, el Canciller y Capellán Mayor de la ARA, Padre Francisco Rostom Maderna, el Rector de la Catedral Castrense, Stella Maris, Capellán, Padre Diego Pereyra y el Capellán, Mons. Alberto Pita. En la Homilía, Mons. Santiago decía al principio, “es una alegría compartir con ustedes, el Sacramento de la Confirmación, también en este día, sumamos en esta acción de Gracias, la celebración del Padre Alberto Pita, quien hoy cumple 43 años de ordenación sacerdotal (16 de noviembre de 1979), por lo tanto, éste es un motivo de verdadera gratitud, por su sí, por su entrega”.

Seguidamente, refería el Obispo, “(…) todos los que nos sumamos a la celebración del sacramento, padres, madrinas, padrinos, familia, invitados, nos da la posibilidad de renovarnos en nuestra propia vida cristiana. No somos solo meros espectadores o acompañantes de este momento importante de los que se confirman, sino también tenemos que ponernos en la imposición de una nueva oportunidad, de modo que podamos vivir los sacramentos de la iniciación cristiana, bautismo, la Eucaristía, la confirmación, y, por lo tanto, renovarnos en la fe”.

Avanzando, compartía Mons. Olivera, “(…), estamos llamados a ser en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro trabajo, presencia de la Palabra de Dios. Los que nos ven, tienen que descubrir en qué creemos, cómo vivimos, cómo nos expresamos, cómo nos comportamos, aún cómo pensamos, toda nuestra vida manifiesta nuestra fe.

El creer para el cristiano es, no solo decirlo con los labios, significa tener la certeza, por lo tanto, ponerlo en práctica”.  Agregando, continuaba, “nosotros creemos en Dios, y por eso nosotros decimos, creemos en el Espíritu Santo, es el mismo espíritu que se les apareció a los discípulos, es el Espíritu Santo que hoy se hará presente en estos jóvenes”.

Profundizando, Mons. Santiago, explicaba sobre esto último, “no es otro Espíritu Santo, no es que estamos haciendo como si fuera Pentecostés. Por eso, la fe ilumina hoy el Espíritu Santo que viene a cada uno de ustedes que se confirman, así desciende con cada uno de sus dones y confirma en la vida de cada uno de ustedes el Bautismo”.

En otro párrafo, el Obispo nos decía, “el bautismo supone una nueva vida, nuevos criterios, nuevas leyes, no son las leyes propias, aún las civiles, sino las leyes de Dios, dejarnos conducir por las enseñanzas de Jesús. Aquel que crea se adhiere al Evangelio, a esa Buena Noticia de que Dios nos amó tanto que envió a su Hijo para salvarnos de la muerte eterna, porque el pecado rompió esa posibilidad”.

También subrayaba Mons. Santiago, que, “inmediatamente los que se confirman van a decir con mucha fuerza, que están dispuestos a vivir y morir como cristianos, están dispuestos a afrontar cualquier sufrimiento. Lo decimos porque en el mudo de hoy, la cultura actual a veces, nos impide a los cristianos manifestar nuestra fe, sufrimos hostigamientos, persecución, desprecio.

Y hoy ustedes van a responder, sí queremos vivir cristianamente, sí renunciamos”. Sintetizando en final, compartió, “pidamos al Señor entonces que nos renueve a todos en la fe, a sabernos que los que estamos confirmados, estamos sellados con una marca que nunca más se borrará, que es la marca de los testigos”.-

A continuación, compartimos en forma completa la Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

Homilia de Mons. Santiago Olivera

Confirmaciones en el Hogar Naval

16 de noviembre de  2022

Es una alegría compartir con ustedes, el Sacramento de la Confirmación, también en este día, sumamos en esta acción de Gracias, la celebración del Padre Alberto Pita, quien hoy cumple 43 años de ordenación sacerdotal (16 de noviembre de 1979), por lo tanto, éste es un motivo de verdadera gratitud, por su sí, por su entrega. También hoy, nos acompañan, el Canciller y Capellán Mayor de la Armada Argentina, Padre Francisco Rostom Maderna y el Padre Diego Pereyra, Rector de la Catedral Castrense, Stella Maris y Vicerrector del Seminario Diocesano. 

Me gusta decir, que para todos los que nos sumamos como invitados a participar de esta celebración -padres, madrinas, padrinos, familia-, nos da la posibilidad de renovarnos en nuestra propia vida cristiana. No somos solo espectadores o acompañantes de este momento importante de los que se confirman, sino también tenemos que disponernos ante una nueva oportunidad, en la cual podemos refrescar lo que significan los sacramentos de Iniciación Cristiana -que son el Bautismo, la Confirmación y la Comunión-, renovarnos en la fe, y por qué no, quizá el Señor hoy toque el corazón de cada uno de nosotros para acercarnos más a él, porque estamos celebrando un sacramento muy importante, lo hemos escuchado recién en la Palabra de Dios, en «Los Hechos de los Apóstoles», que los discípulos estaban escondidos por temor a los judíos y de pronto escucharon un gran ruido, unas ráfagas de fuego… y así recibieron al Espíritu Santo, Jesús les envió el Espíritu Santo

En la primera oración que dije al comienzo de la Misa, -después de cantar el Gloria-, le pedíamos a Dios de esta manera, <<que tu promesa se cumpla en nosotros, envía tu Espíritu Santo>>, y ¿para qué lo decíamos? Para que nos convirtamos ante el mundo en testigos valientes del Evangelio de Jesús.

