Papa Francisco | Hoy celebramos «la conquista del cielo»: Jesús que vuelve al Padre, pero con nuestra humanidad

21 mayo, 2023

Papa Francisco | Hoy celebramos «la conquista del cielo»: Jesús que vuelve al Padre, pero con nuestra humanidad, así lo expresaba el Santo Padre al compartir su mensaje antes de recitar la oración Regina Coeli. Antes del mediodía de hoy (hora local), Su Santidad Francisco se presentaba en la ventana del Estudio Apostólico Vaticano, desde donde se encontraba con fieles y peregrinos reunidos en Plaza San Pedro.

En sus palabras compartidas, el Papa planteaba, “Hoy celebramos en Italia y en muchos otros países la Ascensión del Señor. Es una fiesta que conocemos bien, pero que puede suscitar algunos interrogantes, al menos dos. La primera: ¿por qué celebrar la partida de Jesús de la tierra? Parece que su partida es un momento triste, no precisamente para alegrarse. ¿Por qué celebrar una partida? Primera pregunta. Segunda pregunta: ¿qué hace Jesús ahora en el cielo?”

Al primer interrogante, Su Santidad respondía, “porque con la Ascensión ha sucedido algo nuevo y hermoso: Jesús ha llevado nuestra humanidad, nuestra carne al cielo -¡es la primera vez! – es decir, la ha llevado a Dios. Esa humanidad, que había tomado en la tierra, no se quedó aquí. Jesús resucitado no era un espíritu, no, tenía su cuerpo humano, carne, huesos, todo, y allí, en Dios, estará para siempre”.

Profundizando, el Santo Padre agregaba, “hoy celebramos «la conquista del cielo»: Jesús que vuelve al Padre, pero con nuestra humanidad. Por tanto, el cielo ya es un poco nuestro. Jesús ha abierto la puerta y su cuerpo está allí”. Continuando, nos decía sobre la segunda pregunta: ¿qué hace Jesús en el cielo? “Está por nosotros ante el Padre, le muestra continuamente nuestra humanidad, le muestra las llagas. Me gusta pensar que Jesús, ante el Padre, reza así, mostrándole las llagas. «Esto es lo que he sufrido por los hombres: ¡haz algo!».

Completando, el Papa concluyó diciendo, “de hecho, antes de subir nos dijo, como relata el Evangelio de hoy: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). Él está siempre con nosotros, nos mira, está «siempre vivo para interceder» (Hb 7,25) en nuestro favor. Para hacer ver al Padre las heridas, por nosotros. En una palabra, Jesús intercede; está en el mejor «lugar», ante su Padre y el nuestro, para interceder por nosotros. La intercesión es fundamental”.

A continuación, compartimos el mensaje completo de Su Santidad Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy celebramos en Italia y en muchos otros países la Ascensión del Señor. Es una fiesta que conocemos bien, pero que puede suscitar algunos interrogantes, al menos dos. La primera: ¿por qué celebrar la partida de Jesús de la tierra? Parece que su partida es un momento triste, no precisamente para alegrarse. ¿Por qué celebrar una partida? Primera pregunta. Segunda pregunta: ¿qué hace Jesús ahora en el cielo? Primera pregunta: ¿por qué celebrarlo? Segunda pregunta: ¿qué hace Jesús en el cielo?

Por qué celebrarlo. Porque con la Ascensión ha sucedido algo nuevo y hermoso: Jesús ha llevado nuestra humanidad, nuestra carne al cielo -¡es la primera vez! – es decir, la ha llevado a Dios. Esa humanidad, que había tomado en la tierra, no se quedó aquí. Jesús resucitado no era un espíritu, no, tenía su cuerpo humano, carne, huesos, todo, y allí, en Dios, estará para siempre. Podemos decir que, desde el día de la Ascensión, Dios mismo ha «cambiado»: desde entonces ya no es sólo un espíritu, sino que, en la medida en que nos ama, ¡lleva en sí nuestra misma carne, nuestra humanidad! Así se indica el lugar que nos corresponde, ahí está nuestro destino. Así escribía un antiguo Padre en la fe: «¡Maravillosa noticia! Aquel que se hizo hombre por nosotros […], para hacernos sus hermanos, se presenta como hombre ante el Padre, para llevar consigo a todos los que están unidos a Él» (San Gregorio de Nisa, Discurso sobre la resurrección de Cristo, 1). Hoy celebramos «la conquista del cielo»: Jesús que vuelve al Padre, pero con nuestra humanidad. Por tanto, el cielo ya es un poco nuestro. Jesús ha abierto la puerta y su cuerpo está allí.

