Mons. Olivera | Preparamos un verdadero Adviento, dejando que nuestro corazón reconozca a Jesús

3 diciembre, 2023

Mons. Olivera | Preparamos un verdadero Adviento, dejando que nuestro corazón reconozca a Jesús, así nos proponía el Obispo Castrense de Argentina vivir este tiempo que iniciamos con el primer Domingo de Adviento.  La síntesis compartida es parte de su nueva columna de opinión, publicada en la mañana del primer Domingo de Adviento, en el diario digital MDZ bajo el título: “Adviento: el camino hacia Belén”.

Mons. Santiago Olivera, iniciaba su nota, citando palabras de Benedicto XVI, “<<En una cultura cada vez más individualista, como lo es la cultura en la que estamos inmersos en las sociedades occidentales, y que tiende a difundirse en todo el mundo, la Eucaristía constituye una especie de «antídoto», que actúa en la mente y en el corazón de los creyentes y que siembra continuamente en ellos la lógica de la comunión, del servicio, del compartir, es decir, la lógica del Evangelio>>. 

El Adviento, tiempo de la Liturgia que nos pone en “camino hacia Belén”, es esa “hoja de ruta” que no deja que este tiempo nos llegue de improvisto, o- lo que sería más lamentable- nos pase desapercibido”. Agregando en otro párrafo, “Él vendrá, lleno de gloria y majestad, para instaurar su reino de amor, de justicia y de paz”.

Completando, el Obispo nos decía, “preparamos un verdadero Adviento, dejando que nuestro corazón reconozca a Jesús. Crecer y fortalecer la participación en la Eucaristía, que tanto bien nos hace, como enseñaba el Papa Benedicto, para vencer todo individualismo y aprender a reconocer, amar y asistir a Jesús que viene también en cada hermano”. 

A continuación, compartimos en forma completa la nota de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

Adviento: el camino hacia Belén

El Adviento, tiempo siempre nuevo y propicio para encontrar a Jesús y dejarnos encontrar por Él, en la Eucaristía y en el prójimo.

Una reflexión del Papa Benedicto, nos daba una característica de nuestro entorno: “En una cultura cada vez más individualista, como lo es la cultura en la que estamos inmersos en las sociedades occidentales, y que tiende a difundirse en todo el mundo, la Eucaristía constituye una especie de «antídoto», que actúa en la mente y en el corazón de los creyentes y que siembra continuamente en ellos la lógica de la comunión, del servicio, del compartir, es decir, la lógica del Evangelio». 

El Adviento, tiempo de la Liturgia que nos pone en “camino hacia Belén”, es esa “hoja de ruta” que no deja que este tiempo nos llegue de improvisto, o- lo que sería más lamentable- nos pase desapercibido. Como sabemos Adviento significa “venida”. Era una expresión muy común para preparar la visita de un rey o de un alto dignatario del pueblo. El pueblo se preparaba. Podríamos decir que esos días “vibraban” en torno a esa venida y espera.Ambas realidades daban, al transcurso de los días, un matiz distinto. La Iglesia tomó esta expresión para decirnos, a nosotros, que debemos prepararnos para el mejor de los “advientos”, porque el que viene, ya vino, ya está y, también, vendrá: Jesús. Él vino, hecho uno de nosotros, el Emanuel- verdadero Dios y verdadero hombre- nacido de la Virgen María. Él viene, en la Eucaristía y en cada hermano de nuestro lado, especialmente en el que sufre. Él vendrá, lleno de gloria y majestad, para instaurar su reino de amor, de justicia y de paz.

Preparamos un verdadero Adviento, dejando que nuestro corazón reconozca a Jesús. Crecer y fortalecer la participación en la Eucaristía, que tanto bien nos hace, como enseñaba el Papa Benedicto, para vencer todo individualismo y aprender a reconocer, amar y asistir a Jesús que viene también en cada hermano. La Eucaristía nos lleva a transformar la “globalización de la indiferencia”, a la que lleva el individualismo, a la “globalización de la caridad”, donde el “tuve hambre, sed, desnudo, enfermo, preso, de paso” que nos dice Jesús, no nos pasa desapercibido y, como el buen samaritano, sabemos “bajarnos del caballo de nuestro egoísmo o mezquindad, de nuestra indiferencia o distracción” para socorrer, acompañar, consolar, sanar y escuchar. Visitar y estar.

El Papa san Pablo VI, nos hablaba mucho de esta dimensión social de la Eucaristía. “La Eucaristía (…) ha sido instituida para que seamos hermanos (…), para que de extraños, dispersos e indiferentes unos a otros, lleguemos a ser uno, iguales y amigos; se nos ha dado para que, en lugar de una masa apática, egoísta, formada por gente dividida entre sí y hostil, seamos un pueblo, un verdadero pueblo, creyente y amante, con un solo corazón y una sola alma” Me animo a decir que si hacemos un Adviento centrado en la Eucaristía, lo demás nos vendrá por añadidura.

Fecundo tiempo de Adviento y que nuestro corazón y también nuestro entorno se vaya “embelleciendo” de Navidad. Armar nuestro arbolito y pesebre, decorar los frentes de nuestras casas, de nuestros trabajos; animar lo mismo, para los espacios públicos, será de gran ayuda para “hacernos caer en la cuenta”, que es un tiempo nuevo, distinto, renovador. Con un neologismo les decía a nuestros fieles castrenses que “navidicemos nuestro tiempo y entorno”. En un pueblo de nuestra Patria, Capioví en Misiones, con cerca de 10 mil habitantes año tras años adornan cada rincón de su tierra embelleciendo con signos que hablan de este tiempo nuevo que renueva el eterno presente del Dios que está. “Capioví se viste de Navidad” nos dicen.

Usan la imaginación y con reciclados hacen verdaderas obras de arte que tocan el interior de cada uno. Que como Capioví, cada rincón de nuestro corazón, de nuestras casas, familias, instituciones, pueblos y ciudades preparemos con signos visibles el gozo del Adviento, y así, Jesús, se sabrá esperado, deseado y bien recibido.

* Monseñor Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina

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