Papa Francisco | Los que tienen a Jesús por Señor, están llamados a distinguirse, es su propio estilo: compasión, misericordia, ternura

26 noviembre, 2023

Papa Francisco | Los que tienen a Jesús por Señor, están llamados a distinguirse, es su propio estilo: compasión, misericordia, ternura, así lo expresó el mensaje de Su Santidad Francisco antes de recitar la oración Mariana del Ángelus. En esta ocasión y por encontrarse atravesando un problema de salud, Su Santidad Francisco le pidió a Mons. Paolo Braida, encargado de los documentos papales en la Secretearía de Estado que lea su mensaje.

Desde la Casa Santa Marta, en presencia del Papa, Mons. Braida leyó el mensaje, momento que fue televisado y retransmitido a la Plaza San Pedro y el mundo. Según se supo, el Santo Padre se encuentra atravesando una gripe, lo que le provocó una inflamación pulmonar.

En esta ocasión, nos decía el Papa, “la escena que nos presenta es la de una sala real, en la que Jesús, «el Hijo del hombre» (v. 31), está sentado en un trono. Todos los pueblos están reunidos a sus pies y entre ellos están «los bienaventurados» (v. 34), los amigos del Rey”. Agregando, “(…) según los criterios de Jesús, sus amigos son otros: son aquellos que le han servido en lo más débil. Porque el Hijo del hombre es un Rey completamente distinto, que llama «hermanos» a los pobres, que se identifica con los hambrientos, los sedientos, los forasteros, los enfermos, los encarcelados (…)”.

En otro párrafo, dijo también, “es un Rey sensible al problema del hambre, a la necesidad de un hogar, a la enfermedad y al encarcelamiento (cf. vv. 35-36): realidades todas ellas, por desgracia, siempre muy actuales. Personas hambrientas, sin techo, a menudo vestidas como pueden, abarrotan nuestras calles: nos encontramos con ellas todos los días”. Continuando, señaló, “(…) el Evangelio de hoy nos dice que uno es «dichoso» si responde a estas pobrezas con amor, con servicio: no apartándose, sino dando de comer y de beber, vistiendo, acogiendo, visitando, en una palabra, estando cerca de los necesitados. Y es que Jesús, nuestro Rey que se llama a sí mismo Hijo del Hombre, tiene sus hermanas y hermanos predilectos en las mujeres y hombres más frágiles.

Finalmente, el Papa subrayó, “(…) los que tienen a Jesús por Señor, están llamados a distinguirse, es su propio estilo: compasión, misericordia, ternura. Preguntémonos: ¿creemos que la verdadera realeza consiste en la misericordia? ¿Creemos en el poder del amor? ¿Creemos que la caridad es la manifestación más real del hombre y una exigencia indispensable para el cristiano?”

A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡que tengáis un buen domingo!

Hoy no puedo asomarme a la ventana porque tengo este problema de inflamación en los pulmones y será Mons. Braida quien lea la reflexión porque es él quien las hace y ¡siempre las hace tan bien! Muchas gracias por su presencia.

Hoy, último domingo del año litúrgico y Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, el Evangelio nos habla del Juicio Final (cf. Mt 25, 31-46) y nos dice que será sobre la caridad.

La escena que nos presenta es la de una sala real, en la que Jesús, «el Hijo del hombre» (v. 31), está sentado en un trono. Todos los pueblos están reunidos a sus pies y entre ellos están «los bienaventurados» (v. 34), los amigos del Rey. Pero, ¿quiénes son? ¿Qué tienen de especial estos amigos a los ojos de su Señor? Según los criterios del mundo, los amigos del rey deberían ser aquellos que le han dado riqueza y poder, que le han ayudado a conquistar territorios, a ganar batallas, a engrandecerse entre otros gobernantes, quizá a aparecer como estrella en las portadas de los periódicos o en las redes sociales, y a ellos debería decirles: «Gracias, porque me habéis hecho rico y famoso, envidiado y temido». Según los criterios del mundo.

