PAPA LEÓN XIV | Jesús, nos invita a no responder a la prepotencia con la venganza, sino a permanecer fieles a la verdad en la caridad, así lo expresó el Santo Padre al compartir su mensaje antes de recitar la oración mariana del Ángelus. Antes del mediodía (hora de Roma), Su Santidad León XIV, desde el portal de Castel Gandolfo en la Plaza Libertad, se presentaba y encontraba con los fieles y peregrinos reunidos frene al Palacio Apostólico de las Villa Pontificias.
El Papa nos decía, “(…) el Evangelio nos presenta un texto exigente (cf. Lc 12,49-53), en el que Jesús, con imágenes fuertes y gran sinceridad, dice a los discípulos que su misión, y también la de quienes lo siguen, no es toda “color de rosa”, sino que es “signo de contradicción” (cf. Lc 2,34). Diciendo esto, el Señor anticipa lo que deberá afrontar cuando en Jerusalén sea agredido, arrestado, insultado, golpeado, crucificado; cuando su mensaje, aun hablando de amor y de justicia, sea rechazado; cuando los jefes del pueblo reaccionen con violencia a su predicación”.
Continuando, agregó, “todo esto nos recuerda que el bien no siempre encuentra una respuesta positiva en su entorno. Es más, en ocasiones, precisamente porque la belleza de ese bien molesta a quienes no lo acogen, aquel que lo pone en práctica termina encontrando duras oposiciones, hasta sufrir maltratos y abusos”.
En otro párrafo, el Pontífice, señaló, “pero Jesús, con su ayuda, nos invita a no rendirnos ni a equipararnos con esta mentalidad, sino a seguir obrando por nuestro bien y el de todos, incluso de quienes nos hacen sufrir. Nos invita a no responder a la prepotencia con la venganza, sino a permanecer fieles a la verdad en la caridad”.
Finalmente, resaltó el Papa, “(…) san Ignacio de Antioquía, mientras viajaba hacia Roma, donde sufriría el martirio, escribía a los cristianos de esta ciudad: «No quisiera que procurarais agradar a los hombres, sino a Dios» (Carta a los Romanos, 2,1), y agregaba: «Es bueno para mí el morir por Jesucristo, más bien que reinar sobre los extremos más alejados de la tierra» (ibíd., 6,1). Hermanos y hermanas, pidamos juntos a María, Reina de los mártires, que nos ayude a ser, en toda circunstancia, testigos fieles y valientes de su Hijo, (…)”.
A continuación, compartimos en forma completa el mensaje de Su Santidad León XIV:
Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!
Hoy el Evangelio nos presenta un texto exigente (cf. Lc 12,49-53), en el que Jesús, con imágenes fuertes y gran sinceridad, dice a los discípulos que su misión, y también la de quienes lo siguen, no es toda “color de rosa”, sino que es “signo de contradicción” (cf. Lc 2,34).
Diciendo esto, el Señor anticipa lo que deberá afrontar cuando en Jerusalén sea agredido, arrestado, insultado, golpeado, crucificado; cuando su mensaje, aun hablando de amor y de justicia, sea rechazado; cuando los jefes del pueblo reaccionen con violencia a su predicación. Por otra parte, muchas de las comunidades a las que el evangelista Lucas se dirigía con sus escritos vivían la misma experiencia. Eran, como nos dicen los Hechos de los Apóstoles, comunidades pacíficas que, aun con sus límites, intentaban vivir de la mejor manera el mensaje de caridad del Maestro (cf. Hch 4,32-33). Y, sin embargo, sufrían persecuciones.
Todo esto nos recuerda que el bien no siempre encuentra una respuesta positiva en su entorno. Es más, en ocasiones, precisamente porque la belleza de ese bien molesta a quienes no lo acogen, aquel que lo pone en práctica termina encontrando duras oposiciones, hasta sufrir maltratos y abusos. Obrar en la verdad cuesta, porque en el mundo hay personas que eligen la mentira, y porque el diablo, aprovechándose de ello, a menudo busca obstaculizar el obrar de los buenos.
Pero Jesús, con su ayuda, nos invita a no rendirnos ni a equipararnos con esta mentalidad, sino a seguir obrando por nuestro bien y el de todos, incluso de quienes nos hacen sufrir. Nos invita a no responder a la prepotencia con la venganza, sino a permanecer fieles a la verdad en la caridad. Los mártires dan testimonio de ello derramando su sangre por la fe, pero también nosotros, en circunstancias y de modos diferentes, podemos imitarlos.
Pensemos, por ejemplo, en el precio que debe pagar un buen padre, si quiere educar bien a sus hijos, con sanos principios; antes o después deberá saber decir algún “no”, hacer alguna corrección, y esto le causará sufrimiento. Lo mismo vale para un maestro que desea formar correctamente a sus alumnos, para un profesional, un religioso, un político, que se propongan realizar su misión honestamente, y para quienes se esfuercen en ejercitar con coherencia, según las enseñanzas del Evangelio, sus propias responsabilidades.
A este respecto, san Ignacio de Antioquía, mientras viajaba hacia Roma, donde sufriría el martirio, escribía a los cristianos de esta ciudad: «No quisiera que procurarais agradar a los hombres, sino a Dios» (Carta a los Romanos, 2,1), y agregaba: «Es bueno para mí el morir por Jesucristo, más bien que reinar sobre los extremos más alejados de la tierra» (ibíd., 6,1).
Hermanos y hermanas, pidamos juntos a María, Reina de los mártires, que nos ayude a ser, en toda circunstancia, testigos fieles y valientes de su Hijo, y a sostener a los hermanos y hermanas que hoy sufren por la fe.
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Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas:
Quiero expresar mi cercanía a las poblaciones de Paquistán, India y Nepal que han visto afectadas por unos violentos aluviones. Rezo por las víctimas y sus familiares, y por todos aquellos que sufren a causa de estas calamidades.
Recemos para que lleguen a buen puerto los esfuerzos para hacer cesar las guerras y promover la paz; de modo que, en las tratativas, ocupe siempre el primer lugar el bien común de los pueblos.
Es este tiempo veraniego recibo noticias de muchas y variadas iniciativas de animación cultural y de evangelización, organizadas con frecuencia en los lugares de vacaciones. Es hermoso ver como la pasión por el Evangelio estimula la creatividad y el compromiso de grupos y asociaciones de todas las edades. Pienso, por ejemplo, a la misión juvenil que se ha desarrollado en estos días a Riccione. Agradezco a los promotores y a cuantos en distintos modos participan en estos eventos.
Saludo con afecto a cuantos están aquí presentes en Castel Gandolfo. En particular, me alegro de acoger al grupo AIDO de Coccaglio, que celebra los 50 años de compromiso por la vida, a los donantes de sangre AVIS que han venido en bicicleta desde Gavardo (Brescia) y a los jóvenes de Casarano y las religiosas franciscanas de San Antonio.
Bendigo además la gran peregrinación al Santuario mariano de Piekary, en Polonia.
Que tengan un feliz domingo.
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