La segunda pregunta: ¿qué hace Jesús en el cielo? Está por nosotros ante el Padre, le muestra continuamente nuestra humanidad, le muestra las llagas. Me gusta pensar que Jesús, ante el Padre, reza así, mostrándole las llagas. «Esto es lo que he sufrido por los hombres: ¡haz algo!». Le muestra el precio de la redención, y el Padre se conmueve. Esto es algo en lo que me gusta pensar. Así reza Jesús. No nos ha dejado solos. De hecho, antes de subir nos dijo, como relata el Evangelio de hoy: «Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). Él está siempre con nosotros, nos mira, está «siempre vivo para interceder» (Hb 7,25) en nuestro favor. Para hacer ver al Padre las heridas, por nosotros. En una palabra, Jesús intercede; está en el mejor «lugar», ante su Padre y el nuestro, para interceder por nosotros.

La intercesión es fundamental. Esta fe nos ayuda también a nosotros: nos ayuda a no perder la esperanza, a no desanimarnos. Ante el Padre hay alguien que le muestra las heridas e intercede. Que la Reina del Cielo nos ayude a interceder con la fuerza de la oración.

Regina Coeli 

Reina del cielo alégrate; aleluya.
Porque el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.
Ha resucitado según su palabra; aleluya.
Ruega al Señor por nosotros; aleluya.
Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
Porque verdaderamente ha resucitado el Señor;
aleluya.

Oremos

Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
has llenado el mundo de alegría,
concédenos, por intercesión de su Madre,
la Virgen María,
llegar a alcanzar los gozos eterno.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

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Después del Regina Caeli

Queridos hermanos y hermanas

Es triste pero, un mes después del estallido de violencia en Sudán, la situación sigue siendo grave. Al mismo tiempo que aliento los acuerdos parciales alcanzados hasta ahora, renuevo un sentido llamamiento para que se depongan las armas, y pido a la comunidad internacional que no escatime esfuerzos para hacer prevalecer el diálogo y aliviar el sufrimiento de la población. Por favor, no nos acostumbremos al conflicto y a la violencia. No nos acostumbremos a la guerra. Y sigamos al lado del atormentado pueblo de Ucrania.

Hoy es la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, con el tema Hablar con el corazón. Es el corazón el que nos mueve a una comunicación abierta y acogedora. Saludo a los periodistas y, trabajadores de la comunicación aquí presentes, les agradezco su trabajo y espero que esté siempre al servicio de la verdad y del bien común. ¡Un aplauso a todos los periodistas!

Hoy comienza la Semana Laudato si’. Doy las gracias al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y a las numerosas organizaciones adheridas; e invito a todos a trabajar juntos por el cuidado de nuestra casa común: ¡hay tanta necesidad de aunar competencias y creatividad! Nos lo recuerdan también las recientes calamidades, como las inundaciones que han afectado estos días a Emilia Romaña, a cuya población renuevo de corazón mi cercanía. Ahora, en la plaza, se distribuirán los folletos sobre Laudato si’ que el Dicasterio ha preparado en colaboración con el Stockholm Environmental Institute.

Os saludo a todos, romanos y peregrinos de Italia y de muchos países… Veo muchas banderas, ¡bienvenidos! Saludo, en particular, a las Hermanas Franciscanas de Santa Isabel de Indonesia -¡de muy lejos! -, a los fieles de Malta, Mali, Argentina, de la isla caribeña de Curaçao, y a la Banda de Puerto Rico. ¡Nos encantaría oírles tocar después!

Saludo también a la peregrinación diocesana de Alejandría; a los chicos de Confirmación de la diócesis de Génova, que encontré ayer en Santa Marta, con sus gorros rojos, allí, ¡bravo!; a los grupos parroquiales de Molise, Scandicci, Grotte y Grumo Nevano; a las asociaciones comprometidas en la defensa de la vida humana; al coro juvenil «Emil Komel» de Gorizia; a las escuelas «Caterina di Santa Rosa» y «Sant’Orsola» de Roma y a los chicos de la Immacolata.

Os deseo a todos un buen domingo. No os olvidéis de rezar por mí. Por favor, no se olviden. Buen almuerzo y adiós.

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