Ustedes saben, que cada domingo, -los que concurren asiduamente los domingos- luego de la Lectura del Evangelio, la homilía y el momento de meditación, nos ponemos de pie y profesamos nuestra fe con el rezo del Credo, donde decimos, entre otras cosas, “…creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica…” Pero “Creo en el Espíritu Santo…. Para nosotros los cristianos el creer, no sólo es una manifestación con la boca, con las palabras, sino que plasmamos en la vida aquello que creemos, estamos llamados a ser “testigos valientes del Evangelio”, estamos llamados a ser en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro trabajo, “Presencia” de la Palabra de Dios; los que nos ven, tienen que descubrir en quién creemos, cómo vivimos, cómo nos expresamos, cómo nos comportamos, aún cómo pensamos; toda nuestra vida manifiesta nuestra fe. El creer para el cristiano, no es sólo decirlo con los labios, sino tener la certeza, ponerlo en práctica.

El Apóstol Santiago, como desafío nos dice, “muéstrame tu fe sin obras, y yo con mis obras, te mostraré la fe”… Los que vinieron a acompañar, los catequistas, los padrinos, manifiestan la fe, quieren ofrecer su tiempo, quieren sostener esta linda propuesta de acompañar en el crecimiento de la fe. Venir a Misa los Domingos, es una celebración de fe. Vivir en la caridad es una expresión de la fe, vivir en la verdad, no mentir, cumplir los mandamientos también lo es. Nosotros creemos en Dios, y por eso también decimos “creemos en el Espíritu Santo,” ese mismo Espíritu que se les apareció a los discípulos, es el mismo que hoy se hará presente en estos jóvenes.

Es impresionante pensar que así es, que es el Espíritu Santo de todos los tiempos… Cuando decimos “Creo en el espíritu Santo”, cuando nos confesamos y el Padre nos da la absolución, está el Espíritu Santo que nos perdona… “Los pecados serán perdonados a los que perdonen, serán retenidos a quienes no los retengan” como cuando no hay arrepentimiento… Ese mismo Espíritu Santo es el que actúa cuando los sacerdotes consagramos y el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre de Jesús… No es “otro” Espíritu Santo, no es que estamos haciendo “como si fuera” Pentecostés…

Hoy el Espíritu Santo viene a cada uno de ustedes que se confirman; hoy desciende con cada uno de sus dones y “confirma” en sus vidas el Bautismo. Cuando yo le pregunté al Padre Alberto, si estaban preparados, él respondió con fuerza: “ciertamente, todos están bautizados”. ¿Saben lo que manifestaba el deseo de bautizarse? Adherirse a Jesús; querer vivir una Vida Nueva; “Aquel que crea, que se bautice”.

El bautismo supone una nueva vida, nuevos criterios, nuevas leyes; no son las leyes propias, -aún las civiles-, sino las leyes de Dios; dejarnos conducir por las enseñanzas de Jesús. Aquel que crea en la Buena Noticia, y ¿cuál es la Buena Noticia? La de un Dios que nos amó tanto que se hizo Carne, que por nosotros se hizo hombre en Jesús; que envió a su Hijo para salvarnos de la muerte eterna, porque el pecado rompió esa posibilidad.

Jesús “desandó” el camino de Adán y Eva, cumplió la voluntad de Dios y muriendo y resucitando, nos ganó la Vida para siempre, nos salvó de la culpa para siempre; nos salvó de aquello que por el pecado estábamos destinados: Al no vivir cerca de Dios, moríamos y ahí terminaba todo. Pero nuestra fe, la fe católica, la propia de la Iglesia es que Jesús que murió y resucitó. Cuando Jesús cumple, -muere, resucita y vuelve al Padre- nos promete el Espíritu Santo que es Su Presencia. Este misterio Trinitario que es Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo que es como un abogado, un compañero del camino…

El Paráclito, el Espíritu Santo, el Espíritu de amor, ilumina, aconseja, acompaña, protege para vivir y poder ser testigos valientes del Evangelio.

Inmediatamente los que se confirman hoy, van a decir con mucha fuerza, que están dispuestos a vivir y morir como cristianos, que están dispuestos a afrontar cualquier sufrimiento.

Lo decimos porque en el mundo de hoy, la cultura actual nos impide a veces a los cristianos, manifestar nuestra fe, y por ser cristianos sufrimos persecución, desprecio. Y hoy ustedes van a responder, “sí queremos”, -queremos vivir cristianamente-, “sí renunciamos”, pero el Espíritu Santo los va ayudar, viene en nuestra ayuda, para que no sólo con nuestras propias fuerzas, sino con el Espíritu de Dios que nos asiste, nos sostiene, nos fortalece, nos ilumina, nos hace testigos valientes. Pidamos al Señor entonces que nos renueve a todos en la fe, a sabernos que los que estamos confirmados, estamos marcados y sellados por una marca que nunca más se borrará, que es la marca de los Testigos. Que así, sea.

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