Buenos Aires | La misión de ustedes es la de ser defensores de la justicia y constructores de paz

24 marzo, 2022

Buenos Aires | La misión de ustedes es la de ser defensores de la justicia y constructores de paz, así lo señaló el Nuncio Apostólico en Argentina, Mons. Miroslaw Adamczyk en la Homilía compartida en la celebración Eucarística, en el 30° Encuentro del Clero Castrense 2022. Fue en el mediodía del jueves, en la Capilla de la Casa de Retiro, El Cenáculo, La Montonera, en la ciudad de Pilar, provincia de Buenos Aires, donde fue recibido por Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina y los Capellanes Castrenses.

Inicialmente, se dirigió hasta el Auditorio de la Casa de Retiro, El Cenáculo, donde fue presentado por Mons. Santiago a todos los Capellanes y brindaba la bienvenida a quien es representante de Su Santidad Francisco en nuestro país. Luego de la presentación, el Capellán Mayor del Ejército Argentino, Padre Eduardo Castellano le contó sobre el desarrollo del Encuentro del Clero Castrense.

A su turno, Mons. Miroslaw Adamczyk señalaba, “quiero saludarlos a todos, ustedes tienen una gran misión, hace dos años estoy con ustedes, en la tierra del Santo Padre”. Entre las consultas que surgieron, Mons. Miroslaw quien es polaco, tal como lo era San Juan Pablo II, se refirió a él, “cuando el Santo Papa fue electo, yo tenía 16 años, soy de la generación de vocaciones sacerdotales que surgieron en aquel tiempo.

Lo vi por primera vez en 1989, cuando ya era Sacerdote, era un hombre que provocaba una gran emoción, de profunda oración, fue un pastor universal de la Iglesia”. Consultado sobre, que pensaba sobre la realidad de la guerra en Ucrania, el Nuncio señaló, “yo quiero ser un incorregible optimista, pero la situación es difícil, de allí la importancia de sumarnos a la oración por la paz que nos convoca el Santo Padre”.

Agregando, decía, además, “nuestra misión, debe ser absolutamente de unión y de paz, usando la razón. La guerra no sirve para nada, sufren todos, recemos por la paz”.

Presidió la Santa Misa, Mons. Miroslaw Adamczyk, concelebraron, Mons. Olivera, y los Capellanes Castrenses de Argentina. En la Homilía, decía en el comienzo, en la primera lectura del Libro de Jeremías, hemos escuchado a Dios que habla a su pueblo, <<escucha mi voz, así yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo>>. Dios habla a su pueblo y él habla a través de sus servidores, los profetas que envía incansablemente día tras días”.

Agregando, continuó el Nuncio, “yo tengo hoy el privilegio de estar entre los profetas de Dios, que hablan al pueblo de Dios, les hablo a ustedes los Capellanes Castrenses de Argentina, a los Sacerdotes que de manera especial sirven con los Sacramentos y la predicación a todos los que integran las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas Federales de Seguridad”. Añadiendo, “queridos hermanos Sacerdotes, ustedes son profetas de Dios, nosotros somos los profetas de Dios de hoy en día”.

En otro párrafo, Mons. Miroslaw Adamczyk, señaló, además, “San Juan Pablo II decía que, <<el ministerio de los Capellanes Castrenses se desarrolla en posiciones de fronteras>>, y no solo en la frontera entre la Iglesia y el Estado que ustedes junto con su Obispo siempre se encuentran entre la Iglesia y el Estado, no solo en ese ámbito, sino en las fronteras de los conflictos nacionales, comerciales o ideológicas. El Santo Papa (San Juan Pablo II), ha dicho también que, <<donde hay espacio para un ser humano, hay espacio para un Sacerdote, porque el hombre es el camino primero y fundamental de la Iglesia, el camino de su vida diaria y de su experiencia, de su misión y de sus esfuerzos>>”.

Avanzando, el Nuncio, les decía a los Capellanes Castrenses, pero la misión de ustedes es la de ser defensores de la justicia, y constructores de paz, ustedes están con militares para defender la justicia y construir la paz. Estimados Sacerdotes, me permito hacer una comparación entre su misión y la mía, este año se cumplen ya 29 años de mi tarea en las diferentes nunciaturas del mundo”.

