Mons. Olivera | Prima la alegría, de saberme elegido para entregar la vida «hasta el extremo», sacerdote de Dios, puente entre Dios y los hombres, así lo expresó el Obispo Castrense de Argentina al compartir su mensaje en la edición N° 25 de Orillando el Encuentro, en donde se refiere a su 38° Aniversario de Ordenación Sacerdotal. El 18 de septiembre de 1984, Mons. Justo Oscar Laguna, en la Catedral Ntra. Sra. del Buen Viaje, en la ciudad de Morón, provincia de Buenos Aires, ordenaba Sacerdote a nuestro actual Obispo, Mons. Santiago Olivera.
La fecha fue elegida por Mons. Laguna especialmente, puesto que ese día, se cumplía, el 30° Aniversario de su propia Ordenación Sacerdotal (ocurrida el 18 de septiembre de 1954). Por lo tanto, hoy también recordamos el 68° Aniversario de la Ordenación Sacerdotal de Mons. Justo Oscar Laguna.
En la ordenación de Mons. Olivera, fueron co-consagrantes el Obispo de Morón (Bs. As.) Mons. Luis Guillermo Eichhorn y Mons. Omar Félix Colomé, su antecesor en la sede Episcopal de Cruz del Eje, Córdoba. Veinticuatro años después de la ordenación Sacerdotal de Mons. Olivera, el Papa Benedicto XVI, lo eligió Obispo de la Diócesis de Cruz del Eje (Córdoba), iniciando su Ordenación Episcopal el 18 de agosto del 2008 también de manos de Mons. Oscar Laguna.
Nueve años de su Ordenación Episcopal, Mons. Santiago Olivera, fue nombrado Obispo Castrense de Argentina por Su Santidad Francisco, el 28 de marzo de 2017, tomando posesión e iniciando su Ministerio Pastoral en la Diócesis Castrenses de Argentina el 30 de junio del mismo año. En este nuevo aniversario, Mons. Santiago, decía a la comunidad Diocesana Castrense, “les comparto con gratitud y alegría, dos expresiones que me vienen a la memoria, «Toda lengua proclame, para gloria de Dios Padre, Jesucristo es el Señor» (lema elegido para mi ordenación sacerdotal) expresión de la Palabra; y otra expresión del Santo Cura de Ars «Me postré consciente de mi nada y me levanté sacerdote para siempre».
Expresiones que, en estos 38 años de sacerdote que estoy celebrando, me animan a la gratitud por tanto bien y fidelidad de Dios para conmigo y también el perdón de saberme necesitado de su misericordia. Prima la alegría, de saberme elegido para entregar la vida «hasta el extremo», sacerdote de Dios, puente entre Dios y los hombres.
No puedo dejar de recordar y agradecer a Mons. Justo Laguna, manos de Padre y amigo, de las que Dios se valió para regalarme el precioso don del sacerdocio. Muchas gracias por rezar por mí y les dejo mi paternal bendición en Jesús el Buen Pastor y su Madre, Madre de todos, en la muy querida advocación de Luján”.-
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