Papa Francisco | Estar con Jesús, requiere el valor de partir, de ponerse en camino

22 enero, 2023

Papa Francisco | Estar con Jesús, requiere el valor de partir, de ponerse en camino, así lo señalaba el Santo Padre al compartir su mensaje antes de recitar la oración Mariana del Ángelus. Minutos antes del mediodía de hoy (hora de Roma), Su Santidad Francisco se presentaba en la ventana del Estudio Apostólico Vaticano, donde se encontraba con fieles y peregrinos reunidos en Plaza San Pedro.

El Santo Padre se refería al Evangelio de la liturgia de hoy (Mt 4,12-23), el cual describe la llamada de los primeros discípulos que, en el lago de Galilea, lo dejaron todo para seguir a Jesús. Sobre esto, el Papa señalaba, “(…) Jesús vuelve a buscarlos allí donde viven y trabajan. El Señor siempre nos busca; el Señor siempre nos acerca, siempre.  Y esta vez les dirige una llamada directa: «¡Sígueme!» (Mt 4,19). Y ellos «en seguida dejaron las redes y le siguieron» (v. 20)”.

Avanzando, subraya, “(…) tarde o temprano llega el momento en que es necesario partir para seguirle (cf. Lc 11,27-28). Y ahí hay que tomar una decisión: ¿dejo algunas certezas y emprendo una nueva aventura, o me quedo dónde estoy?”

Entonces, el Papa compartía en otro párrafo, “estar con Jesús, por tanto, requiere el valor de partir, de ponerse en camino. ¿Qué debemos dejar atrás? Ciertamente nuestros vicios y, nuestros pecados, que son como anclas que nos bloquean en la orilla y nos impiden hacernos a la mar”.

Continuando, Su Santidad decía, “(…) para realizar la vida hay que aceptar el reto de marcharse. A esto nos invita Jesús hoy a cada uno de nosotros. Y sobre esto les dejo algunas preguntas. En primer lugar: ¿recuerdo algún «momento fuerte» en el que ya me haya encontrado con Jesús?

Casi en el final, sintetizaba, “cada uno de nosotros piensa en su propia historia: ¿hubo en mi vida algún momento fuerte en el que me encontré con Jesús? ¿Hubo algo hermoso y significativo que sucedió en mi vida que dejó atrás otras cosas menos importantes? No tengas miedo de irte si es para seguir a Jesús, siempre nos encontraremos sintiéndonos mejor y siendo mejores”.

A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la liturgia de hoy (Mt 4,12-23) narra la llamada de los primeros discípulos que, en el lago de Galilea, lo dejaron todo para seguir a Jesús. Algunos de ellos ya le habían conocido, gracias a Juan el Bautista, y Dios había sembrado en ellos la semilla de la fe (cf. Jn 1,35-39). Y ahora Jesús vuelve a buscarlos allí donde viven y trabajan. El Señor siempre nos busca; el Señor siempre nos acerca, siempre.  Y esta vez les dirige una llamada directa: «¡Sígueme!» (Mt 4,19). Y ellos «en seguida dejaron las redes y le siguieron» (v. 20). Detengámonos en esta escena: es el momento del encuentro decisivo con Jesús, el que recordarán el resto de su vida y que entra en el Evangelio. A partir de entonces, siguen a Jesús y, para seguirle, se marchan.

Salir en orden para seguir. Con Jesús siempre es así. De alguna manera, uno puede empezar a sentir su fascinación, quizá gracias a los demás. Entonces el conocimiento puede volverse más personal y encender una luz en el corazón. Se convierte en algo hermoso para compartir: «Sabes, ese pasaje del Evangelio me impactó, esa experiencia de servicio me conmovió». Algo que te llegue al corazón. Y lo mismo debieron hacer los primeros discípulos (cf. Jn 1,40-42). Pero tarde o temprano llega el momento en que es necesario partir para seguirle (cf. Lc 11,27-28). Y ahí hay que tomar una decisión: ¿dejo algunas certezas y emprendo una nueva aventura, o me quedo dónde estoy? Es un momento decisivo para todo cristiano, porque en él se juega el sentido de todo lo demás. Si uno no encuentra el valor para ponerse en camino, corre el riesgo de permanecer espectador de su propia existencia y de vivir su fe a medias.

Estar con Jesús, por tanto, requiere el valor de partir, de ponerse en camino. ¿Qué debemos dejar atrás? Ciertamente nuestros vicios y, nuestros pecados, que son como anclas que nos bloquean en la orilla y nos impiden hacernos a la mar. Para empezar a partir, lo correcto es que empecemos pidiendo perdón: perdón de las cosas que no fueron buenas: dejo esas cosas y sigo adelante. Pero también debemos dejar atrás lo que nos impide vivir plenamente, por ejemplo, como los miedos, los cálculos egoístas, las garantías para mantenernos a salvo viviendo a bajo precio. Y también hay que renunciar al tiempo que se pierde en tantas cosas inútiles. Qué hermoso es dejar todo esto para experimentar, por ejemplo, el fatigoso pero gratificante riesgo del servicio, o dedicar tiempo a la oración, para crecer en la amistad con el Señor. También pienso en una familia joven, que deja atrás la vida tranquila para abrirse a la imprevisible y hermosa aventura de la maternidad y la paternidad. Es un sacrificio, pero basta una mirada a los niños para comprender que estaba bien dejar ciertos ritmos y comodidades, para tener esta alegría. Pienso en ciertas profesiones, por ejemplo, un médico o un sanitario que han renunciado a tanto tiempo libre para estudiar y prepararse, y ahora hacen el bien dedicando muchas horas del día y de la noche, mucha energía física y mental a los enfermos. Pienso en los trabajadores que dejan sus comodidades, que dejan su dulce nada para llevar el pan a casa. En resumen, para realizar la vida hay que aceptar el reto de marcharse. A esto nos invita Jesús hoy a cada uno de nosotros.

