Papa Francisco | Jesús nos invita a encontrar el tiempo que libera: el tiempo para dedicar a Dios, que ilumina y sana nuestro corazón, que aumenta en nosotros la paz, la confianza y la alegría, que nos salva del mal

15 octubre, 2023

Papa Francisco | Jesús nos invita a encontrar el tiempo que libera: el tiempo para dedicar a Dios, que ilumina y sana nuestro corazón, que aumenta en nosotros la paz, la confianza y la alegría, que nos salva del mal, así lo expresaba el Santo Padre en su mensaje antes de recitar la oración Mariana del Ángelus. Antes del mediodía de hoy (hora de Roma), Su Santidad Francisco se presentaba en la ventana del Estudio Apostólico Vaticano desde donde se encontró con los fieles y peregrinos reunidos en Plaza San Pedro.

En esta jornada, el Papa nos decía, “el Evangelio de hoy nos habla de un rey que prepara un banquete de bodas para su hijo (cf. Mt 22,1-14). Es un hombre poderoso, pero sobre todo es un padre generoso, que nos invita a compartir su alegría. Fijémonos: prepara un banquete, ofreciendo gratuitamente la oportunidad de encontrarse, de celebrar. Esto es lo que Dios prepara para nosotros: un banquete, para estar en comunión con Él y entre nosotros. Y nosotros, todos nosotros, somos por tanto invitados de Dios”.

Profundizando, nos compartía también, “hermanos y hermanas, ¡cuántas veces no atendemos a la invitación de Dios porque estamos pendientes de nuestros propios asuntos! A menudo luchamos por tener nuestro propio tiempo libre, pero hoy Jesús nos invita a encontrar el tiempo que libera: el tiempo para dedicar a Dios, que ilumina y sana nuestro corazón, que aumenta en nosotros la paz, la confianza y la alegría, que nos salva del mal, de la soledad y de la pérdida de sentido”.

Finalizando, el Santo Padre, reflexionaba, “muchos, sin embargo, piensan que estas cosas son «pérdidas de tiempo», y por eso se encierran en su mundo privado; y eso es triste. Preguntémonos entonces: ¿cómo respondo a las invitaciones de Dios? ¿Qué espacio le doy en mi jornada?”

A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy nos habla de un rey que prepara un banquete de bodas para su hijo (cf. Mt 22,1-14). Es un hombre poderoso, pero sobre todo es un padre generoso, que nos invita a compartir su alegría. En particular, revela la bondad de su corazón en el hecho de que no obliga a nadie, sino que invita a todos, aunque este modo de actuar le exponga a la posibilidad de ser rechazado. Fijémonos: prepara un banquete, ofreciendo gratuitamente la oportunidad de encontrarse, de celebrar. Esto es lo que Dios prepara para nosotros: un banquete, para estar en comunión con Él y entre nosotros. Y nosotros, todos nosotros, somos por tanto invitados de Dios. Pero un banquete de bodas requiere tiempo e implicación por nuestra parte, requiere un «sí»: ir, acudir a la invitación del Señor, Él invita pero nos deja libres.

Este es el tipo de relación que nos ofrece el Padre: nos llama a estar con Él, dejándonos la posibilidad de aceptar o no aceptar. No nos ofrece una relación de sujeción, sino de paternidad y filiación, que está necesariamente condicionada por nuestro libre asentimiento. Dios es muy respetuoso con la libertad, muy respetuoso. San Agustín utiliza una expresión muy bella al respecto, diciendo: «Dios, que te creó sin ti, no puede salvarte sin ti» (Sermo CLXIX, 13). Y ciertamente no porque no tenga capacidad -¡es omnipotente! – sino porque, siendo amor, respeta al máximo nuestra libertad. Dios propone, no impone, nunca.

Así volvemos a la parábola: el rey -dice el texto- «envió a sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero éstos no quisieron venir» (v. 3). He aquí el drama de la historia: el «no» a Dios. Pero, ¿por qué rechazan los hombres su invitación? ¿Acaso era una invitación desagradable? No, y sin embargo -dice el Evangelio- «no les importó, y se fueron unos a su campo y otros a sus negocios» (v. 5). No les importaba, porque pensaban en sus propios asuntos. Y aquel rey que es padre, Dios, ¿qué hace? No se da por vencido, sigue invitando, es más, extiende la invitación, hasta que encuentra quien la acepte, entre los pobres. Entre ellos, que saben que no tienen mucho más, acuden muchos, hasta llenar la sala (cf. vv. 8-10).

