Papa Francisco | El Evangelio va por el camino de la alegría, siempre, es el gran anuncio, invito a cada cristiano, esté donde esté, a renovar hoy su encuentro con Jesucristo

15 noviembre, 2023

Papa Francisco | El Evangelio va por el camino de la alegría, siempre, es el gran anuncio, invito a cada cristiano, esté donde esté, a renovar hoy su encuentro con Jesucristo, así lo dijo el Santo Padre al compartir su mensaje durante la Audiencia General del día miércoles. Celebrada en Plaza San Pedro, Su Santidad Francisco continuando con el ciclo de catequesis “La pasión por la evangelización: El celo apostólico del creyente”, centró su meditación sobre el tema “El anuncio es alegría” (Lectura: Lc 2,8-11).

El Santo Padre entonces, señaló, “después de haber encontrado a varios testigos del anuncio del Evangelio, les propongo resumir este ciclo de catequesis sobre el celo apostólico en cuatro puntos, inspirados en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, (…). El primer punto que examinamos hoy, el primero de los cuatro, no puede sino referirse a la actitud de la que depende la sustancia del gesto evangelizador: la alegría”.

Continuando, decía, “¡Jesús! Jesús es la alegría. Es el Dios hecho hombre que ha venido a nosotros. La cuestión, queridos hermanos y hermanas, no es, pues, si anunciarlo o no, sino cómo anunciarlo, y este «cómo» es la alegría”.

En otro párrafo el Papa compartía, “el nacimiento de Jesús, en la historia como en la vida, es el principio de la alegría: pensad en lo que les pasó a los discípulos de Emaús que no podían creer de alegría, y a los otros, luego, a los discípulos todos juntos, cuando Jesús va al Cenáculo, no podían creer de alegría (cf. Lc 24,13-35). La alegría de tener a Jesús resucitado. El encuentro con Jesús siempre produce alegría, y si esto no te sucede, no es un verdadero encuentro con Jesús”.

Profundizando, agregaba el Santo Padre, “(…) los primeros evangelizados somos nosotros, los cristianos. Y esto es muy importante. Inmersos en el acelerado y confuso clima actual, también nosotros podríamos encontrarnos viviendo la fe con un sutil sentido de renuncia, convencidos de que el Evangelio ya no se escucha y de que ya no vale la pena esforzarse por proclamarlo. Incluso podríamos sentirnos tentados por la idea de dejar que «los otros» sigan su propio camino. En cambio, éste es precisamente el momento de volver al Evangelio para descubrir que Cristo «es siempre joven y fuente constante de novedad» (Evangelii gaudium, 11)”.

Más adelante, en su mensaje, compartió el Pontífice, “también hoy se espera el Evangelio: el hombre de hoy es como el hombre de todos los tiempos: lo necesita, incluso la civilización de la increencia programada y del laicismo institucionalizado; es más, sobre todo la sociedad que deja desiertos los espacios del sentido religioso, necesita a Jesús”. Completando, decía casi en el final, “el Evangelio va por el camino de la alegría, siempre, es el gran anuncio. Invito a cada cristiano, esté donde esté, a renovar hoy su encuentro con Jesucristo. Que cada uno de nosotros se tome hoy un poco de tiempo y piense: «Jesús, Tú estás dentro de mí: quiero encontrarte cada día”.

A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:

La catequesis. Pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente. 26. El anuncio es alegría

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Después de haber encontrado a varios testigos del anuncio del Evangelio, les propongo resumir este ciclo de catequesis sobre el celo apostólico en cuatro puntos, inspirados en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, de la que este mes se cumplen diez años. El primer punto que examinamos hoy, el primero de los cuatro, no puede sino referirse a la actitud de la que depende la sustancia del gesto evangelizador: la alegría. El mensaje cristiano, como hemos escuchado de las palabras del ángel a los pastores, es el anuncio de «una gran alegría» (Lc 2,10). ¿Y el motivo? ¿Una buena noticia, una sorpresa, un buen acontecimiento? Mucho más, una Persona: ¡Jesús! Jesús es la alegría. Es el Dios hecho hombre que ha venido a nosotros. La cuestión, queridos hermanos y hermanas, no es, pues, si anunciarlo o no, sino cómo anunciarlo, y este «cómo» es la alegría. O anunciamos a Jesús con alegría, o no lo anunciamos, porque cualquier otra forma de anunciarlo no es capaz de llevar la verdadera realidad de Jesús.

