Mons. Olivera | Que el testimonio de San José Sánchez del Río nos renueve a todos, nos sostenga y anime para que con audacia podamos ser cristianos en serio

14 octubre, 2019

Mons. Olivera | Que el testimonio de San José Sánchez del Río nos renueve a todos, nos sostenga y anime para que con audacia podamos ser cristianos en serio, el resumen se desprende de la carta remitida por el Obispo Castrense de Argentina. La misiva, destinada a nuestros Capellanes, recuerda que este 16 de octubre, se cumplirá, 3 años de la Canonización del joven Mártir mexicano, fecha que también coincide con la Canonización de nuestro Patrono del Clero Argentino San José del Rosario Brochero (16-10-16).

Al respecto, en la carta dirigida a los Capellanes de la Diócesis Castrense, nuestro Obispo recordó, “el 3 de noviembre del 2017 firmé un Decreto en el cual declaraba Patrono Celestial de la Juventud Castrense a San José Sánchez del Río, joven mártir mexicano defensor de la fe”. Quien, “(…) entregó su vida por la causa de Cristo y de la Iglesia”.

Continuando, recordó el Obispo Castrense de Argentina, “(…) habiendo visto la necesidad de que nuestros jóvenes castrenses puedan tener, modelos y ejemplos de vida juvenil, en la vivencia heroica de las virtudes humanas y cristianas, es una gracia proponer a este joven cristero ya que puede ser dado a conocer en nuestros ambientes juveniles, por lo que significa una vida entregada”.

Mons. Santiago Olivera les señalaba a los integrantes del Clero Castrense, “quiero invitarlos a que los capellanes que están de modo particular con los jóvenes, tengan presente y puedan sumarse conociendo y haciendo conocer la vida de éste Santo Mártir”. Pidiéndoles a nuestros Capellanes, que recuerden y enseñen, que San José Sánchez del Río, “(…) por la causa de Jesús y el Reino fue capaz de ofrecer e inmolarse en el Viva Cristo Rey y Nuestra Señora de Guadalupe”.

Por último, Mons. Olivera afirmó sobre el Patrono Celestial de la Juventud Castrense de Argentina, “es un buen referente y modelo para nuestros tiempos, en una cultura donde a veces se niega a Dios, se lo oculta o se vive como si no existiese. Necesitamos testigos valientes del Evangelio”.

A continuación, compartimos con ustedes, la carta de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina:

 

Buenos Aires, 29 de agosto de 2019
Prot. 216/19

Queridos Padres:
                               El 3 de noviembre del 2017 firmé un Decreto en el cual declaraba Patrono
Celestial de la Juventud Castrense a San José Sánchez del Río, joven mártir mexicano defensor de
la fe, que como expresaba en el Decreto, entregó su vida por la causa de Cristo y de la Iglesia.
Decía entonces que habiendo visto la necesidad de que nuestros jóvenes castrenses puedan tener
modelos y ejemplos de vida juvenil en la vivencia heroica de las virtudes humanas y cristianas, es
una gracia proponer a este joven cristero ya que puede ser dado a conocer en nuestros ambientes
juveniles por lo que significa una vida entregada.

Quiero invitarlos a que éste próximo 16 de octubre celebremos los 3 años de su
canonización, junto a nuestro patrono del Clero Argentino San José del Rosario Brochero. Quiero
invitarlos a que los capellanes que están de modo particular con los jóvenes tengan presente y
puedan sumarse conociendo y haciendo conocer la vida de éste Santo Mártir que por la causa de
Jesús y el Reino fue capaz de ofrecer e inmolarse en el Viva Cristo Rey y Nuestra Señora de
Guadalupe. Es un buen referente y modelo para nuestros tiempos, en una cultura donde a veces
se niega a Dios, se lo oculta o se vive como si no existiese. Necesitamos testigos valientes del
Evangelio. Que éste testimonio del joven mártir nos renueve a todos, nos sostenga y anime para
que con audacia podamos ser cristianos en serio.