Hermanos y hermanas, ¡cuántas veces no atendemos a la invitación de Dios porque estamos pendientes de nuestros propios asuntos! A menudo luchamos por tener nuestro propio tiempo libre, pero hoy Jesús nos invita a encontrar el tiempo que libera: el tiempo para dedicar a Dios, que ilumina y sana nuestro corazón, que aumenta en nosotros la paz, la confianza y la alegría, que nos salva del mal, de la soledad y de la pérdida de sentido. Vale la pena, porque es bueno estar con el Señor, hacerle un espacio. ¿Dónde? En la Misa, en la escucha de la Palabra, en la oración y también en la caridad, porque ayudando a quien es débil o pobre, haciendo compañía a quien está solo, escuchando a quien pide atención, consolando a quien sufre, se está con el Señor, que está presente en quien lo necesita. Muchos, sin embargo, piensan que estas cosas son «pérdidas de tiempo», y por eso se encierran en su mundo privado; y eso es triste. Y esto engendra tristeza. ¡Cuántos corazones tristes! Porque están cerrados.

Preguntémonos entonces: ¿cómo respondo a las invitaciones de Dios? ¿Qué espacio le doy en mi jornada? ¿La calidad de mi vida depende de mis negocios y de mi tiempo libre o de mi amor al Señor y a los hermanos, especialmente a los más necesitados?

María, que con un «sí» hiciste sitio a Dios, ayúdanos a no ser sordos a sus invitaciones.

_____________________________________________________

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

Continúo siguiendo con mucho dolor lo que está sucediendo en Israel y Palestina. Pienso en tantos…, especialmente en los pequeños y en los ancianos. Renuevo mi llamamiento para la liberación de los rehenes y pido con fuerza que los niños, los enfermos, los ancianos, las mujeres y todos los civiles no sean víctimas del conflicto. Hay que respetar el derecho humanitario, especialmente en Gaza, donde urge garantizar corredores humanitarios y rescatar a toda la población. Hermanos y hermanas, ya han muerto muchos. Por favor, ¡que no se derrame más sangre inocente, ni en Tierra Santa, ni en Ucrania, ni en ningún otro lugar! ¡Basta ya! Las guerras son siempre una derrota, ¡siempre!

La oración es la fuerza suave y santa para oponerse a la fuerza diabólica del odio, del terrorismo y de la guerra. Invito a todos los creyentes a unirse a la Iglesia en Tierra Santa y a dedicar el próximo martes, 17 de octubre, a la oración y al ayuno. Y ahora recemos a Nuestra Señora [Ave María].

Mi preocupación por la crisis de Nagorno-Karabaj no ha disminuido. Además de la situación humanitaria de los desplazados -que es grave-, quisiera hacer un llamamiento especial por la protección de los monasterios y lugares de culto de la región. Espero que, a partir de las Autoridades y de todos los habitantes, puedan ser respetados y protegidos como parte de la cultura local, expresiones de fe y signo de una fraternidad que hace posible la convivencia en la diferencia.

Hoy se publica una Exhortación apostólica sobre Santa Teresita del Niño Jesús y la Santa Faz, titulada «C’est la confiance»: en efecto, como testimonió esta gran Santa y Doctora de la Iglesia, es la confianza en el amor misericordioso de Dios el camino que nos conduce al corazón del Señor y a su Evangelio.

Expreso mi cercanía a la comunidad judía de Roma, que mañana conmemora el 80 aniversario de la redada nazi.

Saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de muchas partes del mundo, especialmente a la Archicofradía del Gonfalone de Subiaco y al Club «Fiat 500» de Roma.

Saludo a los más de 400 jóvenes misioneros de Nuovi Orizzonti y de otras asociaciones y comunidades, que desde ayer y hasta el próximo domingo están comprometidos en la «Misión de calle» aquí en Roma, yendo a los lugares de encuentro de los jóvenes, a las escuelas, a los hospitales, a las cárceles y a las calles para anunciar la alegría del Evangelio. ¡Son gente buena! Les apoyamos con la oración en su compromiso de escuchar el grito de tantos jóvenes y de tantas personas necesitadas de amor. Miro las banderas de Ucrania, no olvidemos a la atormentada Ucrania.

Deseo a todos un buen domingo. Y, por favor, no olvidéis rezar por mí. Buen almuerzo y ¡adiós!

Abre el seminario diocesano castrense

Necesitamos tu ayuda para el sostenimiento de los seminaristas

Noticias relacionadas

0 comentarios

Pin It on Pinterest

¡Compartí esta noticia!

¡Enviásela a tus amig@s!