Papa Francisco | Al amar a nuestros hermanos y hermanas, reflejamos, como espejos, el amor del Padre

29 octubre, 2023

Papa Francisco | Al amar a nuestros hermanos y hermanas, reflejamos, como espejos, el amor del Padre, así lo expresó el Santo Padre al compartir su mensaje antes de recitar la oración Mariana del Ángelus. Antes del mediodía de hoy (hora de Roma), Su Santidad Francisco se presentó en la Ventana del Estudio Apostólico Vaticano desde donde se encontró con los fieles y peregrinos reunidos en Plaza San Pedro.

En su mensaje, señaló, “el Evangelio de hoy nos habla del mayor de los mandamientos (cf. Mt 22,34-40). Un doctor de la ley interroga a Jesús sobre el tema y Él responde con el «gran mandamiento del amor»: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente [… y] a tu prójimo como a ti mismo» (vv. 37.39)”.

Entonces, el Papa subrayaba, “la primera: el hecho de que el amor al Señor sea lo primero nos recuerda que Dios siempre nos precede, nos anticipa con su ternura infinita (cf. Jn 4,19), con su cercanía, con su misericordia, porque Él siempre está cerca, es tierno y misericordioso”. Agregando, “ahora el segundo aspecto que se desprende del mandamiento del amor. Vincula el amor a Dios con el amor al prójimo: significa que, al amar a nuestros hermanos y hermanas, reflejamos, como espejos, el amor del Padre”.

Profundizando, nos recordaba el Papa, “un día, santa Teresa de Calcuta, a un periodista que le preguntó si, con lo que hacía, tenía ilusiones de cambiar el mundo, respondió: «¡Nunca pensé que pudiera cambiar el mundo! Sólo intentaba ser una gota de agua limpia, en la que pudiera brillar el amor de Dios»

Finalizando, reflexionó diciendo, “(…) pensando en el amor de Dios que siempre va delante de nosotros, podemos preguntarnos: ¿estoy agradecido al Señor, que me ama primero? ¿Siento el amor de Dios y le estoy agradecido?”

A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy nos habla del mayor de los mandamientos (cf. Mt 22,34-40). Un doctor de la ley interroga a Jesús sobre el tema y Él responde con el «gran mandamiento del amor»: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente [… y] a tu prójimo como a ti mismo» (vv. 37.39). Amor a Dios y amor al prójimo, inseparables el uno del otro. Detengámonos un poco a reflexionar sobre esto.

La primera: el hecho de que el amor al Señor sea lo primero nos recuerda que Dios siempre nos precede, nos anticipa con su ternura infinita (cf. Jn 4,19), con su cercanía, con su misericordia, porque Él siempre está cerca, es tierno y misericordioso. Un niño aprende a amar en el regazo de su madre y de su padre, y nosotros lo hacemos en los brazos de Dios. El Salmo dice: «Como un niño destetado en brazos de su madre» (131,2), así debemos sentirnos nosotros en los brazos de Dios. Y allí absorbemos el afecto del Señor, allí encontramos el amor que nos impulsa a entregarnos generosamente. San Pablo lo recuerda cuando dice que la caridad de Cristo tiene en sí una fuerza que nos impulsa a amar (cf. 2 Co 5, 14). Y todo parte de Él. No se puede amar seriamente a los demás si no se tiene esta raíz, que es el amor de Dios, el amor de Jesús.

Y ahora el segundo aspecto que se desprende del mandamiento del amor. Vincula el amor a Dios con el amor al prójimo: significa que, al amar a nuestros hermanos y hermanas, reflejamos, como espejos, el amor del Padre. Reflejar el amor de Dios, de eso se trata; amarle a Él, a quien no vemos, a través del hermano que vemos (cf. 1 Jn 4, 20). Un día, santa Teresa de Calcuta, a un periodista que le preguntó si, con lo que hacía, tenía ilusiones de cambiar el mundo, respondió: «¡Nunca pensé que pudiera cambiar el mundo! Sólo intentaba ser una gota de agua limpia, en la que pudiera brillar el amor de Dios» (Encuentro con periodistas tras recibir el Premio Nobel de la Paz, Roma, 1979). Así es como ella, tan pequeña, pudo hacer tanto bien: reflejando el amor de Dios como una gota. Y si a veces, mirándola a ella y a otros santos, llegamos a pensar que son héroes inimitables, pensemos en esta pequeña gota: el amor es una gota que puede cambiar tantas cosas. ¿Y cómo se hace? Dando siempre el primer paso. A veces no es fácil dar el primer paso, olvidar las cosas…, dar el primer paso. ¡Hagámoslo! Esta es la gota: dar el primer paso.

Por eso, queridos hermanos y hermanas, pensando en el amor de Dios que siempre va delante de nosotros, podemos preguntarnos: ¿estoy agradecido al Señor, que me ama primero? ¿Siento el amor de Dios y le estoy agradecido? ¿Y trato de reflejar Su amor? ¿Me comprometo a amar a mis hermanos, a dar este segundo paso?

Que la Virgen María nos ayude a vivir en nuestra vida diaria el gran mandamiento del amor: amar y dejarnos amar por Dios y amar a nuestros hermanos.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

Doy las gracias a todos los que -en tantos lugares y de distintas maneras- se unieron a la jornada de ayuno, oración y penitencia que vivimos el viernes pasado, pidiendo por la paz en el mundo. No nos rindamos. Sigamos rezando por Ucrania y también por la grave situación en Palestina e Israel y otras regiones en guerra. En Gaza, en particular, que haya espacio para garantizar la ayuda humanitaria y que los rehenes sean liberados inmediatamente. Que nadie renuncie a la posibilidad de detener las armas. ¡Alto el fuego! El padre Ibrahim Faltas -lo acabo de escuchar en el programa «A Su Imagen»- el padre Ibrahim dijo: «¡Alto el fuego! Alto el fuego!». Es el Vicario de Tierra Santa. Nosotros también, con el padre Ibrahim, decimos: ¡Alto el fuego! ¡Alto, hermanos y hermanas! La guerra es siempre una derrota, ¡siempre!

Estoy cerca de la población de la zona de Acapulco, México, golpeada por un huracán muy fuerte. Rezo por las víctimas, por sus familias y por los que han sufrido graves daños. Que la Virgen Guadalupana sostenga a sus hijos en la prueba.

Saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de muchas partes del mundo. En particular, saludo a los padres de los «Niños del cielo» de Torano Nuovo, a los fieles de Campana, al grupo vocacional «Talità kum» de la parroquia romana de San Giovanni dei Fiorentini, a los niños de la Confirmación de Eslovenia y a los de Gandosso, así como a la peregrinación de las Hijas de San Camilo y a las Ministras de los Enfermos.

Os deseo a todos un buen domingo. No olviden rezar por mí. Buen provecho y hasta pronto.

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