Sin embargo, según los criterios de Jesús, sus amigos son otros: son aquellos que le han servido en lo más débil. Porque el Hijo del hombre es un Rey completamente distinto, que llama «hermanos» a los pobres, que se identifica con los hambrientos, los sedientos, los forasteros, los enfermos, los encarcelados, y dice: «Cuantas veces hicisteis esto a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (v. 40). Es un Rey sensible al problema del hambre, a la necesidad de un hogar, a la enfermedad y al encarcelamiento (cf. vv. 35-36): realidades todas ellas, por desgracia, siempre muy actuales. Personas hambrientas, sin techo, a menudo vestidas como pueden, abarrotan nuestras calles: nos encontramos con ellas todos los días. E incluso con respecto a la enfermedad y la cárcel, todos sabemos lo que significa estar enfermo, cometer errores y pagar las consecuencias.

Pues bien, el Evangelio de hoy nos dice que uno es «dichoso» si responde a estas pobrezas con amor, con servicio: no apartándose, sino dando de comer y de beber, vistiendo, acogiendo, visitando, en una palabra, estando cerca de los necesitados. Y es que Jesús, nuestro Rey que se llama a sí mismo Hijo del Hombre, tiene sus hermanas y hermanos predilectos en las mujeres y hombres más frágiles. Su «salón real» está allí donde están los que sufren y necesitan ayuda. Esta es la «corte» de nuestro Rey. Y el estilo con el que sus amigos, los que tienen a Jesús por Señor, están llamados a distinguirse, es su propio estilo: compasión, misericordia, ternura. Ennoblecen el corazón y descienden como aceite sobre las llagas de los heridos por la vida.

Así pues, hermanos y hermanas, preguntémonos: ¿creemos que la verdadera realeza consiste en la misericordia? ¿Creemos en el poder del amor? ¿Creemos que la caridad es la manifestación más real del hombre y una exigencia indispensable para el cristiano? Y, por último, una pregunta particular: ¿soy amigo del Rey, es decir, me siento personalmente implicado en las necesidades de las personas que sufren y que encuentro en mi camino?

María, Reina del Cielo y de la Tierra, ayúdanos a amar a Jesús, nuestro Rey, en sus hermanos más pequeños.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

celebramos hoy la 38ª Jornada Mundial de la Juventud en las Iglesias particulares, sobre el tema «Alegrarse en la esperanza». Bendigo a todos los que participan en las iniciativas promovidas en las diócesis, en continuidad con la JMJ de Lisboa. Abrazo a los jóvenes, presente y futuro del mundo, y los animo a ser protagonistas gozosos de la vida de la Iglesia.

Ayer, la atormentada Ucrania conmemoró el Holodomor, el genocidio perpetrado por el régimen soviético que causó la muerte por inanición de millones de personas hace 90 años. Esa herida lacerante, en lugar de cicatrizar, se hace aún más dolorosa por las atrocidades de la guerra que sigue haciendo sufrir a ese querido pueblo. Por todos los pueblos desgarrados por los conflictos, sigamos rezando sin cansarnos, porque la oración es la fuerza de paz que rompe la espiral del odio, quiebra el ciclo de la venganza y abre caminos de reconciliación insospechados. Hoy damos gracias a Dios porque por fin hay una tregua entre Israel y Palestina y algunos rehenes han sido liberados. Recemos para que todos sean liberados cuanto antes -¡pensemos en sus familias! -, que entre más ayuda humanitaria en Gaza y que insistamos en el diálogo: es la única vía, la única manera de tener paz. Los que no quieren diálogo no quieren paz.

Además de la guerra, nuestro mundo está amenazado por otro gran peligro, el cambio climático, que pone en peligro la vida en la Tierra, especialmente la de las generaciones futuras. Y esto es contrario al plan de Dios, que creó todo para la vida. Por ello, el próximo fin de semana viajaré a los Emiratos Árabes Unidos para intervenir el sábado en la COP28 en Dubai. Agradezco a todos los que acompañarán este viaje con la oración y con el compromiso de tomar a pecho la preservación de nuestra casa común.

Os doy una calurosa bienvenida a vosotros, peregrinos de Italia y de otras partes del mundo, especialmente a los de Pakistán, Polonia y Portugal. Saludo a los fieles de Civitavecchia, Tarquinia y Piacenza, y a la Diputación San Vito Martire de Lequile (Lecce). Saludo a los niños de Confirmación de Viserba (Rímini), al grupo «Assisi nel vento» y al Coro «Don Giorgio Trotta» de Vieste.

Os deseo a todos un buen domingo. Y, por favor, no olvidéis rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.

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