Mons. Olivera nos narra como nuestra Madre de Luján Malvinera regresó al país

3 abril, 2023

Mons. Olivera nos narra como nuestra Madre de Luján Malvinera regresó al país, en una nueva nota suya publicada en el diario digital MDZ de la provincia de Mendoza, el Obispo Castrense de Argentina en el día del Veterano de Guerra y Caídos en la Guerra de Malvinas nos revela la historia (2 de abril de 2023). Luego de señalar cómo primero llegó la imagen a las Islas de manos del Capellán, Mons. Puyelli (en ese entonces Capellán Mayor de la Fuerza Aérea Argentina) y de cómo se descubrió su presencia en la Catedral Castrense del Reino Unido en la ciudad de Aldershot, gracias a el grupo La Fe del Centurión, Mons. Santiago se refiere a la Virgen.

De Ella, decía, “(…) María se adelantó y, como buena madre, fue sin demora en primer lugar a esa porción de nuestra Patria, como son las Malvinas cuando se inició el conflicto. Esa imagen había quedado allá, una vez finalizada la guerra; el capellán inglés pide autorización para llevarla a la catedral castrense del Reino Unido en Aldershot. En dicha iglesia catedral estuvo 37 años, con una placa que rezaba la intención de su estadía allí para <<orar por los soldados caídos en la guerra, los argentinos y los ingleses>>”.

Además, señala en su redacción, “desde que la imagen de la Virgen regresó a nuestra tierra, podríamos decir que, “no ha parado». Ella es la imagen misionera, la Virgen de Luján Malvinera; que tanto dice a nuestro pueblo y a nuestra gente. A su paso misionero, genera fiesta y encuentro, reaviva la fe y la gratitud por su maternidad, especialmente por tantos soldados, hermanos nuestros, que entregaron su vida en defensa de la patria, algunos muriendo allí, otros por consecuencia de y los que están, guardaban esa firme convicción de entregar su vida también”.

A continuación, compartimos en forma completa la nota de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

Así lograron recuperar la Virgen de Luján

que estaba en Malvinas

Sin dudas la guerra de Malvinas dejó una huella imborrable en la historia de nuestro país. Desde el Obispado Castrense, Monseñor Santiago Olivera nos cuenta la historia de La Virgen Malvinera que regresó 37 años después del fin del combate.

Que la imagen de la Virgen de Luján que estuvo en Malvinas esté en nuestra tierra, sin duda tiene mucho que ver por el trabajo humilde, sencillo, profundo y desinteresado de los miembros de “La fe del Centurión”, ahora asociación civil sin fines de lucro, ellos venían acompañando -por propia iniciativa- y una hondura en la Caridad, a exveteranos de guerra y familias de caídos en Malvinas.

Dichos veteranos por mucho tiempo en nuestra patria fueron olvidados, silenciados y no tuvieron el reconocimiento merecido. “Nunca es tarde cuando la dicha es buena”, reza el sabio refrán y así lo entendieron desde “La fe del Centurión”, para reparar esa ingratitud con los veteranos y lo que comenzó con retiros, con acompañamiento, con oración, con ayuda psicológica y fraterna de hermanos, le siguió, dando pasos en esta feliz iniciativa de recuperar esta bella y significativa imagen de la Virgen que, en su momento, había llevado a las Islas el monseñor Roque Puyelli, capellán mayor de nuestro obispado castrense sirviendo en nuestra Fuerza Aérea Argentina.

Podríamos decir que María se adelantó y, como buena madre, fue sin demora en primer lugar a esa porción de nuestra Patria, como son las Malvinas cuando se inició el conflicto. Esa imagen había quedado allá, una vez finalizada la guerra; el capellán inglés pide autorización para llevarla a la catedral castrense del Reino Unido en Aldershot. En dicha iglesia catedral estuvo 37 años, con una placa que rezaba la intención de su estadía allí para “orar por los soldados caídos en la guerra, los argentinos y los ingleses”.

