CÓRDOBA | Ser Testigo de la esperanza es, por excelencia, la misión del Diácono, así lo expresaba el Obispo Castrense y de las Fuerzas Federales de Seguridad, Mons. Santiago Olivera al compartir su presentación en el 2° Encuentro de la Región Centro de Diáconos, en Villa Cura Brochero, Córdoba. El encuentro, que llevó como lema las palabras del Papa Francisco, “el Diácono puente entre el altar y la calle”, reunió a 23 Diáconos pertenecientes a las Diócesis de Cruz del Eje, Río IV y Villa María entre los días 4 y 6 de julio, en el Valle de Traslasierra.
Iniciando con la celebración Eucarística en el Santuario de San José Gabriel del Rosario Brochero, presidida por el Obispo de Cruz del Eje, Mons. Ricardo Araya, seguidamente los participantes se trasladaban al predio “La Providencia”, donde se encuentra el Parque Temático y la Capilla de Brochero. El encuentro de Diáconos de la Región Centro tuvo la participación del Pbro. Juan Carlos Marto, quien se refirió a, «Como vivir el año Jubilar desde el Ministerio Diaconal», de Mons. Santiago, quien el día sábado habló respecto a, «El Diácono Permanente, sembrador de Esperanza en su Ministerio” y completando, el Díacono Permanente, Walter Mattos expuso sobre, «La Sinodalidad desde el Diaconado Permanente hacia los Sacerdotes, la comunidad y la familia finalizando con la celebración de la Santa Misa presidida por el Obispo Auxiliar de Córdoba, Ricardo Orlando Seirutti.
En un mensaje dirigido a los diáconos, Mons. Olivera subrayó la importancia de la esperanza como virtud que guía la vida cristiana, especialmente en tiempos de sufrimiento e incertidumbre. En su presentación, destacaba sobre, “la Esperanza: Una Virtud Teologal Comencemos por el fundamento, “el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la esperanza es una de las tres virtudes teologales, infundidas por Dios en el alma de los fieles. El Diácono: Testigo de Esperanza en el Mundo del Sufrimiento. Queridos diáconos, el diaconado tiene un oficio propio en la Iglesia, un servicio (diaconía) que los configura de manera particular para ser servidores de la Palabra, de la Liturgia y de la Caridad”.
Siguiendo, citando la Constitución pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, Sobre la Iglesia en el mundo actual, el Obispo subrayó, “(…) al inicio, nos regala un gran fundamente sobre el servicio diaconal de la Iglesia con la familia humana universal: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia”. Como vemos, la virtud de la esperanza es un regalo, un don que nos capacita para vivir con la mirada puesta en Dios, nuestro fin último. En el contexto de este Jubileo de la Esperanza y en la especificidad de su vocación diaconal, están llamados a encarnar esta virtud de manera singular”.
Completando, Mons. Santiago compartió, “ser «testigos de esperanza» significa vivir con la certeza de que Dios nos acompaña, nos sostiene y nos espera. Significa ser fermento de armonía y consuelo en un mundo herido, llevando la alegría del Evangelio que nunca defrauda. En un mundo de grietas y zanjas, de dolores y sufrimientos profundos, los diáconos, pero también toda la Iglesia, que es “diaconal” (servidora) estamos llamados a ser verdaderos servidores y testigos de la esperanza”.
Finalmente, el Obispo agradeció muy especialmente la invitación de poder estar presente en este nuevo encuentro y haciendo foco en el lema que se ha elegido, que, tomado de las palabras del Santo Padre Francisco dedicada a los Diáconos, »El Diácono puente entre el altar y la calle«. Al respecto, dijo, “recuerdo al mismo tiempo la imagen del mismo San Pablo VI quién expresó que, »la Eucaristía nos mueve al amor social«.
Es decir, desde el Altar al servicio de los hermanos a la calle en esta mirada de Francisco de ir a una Iglesia en salida, he ir a las periferias. De hecho, el Diacono tiene mucho que ver con las periferias geográficas, existenciales, sufrimientos, de carencias, de necesidades”, cerraba Mons. Olivera.–





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