 

Biografía: 

Fuente: Vatican.va

Nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán. Al decretarse la suspensión del culto público, José tenía
13 años y 5 meses. Su hermano Miguel decidió tomar las armas para defender la causa de Cristo y de su Iglesia.
José, viendo el valor de su hermano, pidió permiso a sus padres para alistarse como soldado; su madre trató de
disuadirlo, pero él le dijo: «Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la
ocasión». Su madre le dio permiso, pero le pidió que escribiera al jefe de los Cristeros de Michoacán para ver si
lo admitía. José escribió al jefe cristero y la respuesta fue negativa. No se desanimó y volvió a insistir pidiéndole
que lo admitiera, si no como soldado activo, sí como un asistente.

En el campamento se ganó el cariño de sus compañeros que lo apodaron «Tarsicio». Su alegría endulzaba los
momentos tristes de los cristeros y todos admiraban su gallardía y su valor. Por la noche dirigía el santo rosario
y animaba a la tropa a defender su fe.
El 5 de febrero de 1928, tuvo lugar un combate, cerca de Cotija. El caballo del general cayó
muerto de un balazo, José bajó de su montura con agilidad y le dijo: «Mi general, aquí está mi caballo, sálvese
usted, aunque a mí me maten. Yo no hago falta y usted sí» y le entregó su caballo. En combate fue hecho
prisionero y llevado ante el general callista quien le reprendió por combatir contra el Gobierno y, al ver su
decisión y arrojo, le dijo: «Eres un valiente, muchacho. Vente con nosotros y te irá mejor que con esos cristeros».
«¡Jamás, jamás! ¡Primero muerto! ¡Yo no quiero unirme con los enemigos de Cristo Rey! ¡Yo soy su enemigo!
¡Fusíleme!».
El general lo mandó encerrar en la cárcel de Cotija, en un calabozo oscuro y maloliente. José pidió tinta y papel
y escribió una carta a su madre en la que le decía: «Cotija, 6 de febrero de 1928. Mi querida mamá: Fui hecho
prisionero en combate en este día. Creo que voy a morir, pero no importa, mamá. Resígnate a la voluntad de
Dios. No te preocupes por mi muerte… haz la voluntad de Dios, ten valor y mándame la bendición juntamente
con la de mi padre…».
El 10 de febrero de 1928, como a las 6 de la tarde, lo sacaron del templo y lo llevaron al cuartel del Refugio. A las
11 de la noche llegó la hora suprema. Le desollaron los pies con un cuchillo, lo sacaron del mesón y lo hicieron
caminar a golpes hasta el cementerio. Los soldados querían hacerlo apostatar a fuerza de crueldad, pero no lo
lograron. Dios le dio fortaleza para caminar, gritando vivas a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe. Ya en el
panteón, preguntó cuál era su sepultura, y con un rasgo admirable de heroísmo, se puso de pie al borde de la
propia fosa, para evitar a los verdugos el trabajo de transportar su cuerpo. Acto seguido, los esbirros se
abalanzaron sobre él y comenzaron a apuñalarlo. A cada puñalada gritaba de nuevo: «¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la
Virgen de Guadalupe!». En medio del tormento, el capitán jefe de la escolta le preguntó, no por compasión, sino
por crueldad, qué les mandaba decir a sus padres, a lo que respondió José: «Que nos veremos en el cielo. ¡Viva
Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!». Mientras salían de su boca estas exclamaciones, el capitán le disparó
a la cabeza, y el muchacho cayó dentro de la tumba, bañado en sangre, y su alma volaba al cielo. Era el 10 de
febrero de 1928. Sin ataúd y sin mortaja recibió directamente las paladas de tierra y su cuerpo quedó sepultado,
hasta que años después, sus restos fueron inhumados en las catacumbas del templo expiatorio del Sagrado
Corazón de Jesús. Actualmente reposan en el templo parroquial de Santiago Apóstol, en Sahuayo,
Michoacán. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005. Canonizado por el Papa Francisco el 16 de octubre de
2016”.
Oración: Señor Dios, que otorgaste la palma del martirio, al Santo José Sánchez del Río al profesar y defender
con su sangre la fe en Cristo Rey del Universo. Concédenos por su intercesión alcanzar la gracia de ser como él:
fuertes en la fe, seguros en la esperanza y constantes en la caridad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Les envío a todos un fuerte abrazo y mi Bendición.

+SANTIAGO OLIVERA
OBISPO PARA LAS FUERZAS ARMADAS Y FUERZAS FEDERALES
DE SEGURIDAD DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
(OBISPADO CASTRENSE)

 

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