Y sobre esto les dejo algunas preguntas. En primer lugar: ¿recuerdo algún «momento fuerte» en el que ya me haya encontrado con Jesús? Cada uno de nosotros piensa en su propia historia: ¿hubo en mi vida algún momento fuerte en el que me encontré con Jesús? ¿Hubo algo hermoso y significativo que sucedió en mi vida que dejó atrás otras cosas menos importantes? Y hoy, ¿hay algo a lo que Jesús me pida que renuncie? ¿Qué cosas materiales, formas de pensar, hábitos necesito dejar atrás para poder decirle verdaderamente «sí» a Él? Ayúdanos, como a ella, a decir un sí pleno a Dios, a saber, dejar algo para seguirle mejor. No tengas miedo de irte si es para seguir a Jesús, siempre nos encontraremos sintiéndonos mejor y siendo mejores.

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Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

Este tercer domingo del tiempo ordinario está dedicado de manera especial a la Palabra de Dios. Redescubramos con asombro el hecho de que Dios nos habla, particularmente a través de las Sagradas Escrituras. Leámoslas, estudiémoslas, meditémoslas, recémoslas. Leamos cada día un pasaje de la Biblia, especialmente del Evangelio: allí Jesús nos habla, nos ilumina, nos guía. Y os recuerdo lo que he dicho otras veces: tened un pequeño Evangelio, un Evangelio de bolsillo, para llevarlo en el bolso, siempre con nosotros; y cuando haya un momento durante el día, leed algo del Evangelio. Es Jesús quien nos acompaña. Un pequeño Evangelio de bolsillo, siempre con nosotros.

Hoy deseo hacer votos de paz y de todo bien a todos los que en Extremo Oriente y en diversas partes del mundo celebran el Año Nuevo Lunar. En esta feliz ocasión, sin embargo, no puedo dejar de expresar mi cercanía espiritual a quienes atraviesan momentos difíciles causados por la pandemia del coronavirus, con la esperanza de que las dificultades actuales se superen pronto. Por último, deseo que la bondad, la sensibilidad, la solidaridad y la armonía, que experimentamos en estos días en las familias tradicionalmente reunidas, impregnen y caractericen siempre nuestras relaciones, tanto familiares como sociales, para que podamos vivir una vida serena y feliz. ¡Feliz Año Nuevo!

Mis pensamientos, con dolor, se dirigen en particular a Myanmar, donde la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en el pueblo de Chan Thar, uno de los lugares de culto más antiguos e importantes del país, fue incendiada y destruida. Estoy cerca de la población civil indefensa, que en muchas ciudades está sometida a duras pruebas. Quiera Dios que este conflicto termine pronto y se abra un nuevo tiempo de perdón, amor y paz. Recemos juntos a la Virgen por Myanmar. [«Ave María…»]

Además, les invito a rezar por el fin de los actos de violencia en Perú. La violencia extingue la esperanza de una solución justa a los problemas. Animo a todas las partes implicadas a tomar la vía del diálogo entre hermanos de una misma nación, con pleno respeto de los derechos humanos y del Estado de Derecho. Me uno a los obispos peruanos para decir: ¡No a la violencia, venga de donde venga! ¡No más muertes! ¡Hay peruanos en las calles!

Desde Camerún llegan señales positivas que permiten albergar esperanzas de que se avance hacia la resolución del conflicto en las regiones anglófonas. Animo a todas las partes del Acuerdo a perseverar en el camino del diálogo y el entendimiento mutuo, porque sólo en el encuentro puede planificarse el futuro.

Os saludo a todos los que habéis venido de Italia y de otros países. Saludo a los peregrinos de Split, Varsovia -hay muchos polacos, veo las banderas- y Mérida-Badajoz (España), así como a los de Ascoli Piceno, Montesilvano y Gela, al grupo de la Escuela del Ángel de la Guarda de Alessandria, al grupo del Gioventù Ardente Mariana de Roma y a los miembros de la Asociación Católica de Psicología.

En estos días, mientras rezamos en particular por la plena unidad de todos los cristianos, no olvidemos, por favor, invocar la paz para la atormentada Ucrania: ¡que el Señor conforte y sostenga a ese pueblo que tanto sufre! ¡Sufren tanto!

Les deseo a todos un buen domingo. También a los chicos de la Inmaculada Concepción. Y, por favor, no olvides rezar por mí. Buen almuerzo y adiós.

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