MONS. OLIVERA | María es, sin duda nuestra Estrella, nuestra luz y faro en el océano de la vida, así lo expresó el Obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad al compartir su Homilía en la Fiesta de la Bienaventurada Virgen María, bajo la advocación Stella Maris. Mons. Santiago Olivera presidió la Santa Misa en acción de Gracias en la mañana del lunes 18 de agosto, en la Iglesia Catedral Castrense, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), jornada en que también celebró su 17° aniversario de ordenación Episcopal.
Concelebraron, el Vicario General, Mons. Gustavo Acuña, el Canciller Carlos Terceiros Muiños, el Rector de la Iglesia Catedral, Padre Hernán Vigna, los Capellanes Mayores del Ejército Argentino, Padre Eduardo Castellanos, de la Armada Argentina, Padre Rostom Maderna, de la Fuerza Aérea Argentina, Padre César Tauro, de GNA, Padre Jorge Massut, de PNA, Padre Diego Tibaldo, de la PSA, Rubén Bonaciona, el Rector del Seminario Diocesano, Padre Daniel Díaz Ramos, Capellanes de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad, acompañaron los Diáconos Carlos Paz, Agustín Cañamero, Gustavo Varela, Luis Montiel y Lucas Garcilazo. Participaron, el titular de la Unidad de Asesores del Ministerios de Seguridad, Dr. Carlos Manfroni, el Subsecretario de Puertos y Vías Navegables, Mg. Iñaki Arreseygor, el Director General de Inteligencia de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Coronel Eduardo Bayma André, el Director General del Estado Mayor de la Armada, Vicealmirante Juan Carlos Coré, el Jefe de Estado Mayor General de la Fuerza Aérea Argentina, Brigadier Gustavo Valverde, el Prefecto Nacional Naval, Prefecto General Guillermo Giménez Pérez, el Sub. Jefe, Oficial Inspector PSA, Comisario Mayor, Ángel Vera.
Mons. Santiago decía en la Homilía, “en esta Eucaristía en la cual celebramos, sin lugar a dudas, a Ntra. Madre Stella Maris, la titular de esta Iglesia Catedral y Patrona de la Armada Argentina, de la Prefectura Naval Argentina y la Marina Mercante (…). Stella Maris es una advocación sin origen preciso. En general, los marinos así la veneran desde tiempo inmemorial, pues en la oscuridad de la noche, los navegantes, durante siglos, se guiaban por las estrellas para llegar a puerto. Para los creyentes, es María, la Estrella que nos guía al puerto final, el de la bienaventuranza eterna. María es, sin duda nuestra Estrella, nuestra luz y faro en el “océano de la vida””.
Continuando, el Obispo señaló, “cada 18 de agosto es un día especial para los fieles castrenses al celebrar como decía, a la Titular de la Iglesia Catedral -sede del Obispo Castrense-, y particularmente para los integrantes de la Armada, Prefectura Naval y Marina Mercante, que la tienen como Patrona; unos desde el 18 de agosto de 1937 y otros desde el 10 de octubre de 1948, al principio festejando dicha fiesta el último viernes de noviembre y luego se instituyó como fiesta en este día.
También para mí, es motivo de agradecimiento, al celebrar un aniversario más de mi ordenación episcopal, para servir a la Iglesia, primero en la Diócesis de Cruz del Eje y desde 2017 a esta Iglesia particular, personal, que peregrina en el Obispado para las Fuerzas Armadas y Federales de Seguridad”.
Profundizando, Mons. Olivera compartió, “en estos más de ocho años en que voy recorriendo la extensa diócesis, he descubierto una vida admirable de Fe Cristiana, amor y sentido de familia que estoy seguro en muchos, con el deseo de seguir creciendo en ello, en otros, con el deseo de “volver a la orilla” donde el Señor llama a una vida cristiana y comprometida. Como decía, más de ocho años, no sólo recorriendo la extensa diócesis en sentido geográfico, sino también tocando “puertos de tantos corazones” que, renovados, se animan a meterse mar adentro de la propia existencia, para vivir según el querer de Dios, escuchando de María decir: “Hagan lo que Jesús les diga.”
