MONS. OLIVERA | La paz no es solo ausencia de guerra, sino el fruto de la justicia, el respeto y la unidad, así lo afirmó el Obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad al compartir la invocación religiosa en el 30° aniversario de la formación del Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para las Operaciones de Paz (CAECOPAZ). El acto, celebrado en la Plaza de Armas del CAECOPAZ en Campo de Mayo, provincia de Buenos Aires fue presidido por el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Brigadier General Xavier Julian Isaac, quien estuvo acompañado por los Jefes de Estado Mayor de la Armada Argentina, autoridades de GNA (Gendarmería Nacional Argentina) y PFA (Policía Federal Argentina), el Obispo Castrense, Mons. Santiago Olivera, efectivos e invitados.
Mons. Santiago al rezar, expresaba, “Señor de la historia y Dios de la paz, te damos gracias hoy por los 30 años del Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz, (…)”. Continuando, señalaba, “el Papa León XIV nos recuerda que “la paz es ante todo un don (…) pero es un don activo, apasionante… que exige en primer lugar un trabajo sobre uno mismo.
Y también ha dicho con sabiduría: «No se puede construir la paz sin la verdad, que para nosotros los cristianos no es la afirmación de principios abstractos, sino el encuentro con Cristo»”. Más adelante, el Obispo, compartía, “la paz no es solo ausencia de guerra, sino el fruto de la justicia, el respeto y la unidad”.
Completando, Mons. Olivera pidió, “concédenos, Señor, sabiduría para preservarla, fortaleza para custodiarla y generosidad para servirla. Que Argentina sea siempre tierra de paz, y que el espíritu de CAECOPAZ nos recuerde que no hay misión más noble para nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad que tender puentes, proteger la vida y sembrar armonía”.
A continuación, compartimos en forma completa la invocación religiosa de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad:
Invocación religiosa para el 30º aniversario del CAECOPAZ
27 de junio de 2025
Señor de la historia y Dios de la paz,
te damos gracias hoy por los 30 años del Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz,
fruto del compromiso generoso de nuestra Patria con la misión sagrada de custodiar la paz entre los pueblos.
Tú nos has confiado, como Nación, el privilegio de ser artesanos de paz en escenarios de conflicto y sufrimiento.
Haz que cada uno de los hombres y mujeres formados en este Centro
lleven con humildad y valentía la bandera del entendimiento,
la defensa de los inocentes y la esperanza de los pueblos.
El Papa León XIV nos recuerda que “la paz es ante todo un don (…) pero es un don activo, apasionante… que exige en primer lugar un trabajo sobre uno mismo”.
Y también ha dicho con sabiduría: “No se puede construir la paz sin la verdad, que para nosotros los cristianos no es la afirmación de principios abstractos, sino el encuentro con Cristo.”
Y en estos días de dolor por los conflictos que desgarran a tantas naciones, ha dicho con claridad:
“En nombre de la dignidad humana y del derecho internacional, repito las palabras del Papa Francisco: ‘La guerra es siempre una derrota’.
Y con Pío XII: ‘Nada se pierde con la paz. Todo puede perderse con la guerra’.”
Estas palabras deben resonar especialmente en nosotros, que somos servidores de la paz.
Porque no basta con silenciar las armas: hay que sembrar justicia, proteger la vida, y promover la fraternidad entre los pueblos.
El Papa Francisco suplicó: “Que se silencien las armas en todas partes y se escuche el grito de los pueblos que piden paz”,
y pidió que quienes portan armas “sean instrumentos de seguridad y libertad, no de destrucción”.
La paz no es solo ausencia de guerra, sino el fruto de la justicia, el respeto y la unidad.
Concédenos, Señor, sabiduría para preservarla, fortaleza para custodiarla,
y generosidad para servirla.
Que Argentina sea siempre tierra de paz,
y que el espíritu de CAECOPAZ nos recuerde
que no hay misión más noble para nuestras Fuerzas Armadas y de Seguridad
que tender puentes, proteger la vida y sembrar armonía.
Bendice a todos los aquí presentes,
a los que sirven y han servido bajo la bandera de la paz,
y a las familias que los acompañan con amor silencioso y firme.
Y que María, Reina de la Paz, interceda siempre por nuestra Patria.
Amén.



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