Por eso no es creíble un cristiano descontento, un cristiano triste, un cristiano insatisfecho, o peor aún, un cristiano resentido y rencoroso. Hablará de Jesús, pero nadie le creerá. Una persona me dijo una vez, hablando de esos cristianos: «¡Pero si son cristianos con cara de bacalao!», es decir, no expresan nada, son así, y la alegría es esencial. Es esencial cuidar nuestros sentimientos. La evangelización trabaja la gratuidad, porque viene de la plenitud, no de la presión. Y cuando se hace evangelización -se quiere hacer, pero esto no va- basada en ideologías, esto no es evangelizar, esto no es el Evangelio. El Evangelio no es una ideología: el Evangelio es un anuncio, un anuncio de alegría. Las ideologías son frías, todas. El Evangelio tiene el calor de la alegría. Las ideologías no pueden sonreír, el Evangelio es una sonrisa, te hace sonreír porque te toca el alma con la Buena Noticia.

El nacimiento de Jesús, en la historia como en la vida, es el principio de la alegría: pensad en lo que les pasó a los discípulos de Emaús que no podían creer de alegría, y a los otros, luego, a los discípulos todos juntos, cuando Jesús va al Cenáculo, no podían creer de alegría (cf. Lc 24,13-35). La alegría de tener a Jesús resucitado. El encuentro con Jesús siempre produce alegría, y si esto no te sucede, no es un verdadero encuentro con Jesús.

Y lo que Jesús hace con los discípulos nos dice que los primeros evangelizados son los discípulos, los primeros evangelizados somos nosotros, los cristianos. Y esto es muy importante. Inmersos en el acelerado y confuso clima actual, también nosotros podríamos encontrarnos viviendo la fe con un sutil sentido de renuncia, convencidos de que el Evangelio ya no se escucha y de que ya no vale la pena esforzarse por proclamarlo. Incluso podríamos sentirnos tentados por la idea de dejar que «los otros» sigan su propio camino. En cambio, éste es precisamente el momento de volver al Evangelio para descubrir que Cristo «es siempre joven y fuente constante de novedad» (Evangelii gaudium, 11).

Así, como los dos de Emaús, se vuelve a la vida cotidiana con el ímpetu de quien ha encontrado un tesoro: estaban alegres, estos dos, porque habían encontrado a Jesús, y él les había cambiado la vida. Y se descubre que en la humanidad abundan los hermanos y hermanas que esperan una palabra de esperanza. También hoy se espera el Evangelio: el hombre de hoy es como el hombre de todos los tiempos: lo necesita, incluso la civilización de la increencia programada y del laicismo institucionalizado; es más, sobre todo la sociedad que deja desiertos los espacios del sentido religioso, necesita a Jesús. Este es el momento propicio para el anuncio de Jesús. Por eso, quiero repetir a todos: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de quien se encuentra con Jesús. Quien se deja salvar por Él se libera del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo nace y renace siempre la alegría (ibid., 1). No lo olvidemos. Y si alguno de nosotros no percibe esta alegría, preguntémonos si hemos encontrado a Jesús. Una alegría interior. El Evangelio va por el camino de la alegría, siempre, es el gran anuncio. Invito a cada cristiano, esté donde esté, a renovar hoy su encuentro con Jesucristo. Que cada uno de nosotros se tome hoy un poco de tiempo y piense: «Jesús, Tú estás dentro de mí: quiero encontrarte cada día. Tú eres una Persona, no una idea; Tú eres un compañero, no un programa. Tú eres el Amor que resuelve tantos problemas. Tú eres el principio de la evangelización. Tú, Jesús, eres la fuente de la alegría». Amén.

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Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Señor que renueve cada día nuestro encuentro con Él, que haga arder nuestro corazón con su Palabra, y también que en la Eucaristía nazca en nosotros el impulso que animó a los discípulos a salir a evangelizar al mundo. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

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