En otro párrafo, Mons. Santiago dijo, “hemos escuchado en el Evangelio la presencia de María en Caná, presencia fecunda y silenciosa. “Faltaba… faltaba vino” y adelanta así, el signo de su Hijo. Siempre que nos “falten” tantas cosas, sepamos que María, con su corazón cercano intercede, invitándonos a escuchar y a seguir a su Hijo.
Sabemos que mucho nos falta en nuestra Patria: Nos faltan caminos y decisiones verdaderas de encuentro. Nos faltan signos de respeto al pensamiento y palabras del otro. Nos faltan caminos de Justicia y de verdad. Nos faltan fuentes de trabajo y empatía. Nos falta decisión de amar siempre a todos primero, sin exclusión, como amó Jesús y como también nos invita a amar. Cada uno puede ver, cada uno “podemos ver” qué “nos falta” para construir familias, Instituciones y también construir una Patria más fraterna e inclusiva”.
Finalmente, el Obispo compartió, “con total confianza depositemos en manos de nuestra Patrona, la Virgen Stella Maris, la vida de nuestras queridas, Armada, Prefectura Naval y Marina Mercante, con todos sus proyectos, deseos y emprendimientos.
En sus manos depositamos también la vida de todos los hombres y mujeres que la integran, como así también de sus familias. Señor, por intercesión de tu Madre, haz que seamos liberados de todos los males en la tierra y podamos alcanzar el puerto de la eternidad”.
Homilía.-

















A continuación, compartimos en forma completa la Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad:

Homilía Misa Fiesta Stella Maris
18 de agosto de 2025 – Iglesia Catedral
+ Santiago Olivera
Romanos 8, 26-30
Evangelio según San Juan 2, 1-11
En esta Eucaristía en la cual celebramos, sin lugar a dudas, a Ntra. Madre Stella Maris, la titular de esta Iglesia Catedral y Patrona de la Armada Argentina, de la Prefectura Naval Argentina y la Marina Mercante nos unimos también pidiendo por el eterno descanso del Capitán de Navío Jorge Echavarría, a quien tanto hemos querido y a partido hace un tiempo ya, a la Casa del Padre y nos parecía importante en este día de la Armada rezar particularmente por él, por su familia y quienes están aquí presentes.
Al celebrar un año más la Fiesta de la Bienaventurada Virgen María, bajo la advocación de Stella Maris, sean todos bienvenidos.
Stella Maris es una advocación sin origen preciso. En general, los marinos así la veneran desde tiempo inmemorial, pues en la oscuridad de la noche, los navegantes, durante siglos, se guiaban por las estrellas para llegar a puerto. Para los creyentes, es María, la Estrella que nos guía al puerto final, el de la bienaventuranza eterna. María es, sin duda nuestra Estrella, nuestra luz y faro en el “océano de la vida”.
San Bernardo en el siglo XII aludió a la Virgen María como “Estrella del Mar” al decir: “Si se levantan los vientos de la tentación: si te arrastran hacia los acantilados de la desesperación: Mira a la estrella: invoca a María. Si están a punto de ahogarte las olas de la soberbia, la ambición, la envidia, la rivalidad, mira a la estrella: invoca a María.”
Cada 18 de agosto es un día especial para los fieles castrenses al celebrar como decía, a la Titular de la Iglesia Catedral -sede del Obispo Castrense-, y particularmente para los integrantes de la Armada, Prefectura Naval y Marina Mercante, que la tienen como Patrona; unos desde el 18 de agosto de 1937 y otros desde el 10 de octubre de 1948, al principio festejando dicha fiesta el último viernes de noviembre y luego se instituyó como fiesta en este día.
También para mí, es motivo de agradecimiento, al celebrar un aniversario más de mi ordenación episcopal, para servir a la Iglesia, primero en la Diócesis de Cruz del Eje y desde 2017 a esta Iglesia particular, personal, que peregrina en el Obispado para las Fuerzas Armadas y Federales de Seguridad.
En estos más de ocho años en que voy recorriendo la extensa diócesis, he descubierto una vida admirable de Fe Cristiana, amor y sentido de familia que estoy seguro en muchos, con el deseo de seguir creciendo en ello, en otros, con el deseo de “volver a la orilla” donde el Señor llama a una vida cristiana y comprometida.