Continuando, completaba, “podría decir entonces, con orgullo y con toda razón, que trabajo en la Diplomacia Vaticana, claro tengo posición de Embajador y además soy Decano del Cuerpo Diplomático. Pero no me gusta sinceramente definirme a mí mismo, así, me siento ridículo cuando me dicen diplomático, porque me siento en primer lugar, Sacerdote y Obispo y estoy seguro que a ustedes, les pasa lo mismo”.

Entonces, completando, les decía a los Capellanes, “ustedes son y serán siempre Sacerdotes, aún que sean Tenientes, Capitanes, Coroneles, Generales, ustedes siempre serán Sacerdotes. Esta es nuestra misión, ser Sacerdotes de la Iglesia, el camino de la Iglesia es el ser humano, siempre respetado con toda su riqueza”.-

A continuación, compartimos en forma completa la Homilía de Mons. Miroslaw Adamczyk Nuncio Apostólica en Argentina:

Encuentro General del Clero Castrense

24 de marzo de 2022

Excelentísimo Monseñor Santiago Olivera, Obispo Castrense,

Reverendos Sacerdotes Capellanes,

Reverendos Diáconos.

Estoy de verdad muy contento de poder participar junto a ustedes en su Encuentro General. Les saludo a todos muy cordialmente.

En nuestra primera lectura, del libro de Jeremías, hemos escuchado a Dios que habla a su pueblo: “Escuchan mi voz, así yo seré su Dios y ustedes serán mi Pueblo”.

Dios habla a su Pueblo, y Él habla a través de sus servidores “los profetas que envía incansablemente, día tras día”.

Y yo tengo hoy día el privilegio de estar entre “los profetas de Dios” que hablan al Pueblo de Dios, les hablo a los Capellanes militares de Argentina, a los sacerdotes que, en manera especial, sirven con los sacramentos y la predicación a todos los que hacen parte del ejército argentino y de las fuerzas públicas.

Decir que ser sacerdote en el mundo actual no es fácil, es más que superfluo. Si hace un mes, alguien me hubiera hablado de una guerra en Europa, hubiese pensado en que era una exageración; si hoy día alguien me habla del peligro de una guerra mundial, e incluso nuclear, lamentablemente no puedo decir que esté exagerando.

La guerra en Ucrania nos presenta las dos caras posibles del ejército; la primera: los soldados ucranios defienden a su país y a sus compatriotas, son héroes; la segunda: el ejército ruso que mata a los civiles, mujeres y niños, son agresores y asesinos. Sabemos que los rusos consideran a sus soldados como defensores de la madre Rusia, que liberan a los ucranios del nazismo y fascismo. Pensemos en los Capellanes militares ucranios y rusos, dos naciones cristianas y en su mayoría, ortodoxas.

Menciono esta situación porque permite comprender cuán difícil es el trabajo de un capellán militar. Argentina también tiene su historia difícil. Hoy día 24 de marzo, a cuarenta y seis años del 1976, sin olvidar las Malvinas.

El Santo Papa Juan Pablo II, decía que el ministerio de los capellanes militares se desarrolla en posiciones de frontera. Y no solo en la frontera entre la Iglesia y el Estado sino que en las fronteras de los conflictos nacionales, comerciales o ideológicos. El Santo Papa ha dicho también que “donde hay un ser humano, hay también espacio para un sacerdote”. Porque “el hombre es el camino primero y fundamental de la Iglesia, el camino de su vida diaria y de su experiencia, de su misión y de sus esfuerzos”. “El mundo (del trabajo) necesita hombres de conciencia recta. El mundo (del trabajo) espera de la Iglesia el servicio de la conciencia” (Sosnowiec, 14 de junio de 1999). Cada ejército necesita de ustedes, hombres de conciencia recta.

Y aquí tenemos la delicada misión de ustedes, que se llaman capellanes militares, pero que tienen la misión de defensores de la justicia y constructores de paz.

Estimados Sacerdotes, me permito hacer una comparación entre su misión y la mía. Este año se cumplen ya 29 años de mi trabajo en las diferentes nunciaturas del mundo. Argentina es, la número nueve. Podría decir entonces, con toda la razón, que trabajo en la diplomacia vaticana; que soy un diplomático…. Claro, tengo la posición de embajador y soy decano del Cuerpo Diplomático, pero no me gusta definirme así a mí mismo, porque me siento siempre en primer lugar, sacerdote y obispo. Estoy seguro de que les pasa lo mismo a ustedes, son y serán siempre sacerdotes, aunque sean también tenientes, capitanes, coroneles etc.

