Mons. Olivera | Preparemos el “lugar privilegiado” donde Jesús quiere reposar, el pesebre de nuestro corazón, de nuestra familia, de nuestras comunidades

11 diciembre, 2022

Mons. Olivera | Preparemos el “lugar privilegiado” donde Jesús quiere reposar, el pesebre de nuestro corazón, de nuestra familia, de nuestras comunidades, así nos pedía el Obispo Castrense de Argentina, al referirse al tiempo de el Adviento. Sus palabras fueron compartidas en el diario digital MDZ, en la tarde del último sábado 10 de diciembre, donde Mons. Santiago Olivera en vísperas del III Domingo de Adviento, nos invita, además, a, “preparar el corazón con el don grande de la Eucaristía y la reconciliación”.

A continuación, compartimos el texto de Mons. Santiago Olivera, Obispo Castrense de Argentina, compartido al medio mendocino digital:

Me gustaría compartirles algunas actitudes y formas de vivir este tiempo “Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá…” (Mt 24, 44). Preparar el corazón porque viene Jesús, viene con el deseo de ser recibido. Así como acomodamos nuestra casa para recibir una visita, la limpiamos bien y la dejamos en condiciones, así preparamos la casa no material, sino la del corazón: “pesebre” actual de Jesús. Preparar el corazón con la Palabra de Dios, el Evangelio de cada día. Tener presente, por ejemplo, a San Lucas, y sus bellos relatos previos al nacimiento, del nacimiento y de la infancia de Jesús. Contemplar a San Mateo, evangelista que nos acompañará a lo largo de este año litúrgico que comienza.

Preparar el corazón con el don grande de la Eucaristía y la reconciliación. Sacramentos estrechamente unidos porque disponen el corazón y es alimento del mismo, al recibir a Jesús, Pan bendito, Presencia real: Su cuerpo, sangre, alma y divinidad, como tan acertada y bellamente expresa nuestra fe eucarística. Prepara el corazón con algunos signos externos que también nos ayudan, el pesebre y la corona del Adviento. No dejemos de armar estos dos signos, tan caros al sentir de nuestra fe y que siempre debemos custodiar y transmitir- esa maravillosa costumbre de fe- a los demás, a las generaciones que nos siguen.

Pesebres también en nuestros espacios públicos, tantas veces vemos signos conmemorativos de diversos grupos, credos, ideologías, etc. ¿Por qué no algo tan caro al sentir de muchos que habitamos este suelo bendito de Argentina? Dejo la propuesta y asumimos concretarla en lo que nos toca a cada uno. Preparar el corazón con la caridad concreta con Jesús “encarnado” en el pobre, el enfermo, el privado de su libertad, el necesitado material o espiritualmente. Visitarlos, recibirlos, ayudarlos. “Estén prevenidos y oren incesantemente” (Lc 21, 35).

El Señor, nos exhorta a estar prevenidos. Dios previó todo para nuestra salvación. Él nos da el ejemplo, al punto tal que, para ello, “previó” habitar nuestro suelo y asumió- sin dejar de ser Dios- nuestra propia carne, “en todo igual a nosotros menos en el pecado” (Heb. 4, 15). Para encarnarse eligió una joven creyente del pueblo de Israel, la Virgen María y también eligió un “padre adoptivo” para cuidar de ambos, un santo custodio con corazón de padre y esposo, san José. Prevenidos para que su venida no nos sorprenda sin estar preparados, preparar el “lugar privilegiado” donde Jesús quiere reposar, el pesebre de nuestro corazón, de nuestra familia, de nuestras comunidades.

Aquel pesebre que preparó José, implicó despojarlo- lo más posible- de todo lo no apto para el niño: “El cielo intervino confiando en la valentía creadora de este hombre, que cuando llegó a Belén y no encontró un lugar donde María pudiera dar a luz, se instaló en un establo y lo arregló hasta convertirlo en un lugar lo más acogedor posible para el Hijo de Dios que venía al mundo (cf. Lc 2,6-7)”. Valentía creadora que nos suscite- a ejemplo de San José- sacar todo aquello que no sirve y tampoco nos hace bien: distanciamientos, rencores, dejadez, apatía para con Dios y con los hermanos, indiferencias. Todo esto opaca la alegría, la alegría que nos da Jesús.

Vale aquí, preparar y celebrar una profunda reconciliación sacramental. Otra actitud que nos propone Jesús, es “estar orantes”. “Orar es tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” Aprovecho para hacer la siguiente propuesta, además de la oración con la palabra, puede ser orar también, ante el pesebre y al encender cada cirio de nuestra corona de Adviento en el hogar.

Preparamos el corazón, prevenidos y orantes ayudados por la maternal intercesión de nuestra Madre, Madre de Jesús y Madre de todos.

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