PAPA FRANCISCO | Cada encuentro con Jesús, un encuentro vivo con Él, nos permite tener más vida

7 abril, 2024

PAPA FRANCISCO | Cada encuentro con Jesús, un encuentro vivo con Él, nos permite tener más vida, así lo compartió el Santo Padre al compartir su mensaje antes de recitar la oración Regina Coeli. Antes del mediodía de hoy (hora de Roma), Su Santidad Francisco se presentaba en la ventana del Estudio Apostólico Vaticano desde donde en este segundo Domingo de Pascua, de la Divina Misericordia, encontrándose con los fieles y peregrinos reunidos en Plaza San Pedro.

En su mensaje, nos decía, hoy, segundo domingo de Pascua, dedicado por san Juan Pablo II a la Divina Misericordia, el Evangelio (cf. Jn 20, 19-31) nos dice que, creyendo en Jesús, el Hijo de Dios, podemos tener vida eterna en su nombre (v. 31). «Tener vida»: ¿qué significa esto?

Continuando, respondía el Papa, “todos queremos tener vida, pero hay varias maneras de conseguirlo. Por ejemplo, hay quienes reducen la existencia a una carrera frenética por disfrutar y poseer muchas cosas: comer y beber, divertirse, acumular dinero y cosas, experimentar emociones nuevas y fuertes, etcétera. Es un camino que a primera vista parece agradable, pero que no sacia el corazón. Así no se «tiene vida», porque seguir los caminos del placer y el poder no conduce a la felicidad”.

En otro párrafo, Su Santidad, agregaba, hoy el Evangelio dice que esta plenitud de vida, a la que cada uno de nosotros está llamado, se realiza en Jesús: es Él quien nos da la plenitud de vida. Pero, ¿cómo acceder a ella, cómo experimentarla?

Fijémonos en lo que les sucedió a los discípulos en el Evangelio. Están pasando por el momento más trágico de su vida: después de los días de la Pasión, están encerrados en el Cenáculo, asustados y desanimados”.

Antes de concluir, el Santo Padre reflexionaba, “(…) basta fijar la mirada en Jesús crucificado y resucitado, encontrarlo en los Sacramentos y en la oración, reconocerlo presente, creer en Él, dejarse tocar por su gracia y guiar por su ejemplo, experimentar la alegría de amar como Él. Cada encuentro con Jesús, un encuentro vivo con Él, nos permite tener más vida”.

A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz domingo!

Hoy, segundo domingo de Pascua, dedicado por san Juan Pablo II a la Divina Misericordia, el Evangelio (cf. Jn 20, 19-31) nos dice que, creyendo en Jesús, el Hijo de Dios, podemos tener vida eterna en su nombre (v. 31). «Tener vida»: ¿qué significa esto?

Todos queremos tener vida, pero hay varias maneras de conseguirlo. Por ejemplo, hay quienes reducen la existencia a una carrera frenética por disfrutar y poseer muchas cosas: comer y beber, divertirse, acumular dinero y cosas, experimentar emociones nuevas y fuertes, etcétera. Es un camino que a primera vista parece agradable, pero que no sacia el corazón. Así no se «tiene vida», porque seguir los caminos del placer y el poder no conduce a la felicidad. Hay tantos aspectos de la existencia que siguen sin respuesta, como el amor, las experiencias inevitables del dolor, la limitación y la muerte. Y queda sin cumplir el sueño que nos une a todos: la esperanza de vivir para siempre, de ser amados sin fin. Hoy el Evangelio dice que esta plenitud de vida, a la que cada uno de nosotros está llamado, se realiza en Jesús: es Él quien nos da la plenitud de vida. Pero, ¿cómo acceder a ella, cómo experimentarla?

