Papa Francisco | Vivir bien no significa llenarse de cosas inútiles, sino deshacerse de lo superfluo, para captar lo que es verdaderamente importante ante Dios

10 diciembre, 2023

Papa Francisco | Vivir bien no significa llenarse de cosas inútiles, sino deshacerse de lo superfluo, para captar lo que es verdaderamente importante ante Dios, así lo expresó el Santo Padre al compartir su mensaje antes de recitar la oración Mariana del Ángelus. Antes del mediodía de hoy, Su Santidad Francisco se presentaba en la ventana del Estudio Apostólico Vaticano desde donde se encontraba con los fieles y peregrinos reunidos en Plaza San Pedro.

En Papa decía, “(…) el Evangelio nos habla de Juan Bautista, el precursor de Jesús (cf. Mc 1,1-8), y lo describe como «la voz de uno que grita en el desierto» (v. 3). El desierto, lugar vacío, donde no se comunica, y la voz, medio para hablar, parecen dos imágenes contradictorias, pero en el Bautista se unen.

El desierto. Juan predica allí, junto al río Jordán, cerca del punto donde su pueblo, muchos siglos antes, había entrado en la tierra prometida (cf. St 3,1-17). Al hacerlo, es como si dijera: para escuchar a Dios hay que volver al lugar donde durante cuarenta años Él acompañó, protegió y educó a su pueblo, en el desierto”.

Profundizando sobre el silencio, el Santo Padre señalaba, “(…) éste es un recordatorio siempre actual: para avanzar en el camino de la vida es necesario despojarse de lo «más», porque vivir bien no significa llenarse de cosas inútiles, sino deshacerse de lo superfluo, para escarbar en lo más profundo de uno mismo, para captar lo que es verdaderamente importante ante Dios”.

Completando, el Pontífice se refirió a la segunda imagen que se desprende del Evangelio, la voz, esto nos decía, “es el instrumento con el que manifestamos lo que pensamos y llevamos en el corazón. Comprendemos entonces que está muy relacionada con el silencio, porque expresa lo que madura en nuestro interior, a partir de la escucha de lo que sugiere el Espíritu”.

Concluyendo, nos invitó el Santo Padre, “podemos preguntarnos: ¿qué lugar ocupa el silencio en mi día? ¿Es un silencio vacío, tal vez opresivo, o un espacio para escuchar, para rezar, para guardar mi corazón? ¿Mi vida es sobria o está llena de cosas superfluas? Aunque sea a contracorriente, valoremos el silencio, la sobriedad y la escucha”.

A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad Francisco:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este segundo domingo de Adviento, el Evangelio nos habla de Juan Bautista, el precursor de Jesús (cf. Mc 1,1-8), y lo describe como «la voz de uno que grita en el desierto» (v. 3). El desierto, lugar vacío, donde no se comunica, y la voz, medio para hablar, parecen dos imágenes contradictorias, pero en el Bautista se unen.

El desierto. Juan predica allí, junto al río Jordán, cerca del punto donde su pueblo, muchos siglos antes, había entrado en la tierra prometida (cf. St 3,1-17). Al hacerlo, es como si dijera: para escuchar a Dios hay que volver al lugar donde durante cuarenta años Él acompañó, protegió y educó a su pueblo, en el desierto. Es el lugar del silencio y de la esencialidad, donde uno no puede permitirse detenerse en cosas inútiles, sino que debe concentrarse en lo que es indispensable para vivir.

Y éste es un recordatorio siempre actual: para avanzar en el camino de la vida es necesario despojarse de lo «más», porque vivir bien no significa llenarse de cosas inútiles, sino deshacerse de lo superfluo, para escarbar en lo más profundo de uno mismo, para captar lo que es verdaderamente importante ante Dios. Sólo si, mediante el silencio y la oración, damos espacio a Jesús, que es la Palabra del Padre, podremos liberarnos de la contaminación de las palabras vanas y de la cháchara. El silencio y la sobriedad -en las palabras, en el uso de las cosas, de los medios de comunicación y de las redes sociales- no son sólo «complementos» o virtudes, son elementos esenciales de la vida cristiana.

Y llegamos a la segunda imagen, la voz. Es el instrumento con el que manifestamos lo que pensamos y llevamos en el corazón. Comprendemos entonces que está muy relacionada con el silencio, porque expresa lo que madura en nuestro interior, a partir de la escucha de lo que sugiere el Espíritu. Hermanos y hermanas, si uno no sabe callar, es difícil que tenga algo bueno que decir; en cambio, cuanto más atento es el silencio, más fuerte es la palabra. En Juan Bautista, esa voz está ligada a la autenticidad de su experiencia y a la claridad de su corazón.

Podemos preguntarnos: ¿qué lugar ocupa el silencio en mi día? ¿Es un silencio vacío, tal vez opresivo, o un espacio para escuchar, para rezar, para guardar mi corazón? ¿Mi vida es sobria o está llena de cosas superfluas? Aunque sea a contracorriente, valoremos el silencio, la sobriedad y la escucha. Que María, Virgen del silencio, nos ayude a amar el desierto, a ser voces creíbles que anuncien a su Hijo que viene.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas

Hace 75 años, el 10 de diciembre de 1948, se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es como una autopista, en la que se han dado muchos pasos adelante, pero aún quedan muchos más por dar, y a veces, por desgracia, retrocedemos. El compromiso con los derechos humanos no termina nunca. En este sentido, estoy cerca de todos aquellos que, sin proclamas, en el día a día concreto, luchan y pagan en persona por defender los derechos de los que no cuentan.

Me alegro de la liberación de un número importante de prisioneros armenios y azerbaiyanos. Veo con gran esperanza esta señal positiva para las relaciones armenio-azerbaiyanas, para la paz en el Cáucaso meridional, y animo a las partes y a sus dirigentes a concluir el Tratado de Paz lo antes posible.

Dentro de unos días concluirán los trabajos de la COP 28 sobre el clima, que se está celebrando en Dubai. Les pido que recen por los buenos resultados para el cuidado de nuestra casa común y la protección de las poblaciones.

Y sigamos rezando por los pueblos que sufren la guerra. Mientras nos acercamos a la Navidad: ¿seremos capaces, con la ayuda de Dios, de dar pasos concretos por la paz? No es fácil, lo sabemos. Algunos conflictos tienen profundas raíces históricas. Pero también tenemos el testimonio de hombres y mujeres que han trabajado con sabiduría y paciencia por una convivencia pacífica. ¡Sigamos su ejemplo! Hagamos todo lo posible por abordar y eliminar las causas de los conflictos. Y mientras tanto -hablando de derechos humanos- protejamos a los civiles, los hospitales, los lugares de culto, liberemos a los rehenes y garanticemos la ayuda humanitaria. No olvidemos a la atormentada Ucrania, Palestina, Israel.

Aseguro también mis oraciones por las víctimas del incendio de hace dos días en el hospital de Tivoli.

Saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de otras partes del mundo, especialmente a los fieles de San Nicola Manfredi, a los scouts adultos de Scafati y a los grupos juveniles de Nevoli, Gerenzano y Rovigo.

A todos ellos les deseo un buen domingo. Y, por favor, no olviden rezar por mí. Disfruten de su almuerzo y ¡adiós!

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