Nuestros hermanos y amigos de “La fe del Centurión” al enterarse de que esta imagen se encontraba en Gran Bretaña, visitaron en la sede de la Conferencia Episcopal Argentina a monseñor Ojea -presidente de dicha conferencia y obispo de San Isidro-manifestándole el interés de que “María pueda regresar a casa” para que se pudiera iniciar este camino para el regreso de dicha imagen. Monseñor Ojea les recomienda que se contacten conmigo. Y a la vez, Ojea me llama contándome de este pedido animándome a intentar este sueño y deseo. Me tocaba la noble y valiosa misión de contactarme con mi hermano obispo castrense inglés, monseñor Paul Masón.

Su disponibilidad fue inmediata, luego de conversaciones y encuentros previos en Roma se pudo concretar la devolución de la “muy querida y venerada imagen” el 30 de octubre de 2019 en la Plaza San Pedro en Roma, con la presencia y bendición del querido papa Francisco. El Santo Padre pudo bendecir la imagen que regresaba y la imagen réplica de Nuestra Señora de Luján que le obsequiábamos a monseñor Masón, para que quede en la catedral de Aldershot. Grato es pensar de la presencia de la Virgen de Luján allí, la que estuvo y la que le obsequiamos, ya que la comunidad no sólo rezaba a la Madre de Luján, sino que se habían encariñado con la imagen.

Ella será presencia y recuerdo permanente de nuestra condición de hermanos. Lo creí y lo creo, ha significado y significa un paso muy importante a la “cultura del encuentro» tan querida por el Papa. Me gusta pensar que, hemos recuperado la imagen de la Virgen que estuvo en Malvinas y, por ella, hemos ganado amigos de esa tierra que, de otro modo, capaz no lo hubiésemos logrado. Especialmente la relación de amistad y fraternidad que se generó con mi hermano obispo Paul Masón. Tuvimos la alegría de su visita el año pasado, con motivo de los 40 años de la guerra, junto a algunos de sus capellanes castrenses y un grupo de soldados veteranos de guerra del pueblo inglés. Fueron días de compartir y de encuentro.

Con la certeza que todo esto ayuda a la paz, porque el diálogo, el respeto, la amistad y el encuentro consolidan caminos de paz.
Desde que la imagen de la Virgen regresó a nuestra tierra, podríamos decir que, “no ha parado». Ella es la imagen misionera, la Virgen de Luján Malvinera; que tanto dice a nuestro pueblo y a nuestra gente. A su paso misionero, genera fiesta y encuentro, reaviva la fe y la gratitud por su maternidad, especialmente por tantos soldados, hermanos nuestros, que entregaron su vida en defensa de la patria, algunos muriendo allí, otros por consecuencia de y los que están, guardaban esa firme convicción de entregar su vida también.

Los hombres de las distintas Fuerzas Armadas y también de nuestras fuerzas federales de Seguridad como los soldados voluntarios que entregaron así su vida en los mares del sur y en las islas, donde allí ya no son solo “conocidos por Dios” que siempre será lo importante sino también por nosotros, porque se ha podido -gracias a buenos y certeros oficios- encontrar los nombres de ellos y dejar de leer “NN” en cada tumba. Allí muchos esperan la resurrección de los muertos, porque en una guerra hay una entrega consciente de la vida, no porque se desprecie la misma sino porque se sabe que el valor de la Patria y la esperanza de la vida que no termina, animan a entregarla, si fuese necesario.

La Virgen de Luján Malvinera, cuando no misiona y visita a sus hijos a lo largo y ancho del país, tiene en nuestra Catedral Castrense Stella Maris su oratorio. Ella nos recuerda a todos y nos renueva en el compromiso de saldar deudas con aquellos jóvenes y oficiales de las fuerzas que dieron todo. Gracias a Dios son tiempos donde se los reconoce, se les agradece, y se los sabe de verdad, “nuevos y valientes héroes argentinos”. Y aquellos argentinos, hermanos nuestros enterrados en las islas, nos hablan de nuestra historia y del valor que tiene el suelo de nuestra patria. Creemos y esperamos, ya con los caminos pacíficos del diálogo y la diplomacia, que pronto vuelvan a ser -efectivamente- lo que siempre fueron y son: Malvinas Argentinas.

Monseñor Santiago Olivera, Obispo Castrense.

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