***

El Evangelio nos narra las idas y venidas de Jesús por los senderos de Galilea. A lo largo de los tres años de predicación, de vida pública, Jesucristo va abriendo la inteligencia y el corazón de quienes le escuchan, para que reciban la luz de Dios, y descubran el amor de Dios Padre. Además de hablarles en parábolas y de enseñarles con su ejemplo, lleva a cabo esta tarea realizando tres grandes acciones: sana a los enfermos, perdona los pecados, expulsa a los demonios.

Cuando sana a los enfermos surgen algunas dudas en quienes viven la escena, pero al final no tienen más remedio que dar fe de lo que ha ocurrido: quien antes estaba cojo, ahora anda; quien estaba ciego, ahora ve; quien estaba paralítico, sigue a Jesús con su camilla a cuestas, y regresa a casa sin la ayuda de nadie. Y todos los enfermos curados le dan gloria y gracias, salvo los nueve leprosos que no regresaron después de ser sanados.

Cuando perdona los pecados, se alza una duda en el corazón de la muchedumbre: ¿Cómo puede este hombre perdonar los pecados, si sólo Dios tiene el poder de hacerlo? ¿Quién le ha dado ese poder? Algunos afirman que Dios está con Él; que el Señor es un hombre santo y por eso tiene ese poder de perdonar; pero los fariseos y los escribas rechazan esas afirmaciones. ¿Cómo puede haber llegado Dios a la tierra sin haberles dicho nada? Ellos tienen el poder del templo, ellos son los representantes oficiales de Dios.

En el Evangelio de hoy Jesucristo expulsa a un demonio. Una acción que siempre deja desconcertados a quienes le rodean.

Después de expulsar al demonio, Jesús sale al paso de los rumores que lo quieren situar en el bando de satanás: “Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino? Porque –como ustedes dicen– yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul. Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces”.

Al comienzo del Evangelio de San Marcos, Jesús exclama: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios: arrepiéntanse y crean en la Buena Noticia” (Mc 1, 14). Claro que el Reino de Dios tendrá su plenitud al fin del mundo, pero ¡ya está aquí! Dios y su poder están aquí. El mundo no está gobernado por Dios y por Satanás. Está gobernado sólo por Dios. No podemos perder esto en nuestra vida. No podemos nunca tener dudas sobre el poder de Dios.

“El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama”. Si confrontamos estas palabras con las palabras del Evangelio según San Marcos, encontramos una cierta contradicción. Han referido a Jesús que alguien expulsaba demonios en su nombre, pero no está con los discípulos de Jesús. Y Él responde “Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor”.

Para comprender mejor, debemos tomar en consideración el contexto. El hombre que expulsaba los demonios, puede ser que no ha conocido bien a Jesús, pero ha querido hacer el bien y lo ha hecho en el nombre del Salvador. La situación del Evangelio es diferente. Los fariseos desacreditan a Jesús a causa de sus celos. Lo acusan de estar con Satanás. Lo quieren destruir, están en contra de él. Con esta posición que presentan los fariseos, no hay discusión, uno está con Jesús o está en contra de él. La vida y la fe a veces necesitan de nosotros, de tomar posiciones claras sin ninguna duda.

“Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor”. Regreso a esta frase, que, a mi parecer, a veces olvidamos. Esta regla de Jesús vale mucho en el trabajo pastoral de hoy día. No podemos tener solo santos feligreses que participan cada domingo en la misa. Lamentablemente no es así. Si hay alguien que viene a la Iglesia dos, tres veces al año, no está en contra de nosotros, al contrario, está con nosotros. Debemos tener siempre los brazos abiertos para esta gente, para que regresen más a menudo a la Iglesia. Esta actitud, imagino, es fundamental en su trabajo, capellanes militares; esperando siempre que todos, un día, se decidan a participar de la vida de fe.

Queridos y estimados Sacerdotes, son pequeñas y humildes reflexiones. Mi presencia entre Ustedes hoy día es una señal de la importancia de su servicio para la Iglesia y la Sociedad. Les agradezco por su importante trabajo y les presento mis mejores deseos; de buena salud, de paz, de felicidad y de bendición de Dios.

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