Fijémonos en lo que les sucedió a los discípulos en el Evangelio. Están pasando por el momento más trágico de su vida: después de los días de la Pasión, están encerrados en el Cenáculo, asustados y desanimados. El Resucitado se acerca a ellos y les muestra primero sus heridas (cf. v. 20): eran los signos del sufrimiento y del dolor, podían suscitar sentimientos de culpa; sin embargo, con Jesús se convierten en los canales de la misericordia y del perdón. Así los discípulos ven y tocan con sus propias manos que con Jesús la vida vence, siempre, la muerte y el pecado son vencidos. Y reciben el don de su Espíritu, que les da una vida nueva, como hijos amados, impregnados de alegría, amor y esperanza. Os pregunto una cosa: ¿tenéis esperanza? Que cada uno se pregunte: ¿cómo es mi esperanza?

Así es como se «tiene vida» cada día: basta fijar la mirada en Jesús crucificado y resucitado, encontrarlo en los Sacramentos y en la oración, reconocerlo presente, creer en Él, dejarse tocar por su gracia y guiar por su ejemplo, experimentar la alegría de amar como Él. Cada encuentro con Jesús, un encuentro vivo con Él, nos permite tener más vida. Buscar a Jesús, dejarnos encontrar -¡porque Él nos busca! -, abramos nuestro corazón al encuentro con Jesús.

Pero preguntémonos: ¿creo en el poder de la resurrección de Jesús, creo que Jesús ha resucitado? ¿Creo en su victoria sobre el pecado, el miedo y la muerte? ¿Me dejo arrastrar a una relación con el Señor, con Jesús? ¿Y me dejo mover por Él para amar a mis hermanos y hermanas y para esperar cada día? Que cada uno reflexione sobre esto.

Que María nos ayude a tener cada vez más fe en Jesús resucitado para «tener vida» y contagiar la alegría de la Pascua.

Después del Regina Caeli

Queridos hermanos y hermanas

Deseo recordar a las personas fallecidas en el accidente de autobús ocurrido en Sudáfrica hace unos días. Recemos por ellos y por sus familias.

Ayer fue el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz. Todos sabemos cómo la práctica de un deporte puede educar para una socialidad abierta, solidaria y sin prejuicios. Pero para ello necesitamos dirigentes y entrenadores que no tengan como único objetivo ganar o ganar dinero. ¡Promovamos un deporte que fomente la amistad social y la fraternidad!

No dejemos de rezar por la paz, una paz justa y duradera, especialmente por la atormentada Ucrania y por Palestina e Israel. Que el Espíritu del Señor resucitado ilumine y sostenga a todos los que trabajan para disminuir las tensiones y favorecer los gestos que hacen posible las negociaciones. Que el Señor conceda a los líderes la capacidad de detenerse un poco para negociar, para negociar.

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de muchos países. Saludo en particular a los alumnos de la escuela católica Mar Qardakh, de Erbil, capital del Kurdistán iraquí; y a los alumnos de Castellón, España. Saludo con afecto a los grupos de oración que cultivan la espiritualidad de la Divina Misericordia, reunidos hoy en el santuario del Santo Spirito, en Sassia.

Saludo al club de bolos «La Perosina»; al grupo ACLI de Chieti; a los participantes en la Conferencia internacional para la abolición de los vientres de alquiler; a los fieles de Modugno y Alcamo; a los alumnos del colegio «San Giuseppe» de Bassano del Grappa y a los confirmandos de Sant’Arcangelo di Romagna. Saludo a los numerosos polacos: ¡veo las banderas!

Os deseo a todos un buen domingo. Por favor, no olvidéis rezar por mí. Buen almuerzo y ¡adiós!

Regina Coeli 

Reina del cielo alégrate; aleluya.
Porque el Señor a quien has

merecido llevar; aleluya.
Ha resucitado según su palabra; aleluya.
Ruega al Señor por nosotros; aleluya.
Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
Porque verdaderamente ha resucitado el Señor;
aleluya.

Oremos

Oh Dios, que, por la resurrección de tu Hijo,

nuestro Señor Jesucristo,
has llenado el mundo de alegría,
concédenos, por intercesión de su Madre,
la Virgen María,
llegar a alcanzar los gozos eterno.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

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