MONS. OLIVERA | No todo está terminado, no todo está perdido, la muerte no ha sido la última palabra, Cristo ha resucitado y esto es motivo de profunda alegría

31 marzo, 2024

MONS. OLIVERA | No todo está terminado, no todo está perdido, la muerte no ha sido la última palabra, Cristo ha resucitado y esto es motivo de profunda alegría, así lo afirmaba el Obispo Castrense de Argentina al compartir su homilía durante la celebración de la Santa Misa, en el Sábado de Gloria. Celebrada en la Parroquia Ntra. Sra. de Luján Castrense, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Mons. Santiago Olivera presidió la Vigilia Pascual.

Concelebraron Capellanes de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas Federales de Seguridad, participaron fieles Castrenses. En la Homilía, el Obispo nos decía, “la Liturgia del Sábado de Gloria sin duda es muy rica, algunos hemos participado aquí y también en las afueras del templo como lo es la bendición del fuego nuevo.

Las Lecturas van contando la historia de la salvación, de la creación, de la liberación de la esclavitud en Egipto, el paso por el mar Rojo, la referencia al Bautismo al ser hijos de Dios”. Continuando, Mons. Santiago señalaba, “toda la Liturgia, es memoria agradecida, nos vamos para atrás para recordar el paso de Dios por la historia del hombre”.

Agregando, “sin duda es para nosotros hoy un día de profunda alegría, (…), damos gracias por la acción, por la obra de Dios en nuestra vida, en nuestra historia y también renovamos, -así debe ser-, el gozo de sabernos amados por Dios. La Pascua, el pasó de Dios, la nueva posibilidad, el nuevo comienzo nos llena de profunda alegría”.

Avanzando, el Obispo, continuó, “hemos escuchado en el Evangelio según San Marcos, esta actitud de las mujeres, María, María Magdalena y Salomé lo que habrá significado para ellas la muerte de Jesús. Verlas con el ungüento, los perfumes y la lógica preocupación de quién va a correr esa piedra pesada que era signo del final, del fracaso, del límite del hombre. Sentimientos que vamos a ir viendo también en estos días pascuales en cómo las esperanzas de los discípulos se fueron diluyendo, tal como lo demuestran los discípulos de Emaús”.

Al respecto, Mons. Olivera reflexionaba, “pareciera que era normal aquella pregunta: ¿quién correrá aquella piedra? Sin embargo, la obra de Dios, el proyecto de Dios, lo que iba contando Jesús a sus discípulos, cuando llegan, se encuentran con que la piedra estaba corrida. Y, es más, un ángel, un hombre vestido de blanco está allí y les anuncia esto que es Buena Noticia, pero seguramente para el corazón, para la inteligencia bien difícil de entender, <<Cristo no está aquí, ha resucitado>>, ellas quedaron sorprendidas, pero el ángel les dice también, <<no teman>>”.

Completando, ahondaba, “siempre en el camino de la vida, en las piedras que tenemos en nuestra vida, en las cosas que ciertamente nos duelen o no comprendemos, tenemos que escuchar esto, <<no teman>>. Y se invita a que vayan a Galilea, dice, <<si buscan a Jesús de Nazaret, al crucificado, vayan a Galilea>>; Galilea era la ciudad abierta, una ciudad para todos, pero también la ciudad donde estaban los discípulos, donde comenzó todo, -podría interpretarse los que estudian la Palabra- vayan al inicio, vayan al comienzo, allí encontraremos a Jesús”.

Prosiguiendo, Mons. Santiago, compartía, “también a nosotros se nos invita a volver a Jesús, a volver a lo esencial, volver a nuestra Galilea, volver a lugar donde nos hemos encontrado con Jesús, volver a aquella historia de nuestra vida en la cual hemos recibido como don la fe. Que importante es, tal como les decía en estos días, que debíamos en nuestras familias recuperar como la lengua materna, también la transmisión de la fe, esto que el pueblo israelita, el pueblo judío lo tenía muy claro”.

Finalmente, el Obispo nos dijo, “Cristo nos dio la posibilidad de renovar nuevamente esa imagen y semejanza de Dios que el pecado desdibujó y perdió. Y la nueva vida en Cristo nos recupera esta posibilidad, nuestro ser cristiano y nuestro esfuerzo de vivir el Evangelio es justamente, recomponer, volver a ser la verdadera imagen y semejanza de Dios a lo que estamos llamados, a contemplarlo eternamente. La muerte es por el pecado, la muerte es una agresión a nuestra naturaleza, la muerte nos duele, la muerte nos cuesta, sin embargo, Cristo ha vencido a la muerte, nos ha recuperado la vida para siempre, por eso expresamos con júbilo, ¡Aleluya!”-

Homilía.-

Celebración.-

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