Como decía, más de ocho años, no sólo recorriendo la extensa diócesis en sentido geográfico, sino también tocando “puertos de tantos corazones” que, renovados, se animan a meterse mar adentro de la propia existencia, para vivir según el querer de Dios, escuchando de María decir: “Hagan lo que Jesús les diga.”
Para nuestra Iglesia Catedral -que es signo de presencia y comunión con el Obispo, principio de unidad y certeza de estar en la Iglesia de Jesús-, y para las Fuerzas, tanto Armadas como de Seguridad, es providencial tener a María bajo esta Advocación porque experimentamos, en comunión con nuestros hermanos que habitan este suelo, que comúnmente navegamos por mares y ríos tranquilos, pero a veces, también embravecidos, lo cual requiere de una mayor pericia para llegar a buen puerto. Por eso confiamos en María, por eso invocamos a María sabiendo que ella nos trajo y nos lleva siempre a Jesús. El Señor Jesús, es nuestro Capitán. María nuestra tierna, cercana y atenta Madre.
Como Iglesia castrense sabemos, queremos servir, queremos cuidar y renovamos este deseo de nuestros fieles que se nos han confiado.
Hemos escuchado en el Evangelio la presencia de María en Caná, presencia fecunda y silenciosa. “Faltaba… faltaba vino” y adelanta así, el signo de su Hijo. Siempre que nos “falten” tantas cosas, sepamos que María, con su corazón cercano intercede, invitándonos a escuchar y a seguir a su Hijo.
Sabemos que mucho nos falta en nuestra Patria: Nos faltan caminos y decisiones verdaderas de encuentro. Nos faltan signos de respeto al pensamiento y palabras del otro. Nos faltan caminos de Justicia y de verdad. Nos faltan fuentes de trabajo y empatía. Nos falta decisión de amar siempre a todos primero, sin exclusión, como amó Jesús y como también nos invita a amar. Cada uno puede ver, cada uno “podemos ver” qué “nos falta” para construir familias, Instituciones y también construir una Patria más fraterna e inclusiva.
Para terminar, una vez más, quiero compartirles las expresiones de San Juan Pablo II, manifestadas en la mañana del 4 de abril de 1992 ante el segundo Obispo Castrense Mons. Roberto Eugenio Martina, con motivo de la bendición de esta bella imagen que preside en nuestra Iglesia; las repito porque en nuestra artesanal Iglesia Diocesana nos renovamos todos los años. Algunos están aquí celebrando escuchen por primera vez, y otros, las reiteramos porque quizá hayamos olvidado esas preciosas palabras del Santo Papa Juan Pablo II y otros podremos haberlas olvidado y las renovamos.
Decía el Papa, «…Recordando que entonces la Cruz de Cristo llegó a través de los mares, ahora os acompaña en esta travesía oceánica la imagen de la Virgen Stella Maris, que habéis traído a este encuentro para que sea bendecida por el Papa y que a su regreso presidirá, como Patrona, la Iglesia Catedral del Obispado Castrense de la querida Nación Argentina. Os entrego, pues, esta imagen que he bendecido con grande veneración, recordándoos que la Virgen María, a la que invocamos también como Estrella de la Evangelización, sigue acompañando siempre la obra salvífica de su Hijo. Que en la singladura de vuestra vida sea Ella la que os ayude a seguir fielmente a Cristo.»
Transitando el año Jubilar de la Esperanza, queremos ser testigos de ella y avivar con todo el corazón, el deseo de vivir aquí en cada realidad los valores del Reino; su presencia se actualiza en la verdad, la justicia y la paz. Queremos vivirlo y renovarlo con convicción, fortaleza y valentía, para poder un día vivirlos en plenitud en el gozo del cielo.
Con total confianza depositemos en manos de nuestra Patrona, la Virgen Stella Maris, la vida de nuestras queridas, Armada, Prefectura Naval y Marina Mercante, con todos sus proyectos, deseos y emprendimientos.
En sus manos depositamos también la vida de todos los hombres y mujeres que la integran, como así también de sus familias.
A su cuidado materno encomendamos también las almas de nuestros seres queridos difuntos, los que murieron por la Patria y en actos de servicio, por todos aquellos que nos precedieron con el signo de la fe y duermen el sueño de la paz.
Señor, por intercesión de tu Madre, haz que seamos liberados de todos los males en la tierra y podamos alcanzar el puerto de la eternidad.
Que así sea.
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