Papa Francisco | Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar en el camino del bien

24 marzo, 2019

Papa Francisco | Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar en el camino del bien, es apenas una parte del mensaje por el Santo Padre Francisco, antes de recitar la oración mariana. Brindado en el medio día de hoy (hora de Roma), cuando se presentaba en la ventana del Estudio de Palacio Apostólico, frente a los peregrinos reunidos en Plaza San Pedro, en la ciudad del Vaticano.

En ésta ocasión, el Su Santidad Francisco, se refirió al Evangelio del tercer domingo de Cuaresma, (ver Lc 13: 1-9), en el mismo se lee sobre la misericordia de Dios y de nuestra conversión. En la enseñanza, Jesús relata la parábola del higo estéril, en su explicación el Santo Padre nos señala, “el maestro representa a Dios Padre y el enólogo es la imagen de Jesús (…), la higuera es un símbolo de la humanidad indiferente y árida”.

Al respecto, nos continua enseñando, “la higuera (…), es un símbolo de quien vive para sí mismo, lleno y tranquilo, acostado en su comodidad, incapaz de dirigir sus ojos y su corazón a aquellos que están cerca de él y se encuentra en un estado de sufrimiento, pobreza e incomodidad”. Su Santidad nos advierte, “esta actitud de egoísmo y esterilidad espiritual es contrarrestada por el gran amor del enólogo hacia la higuera: hace esperar al maestro, tiene paciencia, sabe esperar, le dedica su tiempo y su trabajo. Él le promete a su amo cuidar especialmente de ese árbol infeliz”.

Profundizando, el Santo Padre nos recuerda, “a pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar en el camino del bien. Pero la extensión implorada y otorgada mientras se espera que el árbol finalmente fructifique, también indica la urgencia de la conversión”.

Al mismo tiempo, el Santo Padre Francisco, nos advierte, “la posibilidad de conversión no es ilimitada; por eso hay que apoderarse de ello de inmediato; De lo contrario se perdería para siempre”. Además, declaró que, “en esta Cuaresma (…); Pensemos hoy, cada uno de nosotros: ¿qué debo hacer ante esta misericordia de Dios que me espera y que siempre perdona? ¿Qué debo hacer? Podemos confiar mucho en la misericordia de Dios, pero sin abusar de ella”.

También nos señaló, “cada uno de nosotros debe sentirse desafiado por este llamado, corrigiendo algo en nuestras vidas, en nuestra propia manera de pensar, actuar y vivir relaciones con los demás. Al mismo tiempo, debemos imitar la paciencia de Dios que confía en la capacidad de todos para poder «levantarse» y reanudar el viaje”.

A continuación compartimos con ustedes la interpretación del italiano al castellano del mensaje brindado por Su Santidad Francisco antes de recitar el Ángelus:

Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El Evangelio de este tercer domingo de Cuaresma (ver Lc 13: 1-9) nos habla de la misericordia de Dios y de nuestra conversión. Jesús cuenta la parábola del higo estéril. Un hombre ha plantado un higo en su propio viñedo, y con gran confianza todos los veranos, va a buscar sus frutos, pero no encuentra ninguno, porque ese árbol es estéril. Impulsado por esa decepción que se repite durante tres años, piensa en cortar la higuera para plantar otra. Luego llama al agricultor que está en el viñedo y expresa su insatisfacción, ordenándole que corte el árbol, para que no explote el suelo innecesariamente. Pero el enólogo le pide al dueño que sea paciente y le pide una extensión de un año, durante la cual se encargará de reservar un cuidado más cuidadoso y delicado para la higuera, para estimular su productividad. Esta es la parábola. ¿Qué representa esta parábola? ¿Qué representan los personajes en esta parábola?

El maestro representa a Dios Padre y el enólogo es la imagen de Jesús, mientras que la higuera es un símbolo de la humanidad indiferente y árida. Jesús intercede ante el Padre en favor de la humanidad, y siempre lo hace, y le pide que espere y le conceda un poco más de tiempo para que los frutos del amor y la justicia puedan surgir en él. La higuera que el dueño de la parábola quiere erradicar representa una existencia estéril, incapaz de dar, incapaz de hacer el bien. Es un símbolo de quien vive para sí mismo, lleno y tranquilo, acostado en su comodidad, incapaz de dirigir sus ojos y su corazón a aquellos que están cerca de él y se encuentra en un estado de sufrimiento, pobreza e incomodidad. Esta actitud de egoísmo y esterilidad espiritual es contrarrestada por el gran amor del enólogo hacia la higuera: hace esperar al maestro, tiene paciencia, sabe esperar, le dedica su tiempo y su trabajo. Él le promete a su amo cuidar especialmente de ese árbol infeliz.

Y esta similitud del enólogo manifiesta la misericordia de Dios, que nos deja un tiempo para la conversión. Todos necesitamos convertirnos, dar un paso adelante, y la paciencia de Dios, la misericordia, nos acompaña en esto. A pesar de la esterilidad, que a veces marca nuestra existencia, Dios tiene paciencia y nos ofrece la posibilidad de cambiar y avanzar en el camino del bien. Pero la extensión implorada y otorgada mientras se espera que el árbol finalmente fructifique, también indica la urgencia de la conversión. El enólogo le dice al maestro: «Déjalo este año» (v. 8). La posibilidad de conversión no es ilimitada; por eso hay que apoderarse de ello de inmediato; De lo contrario se perdería para siempre. Podemos pensar en esta Cuaresma: ¿qué debo hacer para acercarme al Señor, para convertir, para «cortar» aquellas cosas que no van bien? «No, no, esperaré la próxima Cuaresma». Pero ¿estarás vivo la próxima Cuaresma? Pensemos hoy, cada uno de nosotros: ¿qué debo hacer ante esta misericordia de Dios que me espera y que siempre perdona? ¿Qué debo hacer? Podemos confiar mucho en la misericordia de Dios, pero sin abusar de ella. No debemos justificar la pereza espiritual, sino aumentar nuestro compromiso de responder con prontitud a esta misericordia con sinceridad de corazón.

En tiempos de Cuaresma, el Señor nos invita a la conversión. Cada uno de nosotros debe sentirse desafiado por este llamado, corrigiendo algo en nuestras vidas, en nuestra propia manera de pensar, actuar y vivir relaciones con los demás. Al mismo tiempo, debemos imitar la paciencia de Dios que confía en la capacidad de todos para poder «levantarse» y reanudar el viaje. Dios es Padre, y no apaga la llama débil, sino que acompaña y cuida a los débiles para que puedan fortalecerse y aportar su contribución de amor a la comunidad. Que la Virgen María nos ayude a vivir estos días de preparación para la Pascua como un tiempo de renovación espiritual y de confianza abierta a la gracia de Dios ya su misericordia.

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