Mons. Olivera | Que el ruido de su muerte, el ruido de su martirio nos despierte a muchos para renovar la fe y vivirla sin retaceos hasta el fin

7 junio, 2023

Mons. Olivera | Que el ruido de su muerte, el ruido de su martirio nos despierte a muchos para renovar la fe y vivirla sin retaceos hasta el fin, así lo pidió en la Homilía el Delegado Episcopal para las Causas de lo Santos y Obispo Castrense de Argentina, en la Santa Misa de Acción de Gracias por el 91° aniversario del nacimiento del Siervo de Dios Argentino del Valle Larrabure. El Coronel Larrabure, nació el 6 de junio de 1932 en nuestra provincia de Tucumán, fue subdirector de la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Villa María, Córdoba.

Presidió la Santa Misa, en la Parroquia Ntra. Sra. de Luján Castrense, Mons. Santiago Olivera, concelebraron Capellanes Sacerdotes de la Diócesis Castrenses. Participaron familiares y compañeros de promoción de Larrabure junto a los fieles castrenses.

En la Homilía, Mons. Santiago decía, hace poco más de un mes tuvimos la alegría de recibir desde la Santa Sede el “nihil obsta”, para que podamos iniciar la causa de Argentino del Valle Larrabure, llamándolo desde entonces Siervo de Dios. Este inicio, que sin lugar a dudas es un proceso que no sabemos cuánto tiempo puede llevar, pero que ya en sí mismo es una riqueza para nosotros como argentinos y también en particular como Iglesia Castrense, de reconocer algunos de nuestros hombres, podemos decir hoy, hombres y mujeres, viven el Evangelio”.

Continuando, señalaba el Obispo, “quienes conocemos la vida de Argentino del Valle Larrabure, hemos podido entender que la primera lectura de San Juan y también este Evangelio, uno puede decir que ha hecho carne al gran desafío siempre de los cristianos”. Diciendo más adelante, siempre recuerdo con gozo aquellas palabras de San Juan Pablo II, al inicio del nuevo milenio que nos decía: “la vida del otro es un don para mí”, ciertamente la vida del Coronel es un don para cada uno de nosotros.

Y damos gracias por su vida ofrecida, por su entrega y su testimonio. Damos gracias porque hoy podemos llamar como decía al Coronel Argentino del Valle Larrabure, “Siervo de Dios”. Nos llena de alegría como Iglesia Castrense celebrar la vida como don de Dios, de este hombre de nuestra Patria y Ejército, junto a su familia de sangre, a nuestro pueblo y en ellos, a muchos hombres y mujeres de las Fuerzas que tienen y tendrán en Larrabure un buen norte a seguir.

La Palabra de Dios que hemos escuchado nos pone de un modo contundente el horizonte de cómo debemos amar, el modo de amar y a quién, debemos amar. El Amor de Dios, el Amor de Jesús, no tiene límites ni ama sólo a los amigos, el Amor de Jesús es un amor hasta el extremo y en ese amor no excluye a nadie”.

En otro párrafo, Mons. Olivera expresó, “estoy convencido que los hombres de Dios iluminan su ambiente y su realidad. Los santos, son faros en tiempos de oscuridad. Hombres y mujeres de Dios que, por ser bautizados, tuvieron el desafío de plasmar en sus vidas el Evangelio siendo luz, sal y levadura. 

Argentino del Valle Larrabure, vivió en un tiempo bien difícil de nuestra historia nacional. Historia que a veces se quiere parcializar o silenciar, y dentro de esta historia y de nuestra casi siempre frágil y débil democracia argentina, en agosto de 1974 fue secuestrado y asesinado, pero él bien supo no dejarse enredar por sentimientos de enfrentamientos ni de odios, de violencia y revancha para encarnar las verdades aprendidas y vividas del Evangelio. Supo de fidelidad a sus convicciones y de su amor a la Patria hasta el extremo”.                                                    

Profundizando, Mons. Santiago nos compartía, “cuando la Iglesia propone un modelo de santidad, vida heroica y de martirio, lo hace con la convicción de que además de ofrecernos un buen intercesor en el cielo, este nos recuerda y nos anima a vivir nuestra propia vida en clave vocacional, esto es, llamados a responder a nuestro bautismo que implica responder con una vida santa. Por eso esta apertura, este proceso de camino hacia la canonización por lo que rezamos, “si Dios así lo quiere”, tiene una gran implicancia pastoral. Esto es, para ser fieles a Dios y a nuestra historia vivir también nuestros tiempos como tiempos de encuentros, de misericordia, de confianza, de no ahondar grietas ni enfrentamientos, de amar a todos, y eso implica como escuchamos en el Evangelio, aún a los enemigos, porque no tenemos ningún mérito si sólo amamos a los que nos aman. El Amor siempre y a todos es camino cierto de perfección”. 

