Papa Francisco | En Adviento, preparemos con cuidado la casa del corazón, para que sea ordenada y acogedora

3 diciembre, 2023

Papa Francisco | En Adviento, preparemos con cuidado la casa del corazón, para que sea ordenada y acogedora, así nos lo pedía el Santo Padre Francisco al compartir su mensaje antes de recitar la oración Mariana del Ángelus. Como en el domingo pasado, debido a que Su Santidad Francisco se encuentra mejorando de su cuadro de resfrío, su voz presenta una disfonía, razón por la cual debe continuar haciendo el reposo adecuado, desde Casa Santa Marta, simplemente saludó a los fieles y peregrinos reunidos en Plaza San Pedro y señaló que sería Mons. Braida quien leería la catequesis de hoy, primer domingo de Adviento.

En el texto, el Papa nos dice, “hoy, primer domingo de Adviento, en el breve Evangelio que nos propone la liturgia (cf. Mc 13,33-37), Jesús nos dirige tres veces una exhortación sencilla y directa: «Velad» (vv. 33.35.37). Jesús lo ilustra con una parábola, en la que habla de un amo que vuelve y de sus siervos que le esperan (cf. v. 34). El siervo en la Biblia es la «persona de confianza» del amo, con el que a menudo existe una relación de cooperación y afecto”.

Continuando, agregaba, “(…) la vigilancia de los siervos no es de miedo, sino de anhelo, de espera del encuentro con su Señor que viene. Se mantienen preparadas para su regreso porque lo aman, porque tienen en mente que encuentre, cuando llegue, un hogar acogedor y ordenado (…). Con esta espera llena de afecto queremos prepararnos también nosotros para acoger a Jesús: en Navidad, que celebraremos dentro de pocas semanas; al final de los tiempos, cuando regrese en gloria; cada día, cuando venga a nuestro encuentro en la Eucaristía, en su Palabra, en nuestros hermanos, especialmente en los más necesitados”.

Completando, el Papa nos señalaba, “(…) preparemos con cuidado la casa del corazón, para que sea ordenada y acogedora. Vigilar, en efecto, significa tener el corazón preparado. Es la actitud del centinela, que en la noche no se deja tentar por el cansancio, no se duerme, sino que permanece despierto en espera de la luz que llega”.

A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Ni siquiera hoy podré leerlo todo: estoy mejorando, pero mi voz aún no me llega. Mons. Braida leerá la catequesis.

Hoy, primer domingo de Adviento, en el breve Evangelio que nos propone la liturgia (cf. Mc 13,33-37), Jesús nos dirige tres veces una exhortación sencilla y directa: «Velad» (vv. 33.35.37).

El tema es, pues, la vigilancia. ¿Cómo debemos entenderlo? A veces se piensa en esta virtud como una actitud motivada por el miedo a un castigo inminente, como si un meteorito estuviera a punto de caer del cielo y amenazara, si no lo evitamos a tiempo, con arrollarnos. Pero, ciertamente, éste no es el sentido de la vigilancia cristiana.

Jesús lo ilustra con una parábola, en la que habla de un amo que vuelve y de sus siervos que le esperan (cf. v. 34). El siervo en la Biblia es la «persona de confianza» del amo, con el que a menudo existe una relación de cooperación y afecto. Pensemos, por ejemplo, que el siervo de Dios se define como Moisés (cf. Núm 12,7) y que incluso María dice de sí misma: «He aquí la esclava del Señor» (Lc 1,38). Así pues, la vigilancia de los siervos no es de miedo, sino de anhelo, de espera del encuentro con su Señor que viene. Se mantienen preparadas para su regreso porque lo aman, porque tienen en mente que encuentre, cuando llegue, un hogar acogedor y ordenado: se alegran de volver a verlo, hasta el punto de que esperan su regreso como una fiesta para toda la gran familia de la que forman parte.

Con esta espera llena de afecto queremos prepararnos también nosotros para acoger a Jesús: en Navidad, que celebraremos dentro de pocas semanas; al final de los tiempos, cuando regrese en gloria; cada día, cuando venga a nuestro encuentro en la Eucaristía, en su Palabra, en nuestros hermanos, especialmente en los más necesitados.

Por eso, de modo especial en estas semanas, preparemos con cuidado la casa del corazón, para que sea ordenada y acogedora. Vigilar, en efecto, significa tener el corazón preparado. Es la actitud del centinela, que en la noche no se deja tentar por el cansancio, no se duerme, sino que permanece despierto en espera de la luz que llega. El Señor es nuestra luz y conviene preparar el corazón para acogerlo con la oración y hospedarlo con la caridad, los dos preparativos que, por así decirlo, lo hacen confortable. A este respecto, se cuenta que san Martín de Tours, hombre de oración, después de dar la mitad de su manto a un pobre, soñó con Jesús vestido precisamente con esa parte del manto que había dado. He aquí un hermoso programa para el Adviento: encontrar a Jesús que viene en cada hermano y hermana que nos necesita y compartir con ellos lo que podemos: escucha, tiempo, ayuda concreta.

Queridos amigos, hoy nos hace bien preguntarnos cómo podemos preparar un corazón acogedor para el Señor. Podemos hacerlo acercándonos a su Perdón, a su Palabra, a su Mesa, encontrando espacio para la oración, acogiéndolo en quien lo necesita. Cultivemos su espera sin distraernos con tantas cosas inútiles y sin quejarnos todo el tiempo, sino manteniendo el corazón alerta, es decir, ansioso de Él, despierto y preparado, impaciente por encontrarlo.

Que la Virgen María, mujer de la espera, nos ayude a acoger a su Hijo que viene.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

la situación en Israel y Palestina es grave. Nos duele que se haya roto la tregua: esto significa muerte, destrucción, miseria. Muchos rehenes han sido liberados, pero muchos siguen en Gaza. Pensamos en ellos, en sus familias que habían visto una luz, una esperanza de reencontrarse con sus seres queridos. Hay mucho sufrimiento en Gaza; faltan productos de primera necesidad. Espero que todos los implicados puedan alcanzar un nuevo acuerdo de alto el fuego lo antes posible y encontrar soluciones distintas a las armas, tratando de tomar caminos valientes hacia la paz.

Quisiera aseguraros mi oración por las víctimas del atentado de esta mañana en Filipinas, donde una bomba ha estallado durante la misa. Estoy cerca de las familias, de la gente de Mindanao que ya ha sufrido tanto.

Aunque desde la distancia, sigo con gran atención los trabajos de la COP 28 en Dubai. Estoy cerca. Renuevo mi llamamiento a una respuesta al cambio climático con cambios políticos concretos: salgamos de las estrecheces del particularismo y del nacionalismo, patrones del pasado, y abracemos una visión común, comprometiéndonos todos ahora, sin demora, en una necesaria conversión ecológica global.

Hoy es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Acoger e incluir a quienes experimentan esta condición ayuda a toda la sociedad a ser más humana. En las familias, en las parroquias, en las escuelas, en el trabajo, en el deporte: aprendamos a valorar a cada persona con sus cualidades y capacidades, y no excluyamos a nadie.

Saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de otras partes del mundo, especialmente a los polacos que participan en los actos promovidos en Roma en honor de la familia mártir Ulma, recientemente beatificada.

Saludo a todos los peregrinos y grupos parroquiales de Florencia, Siena, Brindisi, Cosenza y Adrano.

Deseo a todos un feliz domingo y un buen camino de Adviento. Por favor, no olvidéis rezar por mí. Buen almuerzo y ¡adiós!

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