Finalizando, el Obispo compartió, “el Coronel Argentino del Valle, nos invita a seguir su ejemplo humildemente y amar siempre a todos, aún a costa del sacrificio de la propia vida. Larrabure ha pasado de la muerte a la Vida.

 “¡Cómo no recordar aquellas palabras del 22 de octubre de 1974 que frente al dolor invitaba al perdón y a vivir sin odios ni rencores: “A mis hijos y ahijado especialmente, que no olviden mi mensaje: ¡Aún suceda lo peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla”, sin duda esto es, Evangelio puro!

Y cómo no conmovernos al leer y escuchar palabras del coronel: “Quiero morir como el quebracho que no entrega su figura de árbol rudo sin exigir el esfuerzo del hachero en prolongadas transpiraciones. Quiero morir como el quebracho, que al caer hace un ruido que es un alarido que estremece la tranquilidad del monte. Quiero morir de pie, invocando a Dios en mi familia, a la Patria en mi Ejército…que mi vida cese como la serena llama de una vela que se extingue”… El ruido de su muerte, el ruido de su martirio nos despierte a muchos para renovar la fe y vivirla sin retaceos hasta el fin”.   

Al finalizar la Santa Misa, en dialogo con nuestra redacción, el Obispo señaló, “se puede advertir el clima espiritual de la oración de la fe, lo reconocemos en la participación de la gente. Quienes reconocen que, con devoción, con verdadero deseo de plasmar con nuestra vida, en nuestros nuevos tiempos, el perdón, la fraternidad, la cultura del encuentro, el trabajo por la verdad y la justicia serán caminos para la paz, para consolidad la fraternidad tan deseada y la unidad de todos”.

Además, decía Mons. Santiago, “creo que Argentino del Valle Larrabure puede ayudarnos mucho a todos los argentinos para sanar tantas heridas”. Finalizando, nos señaló del Siervo de Dios, “su vida y ejemplo de fe, surgió como una luz, como un faro en ese momento de nuestra historia pero que hoy también ilumina nuestra vida en este presente”.-

SANTA MISA.-

A continuación, compartimos en forma textual la Homilía de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

Misa de Acción de Gracias por el Siervo de Dios Argentino del Valle Larrabure

6 de junio de 1932-6 de junio de 2023

Luján Castrense-  Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Evangelio de San Mateo 5,38-48

Hace poco más de un mes tuvimos la alegría de recibir desde la Santa Sede el “nihil obsta”, para que podamos iniciar la causa de Argentino del Valle Larrabure, llamándolo desde entonces Siervo de Dios. En este inicio que sin lugar a dudas es un proceso que no sabemos cuánto tiempo puede llevar, pero que ya en sí mismo es una riqueza para nosotros como argentinos y también en particular como Iglesia Castrense, de reconocer algunos de nuestros hombres, podemos decir hoy, hombres y mujeres, viven el Evangelio.

Quienes conocemos la vida de Argentino del Valle Larrabure, hemos podido entender que la primera lectura de San Juan y también este Evangelio, uno puede decir que ha hecho carne el gran desafío siempre, de los cristianos. Me alegra mucho que podamos concelebrar con tantos Sacerdotes de nuestro Obispado, agregados, incardinados, auxiliares, también con integrantes de la familia, compañeros de promisión de Argentino del Valle Larrabure pueblo todo para que demos gracias por los 91 años de la vida del Siervo de Dios.

La Misa, la Eucaristía, es Acción de Gracias por excelencia. Nos hemos reunido para celebrarla aquí, -en esta Parroquia de Nuestra Señora de Luján Castrense- dando gracias por el don de la Vida del Coronel Argentino del Valle Larrabure. Siempre recuerdo con gozo aquellas palabras de San Juan Pablo II, al inicio del nuevo milenio que nos decía: “la vida del otro es un don para mí”, ciertamente la vida del Coronel es un don para cada uno de nosotros.

Y damos gracias por su vida ofrecida, por su entrega y su testimonio. Damos gracias porque hoy podemos llamar como decía, al Coronel Argentino del Valle Larrabure, “Siervo de Dios”. Nos llena de alegría como Iglesia Castrense celebrar la vida como don de Dios, de este hombre de nuestra Patria y Ejército, junto a su familia de sangre, a nuestro pueblo y en ellos, a muchos hombres y mujeres de las Fuerzas que tienen y tendrán en Larrabure un buen norte a seguir.

La Palabra de Dios que hemos escuchado nos pone de un modo contundente el horizonte de cómo debemos amar, el modo de amar y a quién, debemos amar. El Amor de Dios, el Amor de Jesús, no tiene límites ni ama sólo a los amigos, el Amor de Jesús es un amor hasta el extremo y en ese amor no excluye a nadie. Ese es el modo, por tanto, del amor que tenemos que vivir los cristianos, los discípulos de Jesús. Seguramente los que conocen los últimos días del coronel podrán ver, en estos textos evangélicos, como me refería al inicio, reflejada la vida del siervo de Dios.

Estoy convencido que los hombres de Dios iluminan su ambiente y su realidad. Los santos, son faros en tiempos de oscuridad. Hombres y mujeres de Dios que, por ser bautizados, tuvieron el desafío de plasmar en sus vidas el Evangelio siendo luz, sal y levadura. 

Argentino del Valle Larrabure, vivió en un tiempo bien difícil de nuestra historia nacional. Historia que a veces se quiere parcializar o silenciar, y dentro de esta historia y de nuestra casi siempre frágil y débil democracia argentina, en agosto de 1974 fue secuestrado y asesinado, pero él bien supo no dejarse enredar por sentimientos de enfrentamientos ni de odios, de violencia y revancha para encarnar las verdades aprendidas y vividas del Evangelio. Supo de fidelidad a sus convicciones y de su amor a la Patria hasta el extremo.                                                    

Podemos leer en su Diario de Cautiverio: “Mayor, usted es especialista en armas y explosivos. Acepte usted trabajar como asesor para las fábricas de nuestra organización y será libre. “Por este precio no…-dice el Coronel- Sólo la muerte, que sabe a la pureza del fruto no corrompido. Morir, pero por ideales que están al amparo de símbolos que nos conmueven el espíritu con la visión de una nación altiva. Ricas pampas, ríos caudalosos, mocetones que sienten la patria por la pureza de sus corazones libres y que ignoran cánticos foráneos (…). ¡Oh, muerte apetecida, te espero fiel a mi patria y a mi Ejercito! 

-Le contesta- Larrabure, usted tiene un desequilibrio emocional que no le permite apreciar exactamente su situación. Piense y hablaremos. -Respondiendo el coronel- ¡Sí hablaremos para que cada vez más se consolide más mi fe y mi fidelidad!

Diálogo fecundo con respuestas hondas y comprometidas, con la confianza de quien se siente amado, con la confianza de un hombre de fe.     

Ese, “desequilibro emocional” que se refería quien le hablabano era tal, podríamos decir que su equilibrio y su sabiduría eran su fe profunda, probada y encarnada, su hombría de bien y de Palabra, su amor a Dios y a la Patria. 

Cuando la Iglesia propone un modelo de santidad, vida heroica y de martirio, lo hace con la convicción de que además de ofrecernos un buen intercesor en el cielo, este nos recuerda y nos anima a vivir nuestra propia vida en clave vocacional, esto es, llamados a responder a nuestro bautismo que implica responder con una vida santa. Por eso esta apertura, este proceso de camino hacia la canonización por lo que rezamos, “si Dios así lo quiere”, tiene una gran implicancia pastoral. Esto es, para ser fieles a Dios y a nuestra historia vivir también nuestros tiempos como tiempos de encuentros, de misericordia, de confianza, de no ahondar grietas ni enfrentamientos, de amar a todos, y eso implica como escuchamos en el Evangelio, aún a los enemigos, porque no tenemos ningún mérito si sólo amamos a los que nos aman. El Amor siempre y a todos es camino cierto de perfección. 

El Coronel Argentino del Valle, nos invita a seguir su ejemplo humildemente y amar siempre a todos, aún a costa del sacrificio de la propia vida.

Larrabure ha pasado de la muerte a la Vida. Lo sabemos por la fe, y lo sabemos también porque acabamos de escuchar en la primera lectura de la primera carta de San Juan: “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte. Quien odia a su hermano es homicida, y saben que ningún homicida posee la vida eterna” (1 Juan 3, 14-15). ¡Cómo no recordar aquellas palabras del 22 de octubre de 1974 que frente al dolor invitaba al perdón y a vivir sin odios ni rencores: “A mis hijos y ahijado especialmente, que no olviden mi mensaje: ¡Aún suceda lo peor, no deben odiar a nadie y devolver la bofetada poniendo la otra mejilla”, sin duda esto es, Evangelio puro!

Y cómo no conmovernos al leer y escuchar palabras del coronel: “Quiero morir como el quebracho que no entrega su figura de árbol rudo sin exigir el esfuerzo del hachero en prolongadas transpiraciones. Quiero morir como el quebracho, que al caer hace un ruido que es un alarido que estremece la tranquilidad del monte. Quiero morir de pie, invocando a Dios en mi familia, a la Patria en mi Ejército…que mi vida cese como la serena llama de una vela que se extingue”… El ruido de su muerte, el ruido de su martirio nos despierte a muchos para renovar la fe y vivirla sin retaceos hasta el fin.   

Que María, la Virgen Morena del Valle nos sostenga a todos y avive en cada uno de nosotros el deseo de hacer siempre y en toda circunstancia lo que Jesús, su Hijo amado nos pida.

+Santiago Olivera

Obispo Castrense de Argentina

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